«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La mayoría de los medios tradicionales son una «correa de transmisión del poder político»

Bruselas aborda el estado de los medios en la UE proponiendo más censura y más propaganda globalista, y con ataques a los soberanistas

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Europa Press

El Parlamento Europeo ha celebrado este lunes una audiencia pública conjunta entre la Comisión de Cultura y el Comité Especial sobre el Escudo de la Democracia Europea (EUDS), centrada en el papel de los medios de comunicación «como pilares de la democracia».

El título del encuentro —«El estado de los medios en la UE y su resiliencia»— partía de una premisa innegable: sin medios libres e independientes no hay democracia posible. Sin embargo, lo que debía ser una reflexión sobre la libertad de prensa derivó —como es habitual en Bruselas— en un ejercicio de autojustificación institucional, propaganda progresista y ataques velados contra gobiernos soberanistas.

Durante las más de tres horas de sesión, se repitieron diagnósticos conocidos: pérdida de credibilidad en la prensa tradicional, abandono de los jóvenes… Pero ni una sola voz quiso abordar el verdadero elefante en la sala: el control político de los medios públicos, su función como aparato de propaganda del consenso socialdemócrata-globalista y la criminalización de toda disidencia.

Así, lamentaron que los ciudadanos ya no recurren a la televisión pública para informarse. Se mencionó el «apagón informativo» en España y Portugal, donde buena parte de la población en momentos de crisis ni siquiera considera acudir a RTVE o a los grandes periódicos como referencia informativa. En lugar de asumir su fracaso, los ponentes optaron por culpar a actores externos: el «Kremlin», los influencers o los llamados «medios alternativos».

El último informe del Instituto Reuters, citado varias veces en el debate, confirma que ya buena parte de los europeos se informa principalmente a través de webs independientes, lo que refleja una pérdida estructural de confianza hacia los canales oficiales. La razón es evidente: la mayoría de estos medios han renunciado a su función fiscalizadora para convertirse en correa de transmisión del poder político.

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