Tres terroristas han admitido que recibieron órdenes del Estado Islámico para viajar rumbo a Alemania.
Un juicio en Alemania ha puesto en evidencia a las autoridades europeas. Tres terroristas sirios, que llegaron al país teutón en el flujo de refugiados, han admitido que recibieron órdenes para hacerse pasar como migrantes y así acceder a la Unión Europea burlando los controles fronterizos.
Una realidad que puso de manifiesto Viktor Orbán al comienzo de la crisis migratoria y que las autoridades comunitarias se negaron a adoptar. Finalmente, a Angela Merkel, principal precursora del Welcome Refugees, no le quedó más remedio que aceptar que los terroristas se habían aprovechado de las lindezas del espacio Schengen para acceder a Europa y organizar nuevas células.
Los tres terroristas sirios llegaron a Alemania en 2015. Recibieron un estatus temporal y fueron a parar a centros de asilo situados en Ahrensburg, Großhansdorf y Reinbek, cerca de Hamburgo. Durante los últimos ocho meses, los jueces en el tribunal han intentado determinar si los hombres fueron enviados por el Estado Islámico o si se radicalizaron de manera independiente.
Mohamed A., de 27 años, confirmó al juez que el grupo terrorista del Estado Islámico le había ordenado que se infiltrara en la ola de refugiados y esperara en Alemania para recibir más instrucciones. El hombre aseguró que se adiestró con el grupo terrorista en su antigua capital, Raqqa, durante tres meses con cuatro armas diferentes antes de dirigirse a Europa. Un miembro del Estado Islámico también le dio un pasaporte falsificado junto con una importante suma de dinero.
A su llegada a Alemania, la policía se presentó en el centro donde se encontraba internado y le advirtió. El hombre decidió entonces no llevar a cabo ningún contacto con la célula activa en la zona.
Escándalo con las cifras
La Oficina Federal Alemana para la Migración y los Refugiados acusó de utilizar el estatus de refugiado como un camino hacia la inmigración, pues las labores de verificación de los conflictos en los países de origen “rara vez se llevan a cabo”.
La BAMF tiene la obligación de revisar la situación de los países de origen de cada refugiado hasta tres años después de la aprobación de su solicitud de asilo. Si la agencia no verifica estos datos, los individuos reciben el permiso de residencia de forma permanente.
Die Welt informó de que la BAMF ha revocado el estatus de refugiado de sólo 206 personas, a pesar de que hay 107.000 casos potenciales de revisión en este período de tiempo. En 2016, 1.552 migrantes fueron examinados para este propósito, un dato muy reducido que las autoridades alemanas justifican bajo el paraguas del descontrol en las fronteras de toda Europa.
Armin Schuster, miembro de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller Angela Merkel, criticó a la agencia diciendo que “si el BAMF rara vez verifica si un refugiado todavía necesita protección y le otorgamos un derecho legal a un permiso de residencia ilimitado después de sólo tres años, hacemos que el derecho al asilo tenga derecho a la inmigración”.
El mito de los migrantes económicos
El tiempo terminó destapando la realidad de la crisis de refugiados y, no resulta sorprendente, los argumentos utilizados entonces por la UE son muy similares a los de la ONU actual. Las decisiones de Angela Merkel pusieron en riesgo la estabilidad europea bajo el pretexto de la necesidad económica. La idea era importar mano de obra y las élites de Bruselas no dudaron. Felipe González, George Soros y algunas de las empresas más importantes del mundo, como Airbus, trataron de aprovechar la situación para exigir la retirada del salario mínimo interprofesional.
La sorpresa llegó cuando se filtró que el DAX, el índice bursátil donde cotizan los 30 consorcios más importantes de Alemania, sólo emplea a 63 refugiados y, de esa cifra, 50 están contratados por Deutsche Post DHL. Cabe recordar que el ente puso en marcha una campaña para emplear a estas personas en la cadena de entrega de paquetes, incluso por delante de los parados alemanes.
Un dato reseñable dado que la gran patronal alemana se convirtió en defensora de las políticas de la canciller. “Los refugiados serían un pilar para el próximo milagro económico alemán”, decía el jefe de la automotriz Daimler, Dieter Zetsche. Sin embargo, meses después, la situación es muy diferente. Los empresarios alegaron, entre otros motivos, la falta de formación de los refugiados. Unas palabras que chocaban con las declaraciones de Zetsche hace un año: “Ni cada refugiado es emprendedor, ingeniero o mecánico brillante, pero todos persiguen un futuro mejor y están altamente motivados. Esa es la gente que busca Mercedes y necesita el país”.