El líder de la Alianza Liberal Demócrata Europea, Guy Verhofstadt, ha señalado, con burdo cinismo, que el propósito último de la derecha alternativa estriba en destruir la democracia como régimen político.
A nadie se le escapa que hogaño sólo disfrutan del don de la libertad de expresión aquellos discursos que no cuestionan lo fundamental del sistema establecido. Aquéllos que, por el contrario, incomodan al sistema son inmediatamente estigmatizados y el que los pronuncia, condenado a una forzosa marginación social (o política, en el caso de que sea un servidor público).
Por tanto, no debería desconcertarnos que el establishment socialdemócrata (o liberal) europeo se afane en vituperar – y difamar – a todos los políticos que osen discutir su hegemonía. Es esto lo que ha hecho precisamente el líder de la Alianza Liberal Demócrata Europea, Guy Verhofstadt, quien ha motejado de ‘cheerleaders de Putin’ a diversos políticos de derecha alternativa (Matteo Salvini, Sebastian Kurz, Viktor Orbán, etc.)
En este sentido, en una sesión del Parlamento Europeo, Verhofstadt ha acusado a estos últimos de estar al servicio del presidente ruso, Vladimir Putin, quien para la burocracia bruselense encarna cuantos males existen. ‘Dentro de la Unión Europea hay una quinta columna. Los llamo las cheerleaders de Putin: Farage, Le Pen, Wilders y los amigos suyos que aquí se sientan. De hecho, sólo hacen una cosa: recibir dinero e inteligencia del Kremlin’.
Así, ha señalado, con burdo cinismo, que el propósito último de la derecha alternativa estriba en destruir la democracia como régimen político (¡y lo dice la misma persona que está moviendo cielo y tierra para evitar la consumación del Brexit y traicionar así la voluntad popular!): ‘Estas personas tienen el único objetivo de destruir Europa, de acabar con nuestra democracia liberal’, ha aseverado Verhofstadt. ¿Y cuestionar e impugnar los resultados de un plebiscito no erosiona la democracia? ¿Y aprobar directivas que escapan al control de la ciudadanía, como hace la Unión Europea, no es dudosamente democrático?
Dicho esto, el líder de Alde ha llamado a la acción a los liberales y a los europeístas: ‘Es hora de detener la cooperación con personajes como Orbán, Kaczyński, y Salvini, quienes de facto trabajan con estos nacionalistas y populistas. Nosotros, como liberales, no podemos aceptar este complot antiliberal para destruir la democracia. Debemos posicionarnos contra ellos y combatirlos sin descanso’, ha asegurado Verhofstadt.
¿Enemigos de la democracia?
Que Salvini, Orbán y demás son enemigos de la democracia es una afirmación que los medios de comunicación y los políticos sistémicos repiten machaconamente, y precisamente por eso vale la pena rebatirla. Acusar de ‘enemigo de la democracia’ a alguien que llega al poder mediante un procedimiento democrático y que reivindica precisamente un Gobierno para el pueblo (y no para las élites) se antoja bastante osado.
Pero ya saben ustedes que la verdad, en época de relativismo, carece de importancia alguna. Lo único relevante es el poder, y si la mentira contribuye a aumentarlo, ¡viva la mentira!