Han pasado ya años, demasiados, desde que la Alemania de Angela Merkel invitara al Tercer Mundo a instalarse en Alemania, y las consecuencias son visibles y devastadoras. Tanto, que el gobierno izquierdista de coalición presidido por Olaf Scholz se ha decidido a actuar en las fronteras del país.
La idea es que los controles en las fronteras se mantengan por lo menos hasta que se reduzca significativamente el número de extranjeros que entran ilegalmente en el país, y así lo ha anunciado la ministra del Interior alemana, Nancy Faeser, durante una reunión con el jefe de la Policía Federal, Dieter Romann, en Rostock. «No estoy dispuesta a aceptar estas cifras», ha declarado Faesser, en referencia a los números de entradas ilegales.
La ministra se quejó al Süddeutsche Zeitung de que sólo un puñado de países tienen que soportar la mayor parte de la carga migratoria, que ahora no parece ser ese «regalo» que nos anunciaban hace escasos años.
También confirmó que los controles existentes en las fronteras con Polonia, Chequia, Austria y Suiza se mantendrán hasta la implementación del Sistema Europeo Común de Asilo aprobado en primavera. No obstante, este proceso llevará varios meses más y se espera que el final de los controles se produzca como muy pronto en junio del próximo año.
En 2023 se registró una afluencia récord de casi 128.000 inmigrantes ilegales y este año las cifras han disminuido: hasta ahora se han registrado 53.000 entradas ilegales, lo que supone una disminución del 16% en comparación con el mismo período del año pasado. Las autoridades alemanas atribuyen este descenso en parte a la reanudación de los controles fronterizos.
La Policía Federal ha informado de que la mayoría de las entradas ilegales se producen a través de Polonia, República Checa, Austria y Suiza.
