«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Según ha reconocido el propio comisario de Energía de la UE

El Pacto Verde impuesto por Bruselas ha provocado que las empresas paguen hasta tres veces más por la energía que sus competidoras chinas

Paneles solares en Europa. Redes sociales

Las industrias europeas pagan entre dos y tres veces más por la energía que sus competidores en los Estados Unidos y China, una realidad que ha sido reconocida públicamente por el propio comisario de Energía de la Unión Europea, Dan Jorgensen. En una intervención reciente ante el Parlamento Europeo, Jorgensen admitió que los altos costes energéticos están erosionando la competitividad del tejido industrial del continente frente a las grandes potencias.

Esta confesión llega en un momento especialmente delicado, cuando las políticas climáticas de Bruselas, impulsadas con entusiasmo por varios gobiernos —entre ellos el de Pedro Sánchez—, están siendo cuestionadas por su impacto económico. Lejos de corregir el rumbo, las instituciones comunitarias insisten en avanzar hacia una transición verde cada vez más costosa para sus empresas, a pesar de que potencias como China y Estados Unidos no siguen ese mismo camino con la misma intensidad ni sacrificio.

El contraste con el exterior es contundente. Mientras la economía estadounidense ha crecido de forma sostenida y representa hoy un 50% más que el conjunto de la Unión Europea, el peso de la economía comunitaria en el PIB mundial ha caído del 21,9% en 2010 al 17,5% en 2023. En ese mismo periodo, Estados Unidos ha subido al 26,1% y China ha escalado hasta el 16,85%. Europa, por tanto, no sólo pierde protagonismo económico, sino que lo hace en parte como consecuencia directa de su propia política energética restrictiva.

Uno de los orígenes de este desajuste se remonta a 2010, cuando Alemania impulsó el llamado Energiewende, su giro hacia una matriz energética basada exclusivamente en renovables, con el consiguiente abandono progresivo de la energía nuclear y los combustibles fósiles. Ese modelo fue luego replicado en buena parte del continente, debilitando la capacidad de producción energética firme y encareciendo el acceso a la electricidad y el gas para hogares e industrias.

A ello se suma el contexto internacional. Mientras en Ucrania continúa el conflicto bélico, los líderes europeos parecen más interesados en realizar gestos simbólicos y discursos climáticos que en adoptar estrategias geopolíticas y económicas efectivas. En ese marco, Pedro Sánchez ha realizado ya tres visitas oficiales a China en busca de acuerdos comerciales pese al carácter autoritario del régimen de Pekín.

Paralelamente, España ha incrementado significativamente la compra de gas procedente de Rusia, en contradicción con las sanciones y las posturas oficiales de la UE. Esta dependencia energética se mantiene incluso mientras se critica públicamente a Moscú y se financia el esfuerzo de guerra en Ucrania con miles de millones de euros. A eso se añade la presión sobre los agricultores europeos, que deben competir con productos ucranianos exentos de aranceles.

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