¿Efecto llamada? Sí, por supuesto, pero hay algo peor: según los servicios de inteligencia italianos, la presencia de barcos de rescate de las ONG (por llamarlos de alguna manera) es el gran reclamo de los traficantes de personas en el Mediterráneo, que la usan para subir sus precios y permitir que los inmigrantes ilegales, confiados, se echen al mar en embarcaciones cada vez más precarias, con las consecuencias previsibles. Estas organizaciones, en fin, no sólo están facilitando un fenómeno ilegal abiertamente, sino que estimulan una actividad de riesgo que a menudo se traduce en muertes por naufragio.
En su informe anual ante el Parlamento italiano, los servicios de inteligencia de Italia advierten que el Mar Jónico bien podría convertirse en la nueva ruta elegida por los traficantes de personas, lo que indica un aumento en la cantidad de barcos que salen de la costa este de Turquía con destino a Italia.
«Hay un aumento de los flujos migratorios desde el Mediterráneo oriental, partiendo principalmente desde Turquía hacia las costas de Calabria, Apulia y Sicilia por parte de inmigrantes principalmente kurdos y paquistaníes, lo que marca un aumento del tráfico así como del uso, que se ha convertido en práctica, de la web y las redes sociales por los mismos grupos para publicitar sus viajes y servicios relacionados», reza el informe.
La flota de barcos de ONG que operan frente a las costas italianas sirve de reclamo para los traficantes de personas, que la anuncian en redes sociales como garantía de un viaje seguro hacia Europa, señala el informe, que acusa a estas organizaciones «humanitarias» de brindar «una ventaja logística a las organizaciones criminales que manejan el tráfico de inmigrantes, permitiéndoles adaptar su modus operandi de acuerdo a la posibilidad de reducir la calidad de las embarcaciones utilizadas, aumentando en consecuencia las ganancias ilícitas, pero exponiendo a las personas a bordo” a un riesgo más concreto de naufragio».
Se ha confirmado la muerte de al menos 64 personas tras el naufragio de un barco de madera lleno hasta los topes que se utilizaba para introducir inmigrantes de contrabando en Europa. El barco fue encontrado frente a la costa calabresa de Italia el domingo. Había zarpado de la ciudad turca de Izmir y se dirigía a Crotone, en la costa este de Italia. En el peligroso viaje, el barco navegó por el mar Egeo y alrededor de Grecia antes de intentar cruzar el mar Jónico para llegar a Italia. Los 80 supervivientes dijeron a las autoridades italianas que el bote transportaba aproximadamente a 170 personas, lo que sugiere que el número de muertos podría aumentar aún más. Otros afirman que el número a bordo podría haber estado más cerca de 250. Muchos de los pasajeros procedían de Afganistán, Pakistán, Siria e Irak, según los grupos de ayuda que asistieron al lugar.
Las autoridades italianas han revelado que los traficantes de personas responsables de organizar un viaje de Turquía a Italia que resultó en la muerte de decenas de inmigrantes el domingo cobraron a cada inmigrante 8.000 euros por lo que describieron como el «viaje de la muerte».
Por supuesto, los «humanitarios» se apresuraron a culpar al Gobierno italiano por las muertes, haciendo referencia a los decretos gubernamentales recientes que tenían como objetivo frustrar a los barcos humanitarios dirigidos por organizaciones benéficas a favor de los refugiados que intentaban recoger a los inmigrantes y escoltarlos a Italia.
El Ejecutivo de Giorgia Meloni respondió a las acusaciones, explicando que habían enviado dos patrulleras después de que las autoridades fueran alertadas sobre el barco frente a la costa de Crotone el sábado por la noche, pero se les pidió que suspendieran sus esfuerzos debido a las condiciones climáticas adversas. «No hubo demora», asegura el ministro del Interior, Matteo Piantedosi. «Se hizo todo lo posible en condiciones de mar absolutamente inclementes».
Meloni ha pedido a la Unión Europea que actúe para responder a la crisis migratoria que atraviesa su país y ha solicitado a los líderes europeos en una carta que tomen medidas para evitar que los inmigrantes se embarquen en peligrosos cruces marítimos. «Lo esencial es que cuantas más personas partan, más personas corren el riesgo de morir», declaró a la televisión estatal RAI.