Mensaje a nuestros aliados, para decirles que seguimos dócilmente sus instrucciones con respecto a Rusia. Y otro a las autoridades rusas, a las que les estamos diciendo que no nos fiamos de ellos ni un pelo.
Por si parecíamos tibios siguiendo la estela de la rusofobia generalizada y ‘solidaria’ de nuestros aliados -¿que son dos diplomáticos expulsados comparados con la sesentena que ha mandado Estados Unidos a casa?-, la embajada de España en Moscú ha tomado la decisión de volver a habilitar la ‘jaula de Faraday’ que mandó instalar en los ochenta, en plena Perestroika de Mijaíl Gorbachov, como queriendo decir.
Se trata de una sala habilitada de forma que proporciona un aislamiento electromagnético para impedir que quien hable en ella pueda ser espiado en forma alguna, algo parecido a un bunker ultrasecreto.
Comprensiblemente, el espacio en cuestión se usó poco en su día, y nada desde la caída de la Unión Soviética y la disolución del Bloque Comunista que puso fin a medio siglo de tensa Guerra Fría. Desde entonces se le había dejado acumular polvo, indicio de concordia y buenas relaciones, usándose todo lo más de improvisado trastero. Algunos de los diplomáticos que trabajan en la embajada ni siquiera sabían que existía.
Pero nos han dicho que Moscú vuelve a ser el enemigo, que va matando viejos espías en Gran Bretaña y metiendo mano en nuestros muy democráticos procesos electorales con fake news en redes sociales y otras maldades de ese cariz, así que mejor precaverse.
No estamos muy seguros de qué delicadas reuniones en la embajada de nuestro país en Moscú pueden ser de tan alto interés para el espionaje ruso que se necesite tan sofisticado lugar de encuentros.
Pero eso, nos tememos, no es lo que se pretende. La idea parece ser, más bien, lanzar un doble mensaje: a nuestros aliados, para decirles que seguimos dócilmente sus instrucciones con respecto a una hostilidad hacia Rusia que en nuestro caso, al menos, es absolutamente inexplicable, y otra a las autoridades rusas, a las que les estamos diciendo que no nos fiamos de ellos ni un pelo.
Hablábamos ayer de esta nueva Guerra Fría, ya sin coartada ideológica y entre bloques que ni por aproximación pueden considerarse equivalentes en poderío, y la expulsión masiva de diplomáticos de las que se han eximido solo tres países de este lado, entre ellos nuestro vecino portugués.