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Europa contra Bruselas: los países del este rechazan la política migratoria

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán

Los ciudadanos de los países del este se oponen al sistema migratorio comunitario. En Hungría, nueve de cada 10 ciudadanos se posicionan en contra.

Europa y Bruselas vuelven a enfrentarse. Las diferencias entre los órganos comunitarios y los ciudadanos de los países miembros son cada vez más evidentes. La última propuesta de Jean-Claude Juncker para «abrir las puertas» a millones de inmigrantes africanos ha sido rechazada por los países de Visegrado, que cuentan con el respaldo mayoritario de la ciudadanía.

Los ciudadanos de los países del este se oponen a las políticas migratorias impuestas por Angela Merkel en toda Europa. En Hungría, nueve de cada 10 ciudadanos se posicionan en contra. La encuesta fue realizada por el Instituto Nézőpont en Austria, Bulgaria, Croacia, República Checa, Alemania, Hungría, Polonia, Rumanía, Serbia, Eslovaquia y Eslovenia.

El 74% de los encuestados cree que las medidas tomadas por los dirigentes europeos «eran negativas» para el futuro del continente. Eslovacos y húngaros tienen la visión más negativa, seguidos muy de cerca por checos y austríacos.

En Alemania, donde Merkel tiene la difícil papeleta de convencer al socialdemócrata Martin Schulz para poder repetir como canciller, los ciudadanos tampoco están contentos con las decisiones tomadas y un 58% se posiciona «radicalmente en contra».

El sistema de cuotas, uno de los grandes caballos de batalla entre los países del este y el resto de la UE, tampoco despierta excesivas simpatías entre los encuestados. El plan de reubicación forzosa de migrantes fue aprobado por el Parlamento Europeo en septiembre de 2015 y varios países, incluido Hungría, han sido sancionados por criticar sus consecuencias.

‘Más solidaridad’

El comisario europeo del Interior, Dimitris Avramópulos, afirmó que Europa necesita «solidaridad y una respuesta común de todos los Estados» ante los retos migratorios actuales, en un claro mensaje dirigido al Gobierno polaco, que hasta el momento se niega a acoger refugiados.

«Espero que Polonia y otros países como Hungría valoren la posibilidad de modificar su posición y colaboren en esta materia», dijo Avramópulos, que apeló al diálogo y se mostró seguro de «encontrar una solución y un punto común para el acuerdo».

La primera ministra polaca, Beata Szydlo, subrayó la importante labor de Frontex y recordó que «Polonia es un miembro leal de la Unión Europea que apuesta por su desarrollo», para lo cual es necesario apostar por la «seguridad».

Szydlo y su ministro del Interior defendieron que Polonia es un país «solidario» con «fundamentos cristianos» y apostaron por ayudar a las personas que lo precisen en sus países de origen.

‘Somos cristianos’

Por su parte, Viktor Orbán explicó que Hungría había pasado “décadas bajo el control de poderes anticristianos e internacionalistas” y que era el momento de “basar nuestro Gobierno en las enseñanzas de Cristo que hicieron grande a Europa y a los húngaros”.

“Nuestro deber es proteger las raíces cristianas de Europa. Necesitamos una renovación espiritual e intelectual”, mantuvo el líder húngaro, que explicó que, tras años de opresión bajo el régimen comunista, la piedra de la nueva Hungría se colocó sobre la “base del cristianismo”. De hecho, la Constitución del país comienza: “¡Dios bendiga a los húngaros!”.

“Estamos felices de que nuestra nación haya recuperado sus fuerzas y el deseo de hacer grandes cosas”, aseveró Orbán. Durante sus años en el poder, el primer ministro ha puesto en marcha políticas en favor de la familia, la natalidad y contra el multiculturalismo. Esta postura le ha valido el rechazo de una Europa comunitaria que hace tiempo que se alejó de los anhelos de la ciudadanía.

‘Es un método que no funciona’

El embajador eslovaco en Madrid, Vladimir Grácz, explicó en una entrevista para La Gaceta que la postura de su país es la “más justa” ante el momento que vive la UE.

«El tiempo ya demostró que este método de acción migratoria no funciona. Los países de la Unión Europea sólo han reubicado al 17% de refugiados del total previsto por las cuotas. Eso no es culpa ni de Eslovaquia ni del resto de países de Visegrado. El problema es que el documento del Consejo de Europa en torno a la inmigración no es legal, por eso creemos que no puede haber sanciones», sentenció.

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