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ES EL ÚLTIMO DOCUMENTO DEL PLAN 'FIT FOR 55'

Fanatismo climático: la nueva normativa europea sobre el transporte aéreo aboca a la ruina al sector

Pista del Aeropuerto de Barajas (Madrid). Europa Press

El 7 de julio de 2022 el Parlamento Europeo aprobaba el, hasta ahora, último documento de ese paquete «Fit for 55» que iremos analizando. Se aprobaron las enmiendas a la propuesta de Reglamento formulada por la Comisión relativo a la garantía de unas condiciones de competencia equitativas para un transporte aéreo sostenible. Bajo esta rimbombante rúbrica se recoge, sin más, la regulación sustancial sobre los combustibles de aviación sostenibles.

El Parlamento Europeo, escorado a la izquierda -esa izquierda progre y urbanita, que desde los despachos, se inviste del poder de modelar, transformar, desmantelar, destruir, o incluso criminalizar las actividades económicas y productivas de las pequeñas, medianas y grandes empresas europeas, de las familias y de los autónomos- empeoró abruptamente el texto planteado por los burócratas de la Comisión.

El Partido Popular europeo, entregado a la izquierda cainita, apoyó sustancialmente las enmiendas y, por supuesto, la propuesta en su conjunto. ¿En qué consiste? Sencillo, acelerar el proceso de «descarbonización» del sector de la aviación, como se ha hecho con todos los sectores económicos; lo que supondrá, en fin, «un fuerte aumento de la producción, el suministro y la adopción de combustibles de aviación sostenibles».

En suma, incremento de costes, subida de precios para los usuarios; quizás, crisis de alguna compañía, cierres y despidos. Y, por supuesto, una coactiva transferencia monetaria ordenada desde la UE a favor de determinados sectores productivos –combustible sostenible (sic)– en lugar de otros. Intervencionismo público en la economía a niveles desconocidos, pero no para garantizar el empleo estable, mejorar las condiciones, mejorar la competencia de nuestras empresas frente al extranjero, sino para conseguir los objetivos de reducción de las emisiones netas de gases de efecto invernadero; aceptando como dogma que el CO2 y la acción productiva del hombre son los causantes de la «destrucción del planeta». En fin, fanatismo sin evidencia científica.

El texto aprobado por socialistas, liberales (sic) y los del partido de gestores incurre en todos los elementos que venimos denunciando como contrarios a la ciencia, a la realidad, a la competitividad de las empresas europeas, a la prosperidad de las familias y a la soberanía política de las naciones europeas que conforman la Unión:

1- La Unión Europea se atribuye a sí misma la condición de punta de lanza de la consecución de la Agenda 2030, reconociendo implícitamente que el resto de grandes espacios competidores, ni de lejos, están en esta línea (Estados Unidos, China, India, Rusia, Islam); y que nuestro sector competirá con las manos atadas. Porque les da igual.

2- Se parte, como apriorismo dogmático, de una Comunicación sobre Movilidad Sostenible de diciembre de 2020, cuando el sector del transporte aéreo se había caído en todo el mundo por mor del coronavirus de Wuhan, sin rectificar o adaptar nada a la vista de la inflación del 10,2% en junio de 2022, de la guerra de Rusia y Ucrania, y la permanente desestabilización de precios de la energía. Porque les da igual.

3- Se proclama como si fuera cierto un «principio general de primacía de la eficiencia energética» sobre cualquier otro objetivo (el empleo, los salarios adecuados, la rentabilidad y competencia de las empresas). Se lo inventan. Lo hicieron con el de la primacía general del derecho comunitario sobre las constituciones nacionales. Y algunos se lo han tragado. ¿Por qué no iban a repetir?

4_ Decidida apuesta por un multilateralismo irresponsable con las clases populares de Europa al dejar la garantía de los empleos a la imposición de posiciones comunes en la Asamblea General de la Organización de Aviación Civil Internacional.

5- Se condena expresamente el biocombustible producido a partir de cultivos alimentarios y forrajeros.

6- Se atribuye a la Comisión funciones y poderes de control sobre las compañías aéreas superiores a los actuales, privándoselo a los Estados miembros.

7- Se imponen obligaciones a Estados miembros, entidades gestoras de aeropuertos y compañías aéreas europeas, pero ninguna obligación ni responsabilidad para los fanáticos que adoptan estas decisiones.

8- Se aceleran los plazos y porcentajes de combustibles sostenibles y sintéticos en la aviación.

9- Finalmente, para limpiar su conciencia, crean, un Fondo de Aviación Sostenible hasta 2050, ¡otro más!, que se nutrirá de los ingresos generados por las sanciones previstas en el propio Reglamento. Sanciones que, claro, serán repercutidas por los sancionados (compañías, productores, gestores de aeropuertos) en tasas y billetes a los usuarios.

No es de buen gestor aprobar normas sin evidencia científica y basadas en prejuicios, en datos parciales y en análisis del sector inadmisibles en un contexto de hiperinflación, desempleo, guerra y conflictos. Pero a ellos les da igual. Nosotros votamos que no. Porque para nosotros no es sostenible una Europa sin industria, sin empresas que compitan, sin soberanía energética ni capacidad de decisión, sin empleos estables. A ti nunca te han preguntado sobre esto.

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