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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Finlandia renuncia a su experimento de renta básica

Vaya, otro país del ‘modelo nórdico’ a borrar de la lista de espejos en los que la izquierda radical quiere mirarse: Finlandia da por finalizado su experimento de renta básica universal, el proyecto que en nuestro país ha popularizado Podemos.

El Gobierno finlandés ha anunciado que a finales de año pondrá fin al programa de renta básica universal que había adoptado como programa piloto.
Peor: ha anunciado nuevas medidas, aún por especificar, para recortar las prestaciones sociales a quienes no busquen activamente empleo. Noticia bomba: las ensoñaciones utópicas de la progresía siguen sin funcionar.
Finlandia era en esto la Gran Esperanza Blanca, el primer país europeo en pagar 560 euros a finlandeses no empleados entre 25 y 58 por el hecho mismo de respirar. En una primera fase, el programa afectaba solo a 2.000 personas elegidas al azar, aunque sus promotores esperaban universalizarlo pronto. No ha podido ser: incluso solo esos dos mil han resultado demasiados.
La idea consistía en que la renta abarcara con el tiempo a toda la población y que la cobraran todos los finlandeses, empleados o no, como una especie de sueldo por el trabajo de ser finlandés.
El ‘padre’ de la idea, Olli Kangas, lamenta este brusco final, alegando que «dos años es un periodo demasiado breve para extraer conclusiones a partir de un experimento tan ambicioso».
De hecho, el Gobierno no ha dado explicaciones sobre por qué ha metido tijera a tan ‘interesante’ experimento, aunque apuesto a que cualquier economista con cierta idea de cómo funcionan los incentivos podría explicárselo a su entera satisfacción.

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