Si puedes ir en tren a tu destino en menos de dos horas y media, no vas a poder ir en avión en Francia, cuando entre en vigor la ley climática de 2021 que acaba de autorizar la Comisión Europea.
Y no les quepa duda de que una ley de este tipo llegará a su país, querido lector, si no ha llegado ya, con restricciones tales como la de su artículo 145, que prohíbe los vuelos de pasajeros «en todas las rutas aéreas dentro del territorio francés para las que existan varias conexiones ferroviarias directas al día de menos de dos horas y media».
Los gretinos verdes de Bruselas hacen la ola con esta ley, que afectará directamente a tres rutas aéreas principales entre París-Orly y Lyon, Nantes y Burdeos. Pero los planes de mejora de los servicios ferroviarios y la reducción de la duración del viaje podrían hacer que también se eliminen las rutas de París y Rennes a Lyon y Marsella. Se espera que la medida tarde varios meses en entrar en vigor y debería durar inicialmente tres años, con una revisión de su efectividad después de dos.
En su decisión, publicada el pasado 2 de diciembre, la Comisión Europea desestimó las protestas de las aerolíneas y los aeropuertos franceses, que alegan que la prohibición infringe las leyes de competencia. Pero en ella se afirma que «los impactos negativos sobre los ciudadanos europeos y la conectividad de cualquier restricción de los derechos de tráfico deben compensarse con la disponibilidad de modos de transporte alternativos asequibles, convenientes y más sostenibles».
El ministro de Transporte de Francia, Clément Beaune, calificó la medida como un «gran paso adelante», y dijo sentirse orgulloso de que Francia sea pionera en este área.
Pero, naturalmente, el clima es una excusa, y no particularmente bien hilada. La propia Comisión reconoce en su dictamen que la nueva regla no tendrá mucho impacto en el medio ambiente porque el tráfico aéreo en las rutas ha disminuido considerablemente desde los cierres por la pandemia. Por lo tanto, prohibir esas rutas no conducirá a una reducción real de las emisiones. Sin embargo, se pueden generar beneficios ambientales no cuantificables, ya que las compañías aéreas potencialmente interesadas en operar estas rutas no podrán hacerlo, dijo la comisión en el informe.