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‘Hungría no quiere ser un país de inmigración’

El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán

«Exigimos que respeten nuestra decisión, no queremos una población mixta», ha dicho Orbán.

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, calificó de «inquisitorial» el proceso que ha abierto la Comisión Europea (CE) a Polonia por unas reformas judiciales que Bruselas cree que ponen en riesgo el Estado de derecho.

En la rueda de prensa que siguió a su reunión con la primera ministra polaca, Beata Szydlo, Orbán defendió la autonomía de cada país de la UE para gobernarse y prometió un frente común con Varsovia.

«La UE no puede permitirse iniciar un proceso sobre el Estado de derecho o amenazar con ello a cualquier país miembro. Lo que sucede con Polonia parece un proceso inquisitorial y Hungría nunca lo aceptará y nunca lo apoyará. Siempre será solidaria con los países a los que les pase lo mismo», aseguró.

A su juicio, el proceso contra Varsovia es «irrespetuoso» con la soberanía polaca, cuando «la base de la UE» es «el respeto mutuo de los países miembros», y las críticas contra su Estado de Derecho «no están fundamentadas».

Hungría y Polonia son, en su opinión, «los guardianes de los tratados europeos vigentes».

Szydlo, por su parte, agradeció la solidaridad húngara y recalcó la gran sintonía que había reflejado el encuentro entre Varsovia y Budapest en las actuales cuestiones claves para la UE.

Con respecto al debate sobre los refugiados en la UE, Orban reiteró su negativa a acoger emigrantes y defendió que hay dos tipos de países los «países de inmigración» o «países excoloniales» y «los que no quieren ser países de inmigración».

Estos segundos, entre los que se encuentran Polonia y Hungría, son los que «quieren resolver sus problemas demográficos con políticas de familia, así como sus problemas de empleo con políticas de familia y políticas económicas, pero que no quieren dar espacio a la inmigración».

«No criticamos a esos países pero exigimos que respeten nuestra decisión de que no queremos ser como ellos y no queremos una población mixta», sentenció el primer ministro húngaro, quien recalcó que en los países con inmigrantes «el elemento cristiano pierde influencia».

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