La tiranía blanda de Bruselas y su lucha sin cuartel contra la disidencia sigue su curso después del escandaloso caso de la inhabilitación de la líder soberanista Marine Le Pen. Lo último ha sido el voto del Parlamento Europeo para retirar la inmunidad parlamentaria a cuatro diputados: un alemán, dos polacos y una checa. Todos ellos, por supuesto, de partidos al margen del consenso.
De los cuatro, el caso más orwelliano es el del alemán, Petr Bystron, naturalmente de Alternativa para Alemania, acusado por un solo tuit. Y no es que en el tuit en cuestión Bystron vertiera amenazas o profiriera injurias o llamara a la violencia. No, únicamente se burlaba de miembros de la casta política alemana, y eso es imperdonable.
Un poco de contexto. Kiev tuvo que retirar recientemente a su embajador en Alemania, Andriy Melnyk, porque el diplomático tuvo la ocurrencia de poner en duda la participación del líder nacionalista, Stepan Bandera, en el exterminio de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Es cierto que los países occidentales pasan por alto las preocupantes actitudes filofascistas de los nacionalistas ucranianos, pero esto era en Alemania, hipersensible sobre este particular.
La cosa es que Bystron hizo un montaje fotográfico humorístico con imágenes de políticos alemanes del consenso (Merkel, por ejemplo) levantando el brazo en lo que podría, con mala intención, verse un saludo romano, y la leyenda «los políticos alemanes se despiden con la mano». En fin, una humorada irrelevante en la que, si acaso, se sugiere la connivencia del estamento político alemán con el problemático nacionalismo ucraniano.
Pero los fiscales alemanes ignoraron el mensaje del tuit y se aferraron a la letra de la ley acusando a Bystron de distribuir «símbolos de organizaciones inconstitucionales y terroristas». Todo al revés, pero el Parlamento Europeo lo compró.
Y no es la primera vez que un solo tuit o similar puede hundir la carrera de un político europeo, dando así la razón al vicepresidente, J.D. Vance, en su discurso de Múnich. El pasado 12 de febrero los fiscales polacos pidieron tres años de cárcel para el eurodiputado del PiS, Patryk Jaki, acusado de retuitear un vídeo con imágenes reales de seguridad de inmigrantes delincuentes violentos, en una maniobra que Elon Musk calificó de «disparatada».
Este martes, el Parlamento Europeo también revocó la inmunidad de dos eurodiputados polacos del PiS (ECR), Maciej Wąsik y Mariusz Kamiński, los primeros en ser encarcelados por Donald Tusk por acusaciones falsas y posteriormente indultados por el presidente Duda. La Fiscalía los persigue de nuevo, esta vez por violar su prohibición política de cinco años al asistir a algunas sesiones parlamentarias tras su sentencia, y Bruselas acaba de votar a favor de volver a meterles en la cárcel.
Por último, también se votó a favor de levantar la inmunidad de Jana Nagyová, del partido checo ANO, el partido más popular del país, acusada de fraude fiscal en su país. Nagyová (Patriots) afirmó que esperaba esta decisión de Bruselas y confía en que el Tribunal Superior de Praga falle a su favor por tercera vez, tras haber sido absuelta dos veces por tribunales municipales.