«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
ante el fracaso del Pacto Migratorio

La inmigración deja de ser un tema tabú en la cumbre del Consejo Europeo

Reunión previa al Consejo Europeo. Red social X

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, pretendía ser la estrella con su «Plan de Victoria» en la cumbre de los líderes de la Unión Europea en Bruselas, pero no pudo ser, porque el verdadero protagonismo lo tuvo la inmigración.

Se diría que, visto que siete de cada diez ciudadanos comunitarios se opone a la inmigración que venimos sufriendo desde hace décadas, este debería ser el tema central de casi todas las cumbres europeas pero, por el contrario, ha sido hasta ahora un tema tabú. Y eso es lo que está cambiando ahora.

La presión pública, expresada en las urnas en recientes elecciones nacionales y regionales, ya hace imposible seguir ignorando el problema y dejar como está el contestado Pacto de Inmigración. El propio sucesor de Mark Rutte como primer ministro de Países Bajos, Dick Schoof, reconoció en una reciente entrevista que ahora «la atmósfera es diferente» en la UE sobre inmigración.

Es decirlo suave. Países como Polonia, Finlandia y los países bálticos quieren suspender el derecho de asilo a los inmigrantes de Oriente Medio que intentan entrar desde Rusia y Bielorrusia como parte de la «guerra híbrida» del Kremlin contra la UE. Una coalición de nueve países liderada por Italia está presionando para que se reconozca a Siria como un lugar seguro y se restablezcan las relaciones diplomáticas con Asad para acelerar las deportaciones. Los Países Bajos y Hungría también han presentado solicitudes oficiales para optar por quedar al margen de la política migratoria común si Bruselas no cambia su discurso.

Pero lo que realmente está cambiando a toda velocidad es la respuesta del otro lado. La mayoría de los Estados miembros e incluso la propia Comisión abogan por establecer centros de asilo y deportación fuera de la UE, impidiendo así que los solicitantes de asilo rechazados queden «sueltos» por territorio Schengen. Europa se ha dado cuenta de que el preciado Pacto Migratorio de Bruselas hace aguas, y, en palabras del primer ministro checo, Petr Fiala, «ya se habla de cosas que antes eran tabú. La política de retorno no funciona, el número de personas deportadas es del 20%. Eso tiene que cambiar».

Algunos líderes celebraron una reunión previa a la cumbre, organizada por Italia, Dinamarca y los Países Bajos, para coordinar objetivos, a la que asistieron los líderes de Austria, Chipre, Polonia, la República Checa, Grecia, Hungría, Malta, Eslovaquia e incluso la jefa de la Comisión, Ursula von der Leyen.

El punto principal de la agenda fue la presentación por parte de Giorgia Meloni del acuerdo con Albania sobre la «externalización» de las llegadas y los retornos, así como la ampliación del «concepto de país seguro» a los países de tránsito.

La propuesta polaca de suspender temporalmente el derecho de asilo habría sido inaudita hasta hace apenas unos meses, pero ha sido recibida con asombroso interés en la cumbre. Después de todo, lo que Polonia y el resto de los países limítrofes con Bielorrusia y Rusia están afrontando «no es un problema migratorio normal», afirmó Dick Schoof. «Rusia y Bielorrusia están utilizando deliberadamente los flujos migratorios en una guerra híbrida». El primer ministro sueco, Ulf Kristenson, compartió esta posición y dijo que siente «un gran respeto» por la decisión polaca.

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