Las autoridades de Mannheim, ciudad alemana donde un yihadista apuñaló el viernes a un policía que murió poco después autorizan un evento islamista radical en el mismo lugar del atentado. El asesino era un inmigrante ilegal y solicitante de asilo afgano que había residido de manera ilegal en Alemania durante más de siete años.
El viernes pasado, en un acto de Pax Europa, movimiento de activistas que tratan de advertir sobre la islamización en el continente europeo, apuñaló a cinco personas. Uno de ellos el policía que redujo a uno a de los activistas en lugar de al atacante. El agente murió escasos días después tras no poder superar las graves heridas.
En Mannheim también se ha producido esta misma semana el ataque a un político de AfD (Alternativa por Alemania). El ataque tuvo lugar en la noche del martes cerca de la plaza del mercado de la ciudad, cuando el político vio a una persona rompiendo un cartel de su partido. Al acercarse a reprocharle sus acciones, fue atacado con un arma blanca, según la rama de la AfD en Mannheim.
Además, el canciller alemán, Olaf Scholz, ha abogado este mismo jueves por reanudar las deportaciones de «criminales». Incluso a países peligrosos como Siria y Afganistán. «En estos casos son los intereses de Alemania en materia de seguridad los que deben prevalecer, por encima de los intereses de propio atacante», ha dicho. Algo que, a raíz de la permisividad con el acto islamista en Mannheim, no está sucediendo de momento.