Mientras la ideología LGTBI pierde fuelle en Estados Unidos, donde el «Orgullo» ve reducirse drásticamente asistentes y patrocinadores debido en parte a la política «antiwoke» de Donald Trump, en Europa pisan el acelerador para adoctrinar a los más pequeños en iniciativas que en otras épocas no lejanas se hubieran considerado abuso infantil.
Así, en Alemania, la rama berlinesa del SPD, los socialistas que gobiernan en la coalición liderada por el democristiano Friedrich Merz, está exigiendo aumentar el adoctrinamiento LGTBI en las propias guarderías, insistiendo en que los «estilos de vida queer» y la «diversidad de género» deben promoverse activamente entre los niños más pequeños.
Se trata del borrador de un nuevo programa de educación preescolar para la capital alemana, y que los izquierdistas quieren reformar tachándolo de «demasiado conservador». El portavoz para la Infancia del SPD, Alexander Freier-Winterwerb, alega que en el borrador se elimina «contenido clave» sobre «diversidad, estilos de vida queer, diversidad de género y educación contra la discriminación». «No se menciona la enseñanza sensible al género ni las realidades de la vida queer», declaró al periódico Tagesspiegel.
El SPD tiene muy claro lo que quiere para los bebés berlineses: que las guarderías financiadas por el Estado adopten la política identitaria lo antes posible. La Asociación de Lesbianas y Gays (LSVD) se hizo eco de la indignación y advirtió: «Si las realidades de la vida queer se borran del plan educativo, eso no sólo amenaza la calidad de la educación de la primera infancia, sino también el derecho de cada niño a sentirse reconocido y seguro».
El plan de estudios de 2014, todavía vigente, promueve la «curiosidad sexual» entre los niños y les anima a «disfrutar de las sensaciones placenteras de su propio cuerpo». Se les pide a los educadores que adopten una «actitud sexualmente amigable y de apoyo sensorial». Y eso es lo que a los socialistas les sabe a poco.
La polémica se produce semanas después de que el canciller Merz nombrara a la activista radical del SPD, Sophie Koch, como la nueva «comisaria Queer» de Alemania. Merz, lejos de eliminar cargo tan absurdo y nocivo, lo ha ampliado, dando más competencias a una joven de 31 años que se burla abiertamente de su partido, la CDU, se niega a dialogar con diputados de AfD y comparte lemas de extrema izquierda como «El antifascismo es un trabajo manual».