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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Más de 23.000 islamistas en Reino Unido y a May le preocupa la ultraderecha

La primera ministra compra el discurso globalista y equipara la amenaza yihadista con «la que viene de la ultraderecha». Basta un simple vistazo a la actualidad del Reino Unido para entender las incongruencias de su discurso.

«Tenemos que abordar el terrorismo islámico y el terrorismo que viene de la ultraderecha también». Las palabras de Theresa May desde Oriente Medio marcan un antes y un después en la línea seguida hasta ahora por la primera ministra con respecto a la amenaza islamista que sufre el país. Reino Unido ha sido víctima de repetidos ataques en año y medio -en uno de ellos perdió la vida el español Ignacio Echeverría-, pero el gran problema al que deben hacer frente las autoridades es «la ultraderecha».

Se desconoce a qué se refería la premier cuando hablaba de la amenaza de la ultraderecha y la equiparaba con los graves problemas que sufre el país con el islamismo. El propio MI5 admitió que había más de 23.000 yihadistas dispersos por todo Reino Unido y que era imposible «controlarlos a todos».

La incapacidad del MI5 para investigar a todas las células obliga a realizar una lista de prioridades. En esta lista se incluye a aquellos sospechosos que se cree que representan una mayor amenaza, mientras que para otros se cierra la investigación y pasan al grupo de “antiguos sujetos de interés”.

Cabe recordar que los autores de las masacres en Londres y Manchester estaban en el primer fichero, pero los responsables del MI5 consideraron que no representaban suficiente amenaza. En el caso de Salman Abedi el despropósito fue aún mayor, pues las autoridades británicas conocían sus viajes a Siria para entrar en contacto con miembros del Estado Islámico.

Sin embargo, para May la gran amenaza a la que se enfrenta el Reino Unido es la «ultraderecha». En la Cámara de los Comunes, los diputados ‘tories’ daban palmas con las palabras de su premier y aprovechaban la ocasión para lanzar dardos contra el presidente norteamericano, Donald Trump, que denunció en unos controvertidos vídeos el peligro que representa el islamismo para Occidente.

«Theresa May, no te preocupes por mí, preocúpate por el destructivo terrorismo radical islámico que tiene lugar dentro del Reino Unido. ¡Nosotros estamos bien!», aseguró Trump en un mensaje en su cuenta de Twitter.

Fransen, una de las caras visibles de un partido minoritario de la derecha alternativa que no cuenta con representación parlamentaria en el Reino Unido, agradeció por su parte al «líder del mundo libre» que compartiera los tuits que ella había publicado en primer lugar.

Investigación contra los agentes

Uno de los primeros informes acerca de los ataque en Westminster, Manchester, London Bridge y Finsbury Park ha puesto en evidencia la controvertida actuación de ciertos agentes del MI5 implicados en la lucha antiterrorista. Las autoridades británicas han reclamado “más esfuerzos” a sus agentes en la lucha contra el Estado Islámico.

Según The Guardian, que ha tenido acceso exclusivo a los documentos, los oficiales de la Policía y el MI5 serán absueltos de los cargos presentados, pero se intensificarán las labores de investigación. No obstante, los dirigentes del país ya admitieron hace unos meses que eran incapaces de controlar las miles de células yihadistas dispersas por todo el país.

‘El hombre puede pegar a la mujer’

Reino Unido se ha convertido en un semillero de islamistas, en parte, por la financiación con fondos públicos de centros islámicos, donde los más pequeños crecen con las enseñanzas de la sharia. La ley islámica, que siguen el Estado Islámico o Arabia Saudí, permite agredir a las mujeres que «no sigan las órdenes de sus maridos».

Las autoridades británicas permiten la existencia de textos que discriminan a la mujer occidental por «dejar su casa para vagar sin rumbo por cines, parques o teatros» y ensalza a aquella «noble» fémina que decide cubrir su cabeza. Otro de los ejemplares anima a cometer violaciones porque «la esposa no tiene permitido declinar las ofertas sexuales de su marido» e insiste en que «no puede dejar la casa donde vive sin su permiso».

Hace casi dos años, un documental desmontó el sistema educativo británico y Neal Robinson, experto en las enseñanzas del Corán, desveló la existencia de libros para niños de 15 años en los que se enseñaba qué partes del cuerpo debían ser cortadas en caso de robo. Los textos incluían ejemplos gráficos y diferentes sentencias dependiendo del delito cometido. En el caso de los homosexuales -a los lectores de La Gaceta les sonará de los cientos de ejecuciones realizadas por el Estado Islámico-, la pena impuesta es la muerte arrojados desde un edificio o la lapidación pública.

Estos manuales para adolescentes contienen gran parte de la doctrina ideológica del ISIS. Los yihadistas esgrimen la sharia como argumento para cometer cientos de atrocidades y Europa consiente que estas enseñanzas se realicen también en suelo europeo.

Las denominadas ‘zonas islámicas’ han florecido en las principales ciudades británicas. El este de Londres se ha transformado en una suerte de califato que tiene sus propias leyes, sus propias escuelas, sus propios líderes y sus propios templos. Allí los más jóvenes pueden vivir sin hablar inglés y sin relacionarse con personas que no sean musulmanas. Esas calles crean el caldo de cultivo ideal para los radicales y para que los imanes hagan el trabajo sucio a los terroristas en las mezquitas, desde donde se organizan recolectas de dinero para financiar la yihad. Las escuelas coránicas sirven para adoctrinar a los más pequeños, todo ello financiado por el contribuyente británico.

¿Más peligrosa la ultraderecha?

Los atentados yihadistas en suelo europeo han evidenciado el cambio de tendencia que durante los últimos 40 años se ha producido en todo el mundo. En Europa, el terrorismo nunca ha dejado de estar presente, pero los islamistas radicales han tomado el lugar que antes ocupaba el IRA en Reino Unido o ETA en España. Las cifras son, cuanto menos, alarmantes.

Desde 1970, los terroristas islámicos han llevado a cabo 7.860 ataques con un total de 35.152 víctimas mortales y más de 50.000 heridos. El punto cumbre llegó el 11 de septiembre de 2001, cuando Bin Laden atacó Nueva York y Washington asesinando a más de 3.000 personas.

El segundo lugar en la lista es para el comunismo que, antes y después de la caída del Muro de Berlín, ha realizado más de 19.000 ataques que han dejado 39.000 muertos y 23.000 heridos. Los crímenes por independentismo, 4.587 muertos y 13.539 heridos, ocupan el tercer lugar.

Los ataques de fanáticos de otras religiones, sin embargo, se cifran en 236 desde 1970, provocando 2.683 muertos y más de 6.000 heridos.

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Temario en un colegio islámico de Londres: 'El hombre puede pegar a la mujer'

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