El Gobierno de Giorgia Meloni busca que Italia sea el «hub mediterráneo eléctrico» explorando nuevos reactores y reforzando interconexiones mientras España acumula fracasos con Francia en su intento por salir del aislamiento energético. La estrategia italiana avanza con paso firme: la primera ministra ha impulsado la creación de Nuclitalia, una alianza entre Enel, Ansaldo y Leonardo para desarrollar reactores nucleares de última generación. Esta nueva empresa se presentó oficialmente la semana pasada y marca una apuesta decidida por diversificar la matriz energética del país.
Apenas dos días antes, Meloni y el primer ministro griego Kyriakos Mitsotakis firmaban en Roma un acuerdo estratégico entre los operadores de red de ambos países. El objetivo: fortalecer la conexión eléctrica entre Italia y Grecia mediante un nuevo cable submarino de 1.000 megavatios de capacidad, con una inversión estimada en 1.900 millones de euros. La iniciativa refuerza su posición como punto clave en el sistema energético del sur de Europa y anticipa el creciente interés por rutas alternativas tras el reciente apagón masivo en la península ibérica.
Ese fallo, el más grave registrado por la Agencia de Cooperación de los Reguladores de la Energía (ACER) en lo que va de siglo, dejó en evidencia la debilidad de la red española. El colapso ha puesto en entredicho la capacidad del país para garantizar el suministro incluso contando con una de las energías más baratas y verdes del continente, un factor que debería ser atractivo para la industria y los centros de datos. La urgencia ahora es restaurar la credibilidad del sistema eléctrico y blindar su seguridad.
En contraste con el avance de Italia y Grecia, España permanece encallada en su histórica desconexión energética del resto del continente. El propio Pedro Sánchez ha reconocido que el país sigue siendo «una isla energética», con un grado de interconexión que apenas roza el 2%, muy por debajo del objetivo comunitario del 10% fijado para este mismo año. Red Eléctrica admite que así será inviable alcanzar el 15% comprometido para 2030.
El problema no es nuevo. Ya en 2015, bajo el Gobierno de Mariano Rajoy, se selló un acuerdo para construir una interconexión submarina por el Golfo de Vizcaya que debía estar operativa en 2020. Sin embargo, París ha retrasado sucesivamente el proyecto y ahora lo sitúa en 2028. Mientras tanto, desde la última promesa de Macron en 2023 sólo ha habido avances en un hidroducto entre Marsella y Barcelona, cuya viabilidad técnica sigue sin estar clara y que ni siquiera aborda el problema eléctrico.
La escasa conexión con Francia, pese a su limitada capacidad, fue clave el pasado 28 de abril para ayudar a restablecer el servicio durante el gran apagón, gracias a la aportación de sus centrales nucleares. Aun así, la fragilidad de la red española quedó en evidencia y ha acelerado la toma de decisiones en otros países vecinos.