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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

¿Qué negocia la UE con Irán? Claves para entender la jugada

Sí, dejar de negociar con Irán sin duda perjudicará a algunas empresas europeas, pero el mercado iraní es diminuto, insignificante comparado con el estadounidense…

Ya lo dijo hace poco Angela Merkel, Europa no puede seguir contando con Norteamérica, y el abandono por parte de Estados Unidos del Plan de Acción Conjunto Global (JCPOA, de sus siglas en inglés) con Irán parece haber sido la gota que ha colmado la paciencia del Viejo Continente: los firmantes europeos del tratado han declarado, por boca de la responsable de la diplomacia europea, Federica Mogherini, que el ‘club’ buscará fórmulas para proteger a sus empresas que operan en Irán, ahora que Estados Unidos amenaza con sancionar a cualquier compañía que ose seguir trabajando allí después de la revisión de sanciones por parte de Washington.
«Estamos debatiendo sobre soluciones para mantener vivo el acuerdo», ha asegurado Mogherini, quien ha añadido que se pretende que Irán siga exportando petróleo con la colaboración de los bancos europeos.
Incluso ha advertido a Estados Unidos que podría imponer ‘contrasanciones’ si Estados Unidos pretende interferir en los negocios de las empresas europeas con Irán, como amenazó con hacer el propio Trump en conversación telefónica con líderes europeos justo antes del anuncio de su retirada del acuerdo, según informa Reuters.
Mientras, desde Teherán, el presidente Ruhani se ha mostrado dispuesto a seguir adelante con el JCPOA con sus signatarios europeos siempre que resulte posible. Esta actitud es menos sorprendente de lo que parece, ya que el JCPOA es en buena medida una apuesta personal de Ruhani, que ha invertido en él mucho de su capital político.
En los márgenes, Rusia y China se han limitado a lamentar la decisión de Estados Unidos y se han comprometido a mantener su relaciones con Irán. Por último están la miriada de países de Asia y el Tercer Mundo cuyas empresas negocian con Irán y que podrían verse afectados por las sanciones americanas.
Así, la visión oficial en los grandes medios de todo este asunto es que Trump ha cometido un terrible error de cálculo al retirarse del acuerdo, permitiendo a Europa plantarle cara y acelerando el proceso de ‘desdolarización’ de la economía internacional, algo que podría ser letal para Estados Unidos.
Otra cosa es que sea cierto, cosa que dudo.
La prueba de que la UE va de farol es que no ha dado el paso obvio si realmente quisiera desafiar las amenazas de Estados Unidos, es decir, advertirle que cualquier sanción contra sus empresas desencadenaría una reacción similar con las empresas americanas que operan en Europa.
Y eso no ha sucedido ni va a suceder. Sí, dejar de negociar con Irán sin duda perjudicará a algunas empresas europeas, pero el mercado iraní es diminuto, insignificante para el sector empresarial europeo comparado con el estadounidense, y el perjuicio para la UE de una guerra comercial a cara de perro con Washington sería colosal.
También hay que tener en cuenta que, para dolor de Juncker o nuestro Albert Rivera, la UE no existe como país, no todavía. Y no hay unidad en esto. La probabilidad de que Polonia o las repúblicas bálticas se unan en un desafío a Estados Unidos es cero, aunque tampoco parece muy probable que países como Alemania o Francia estén dispuestos a destruir su tejido empresarial por el placer de sacarle la lengua a Trump.
Con lo que, tras algunas semanas de paripé, es de desperar que el JCPOA se dé al fin por muerto, lo que llevará a Teherán a reanudar su programa nuclear a marchas forzadas. Porque, recordemos, el acuerdo firmado por Obama tenía como objetivo obtener de Irán el compromiso de interrumpir su programa nuclear a cambio de levantar las sanciones: vuelven las sanciones, vuelve el programa nuclear.
Lo que viene después es deprimentemente previsible, pero es asunto para un artículo distinto.

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