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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

‘Rotherham es la punta del iceberg de la red musulmana de abusos sexuales’

Lo que ocurrió en Rotherham no debe ser olvidado ni silenciado: miles de niñas fueron violadas y vejadas por bandas de migrantes.


Imagínese una trama de abusos sexuales a miles de menores dirigida por bandas de musulmanes. Lo normal sería que las autoridades y la Policía lucharan para acabar con ella erradicando actitudes tan peligrosas para el país. Imagínese justo lo contrario, que los verdugos se convierten en víctimas a ojos del sistema y esas niñas son acusadas de ejercer la prostitución líbremente. Ahora imagínese que los medios de comunicación, en lugar de dar cobertura a los hechos, silencian a las víctimas y a sus familias bajo el mito del racismo. ¿Qué le parece?
Reino Unido ha vivido más de treinta años en silencio viendo cómo miles de niñas eran violadas y vejadas. Una situación inexplicable que sólo vio la luz recientemente y que permitió al Gobierno centrar el foco mediático sobre Rotherham. Lo que ocurría en la ciudad británica era un secreto a voces, pero nadie hizo nada para evitarlo. La Policía no dio prioridad al problema y trató con indiferencia a gran parte de las víctimas. Tres informes policiales -de los años 2002, 2003 y 2006- describían con crudeza la situación. Sin embargo, las autoridades desestimaron el primero y rechazaron los otros dos, que podrían haber acabado con los abusos sexuales en la zona.
Harto de escuchar mentiras y falsos rumores sobre el asunto, Peter McLoughlindecidió escribir ‘Easy Meat’, una obra que destapa la realidad más cruel que se vive en muchas ciudades del Reino Unido -y no únicamente en Rotherham- con la complicidad de buena parte de la opinión pública. Pero, ¿por qué?
– La cifra de agresiones sexuales es terrible. ¿Qué está pasando en Reino Unido?
Durante las últimas tres décadas, un grupo de oficiales financiados por el Estado han ignorado la cacería organizada, las violaciones y la prostitución que un grupo de musulmanes obligaba a ejercer a cientos de menores. En torno a 1990, estos grupos cobraron especial relevancia al norte del país y sus actividades ya eran descritas por las autoridades como de “esclavitud sexual”.
Estaban compuestos íntegramente por musulmanes -según las estadísticas oficiales, estos no suponen más del 5% de la población del país- y su objetivo principal eran las niñas británicas de tez más blanca. Los agentes de Policía comenzaron a mirar hacia otro lado y dentro de sus comunidades encontraban protección, de hecho la izquierda se alió con ellos para evitar que este tema cobrara relevancia en el Reino Unido.
Incluso treinta años después, cuando el tema por fin ha adquirido importancia en los medios de comunicación de masas, y tras los miles de millones gastados en servicios sociales, agentes de Policía o proyectos de ayuda, no hay estadísticas oficiales de lo sucedido. Una muestra más del deseo de las autoridades de ocultar este problema tan grave.
– La sentencia de Rotherham no tuvo apenas impacto en la prensa internacional. ¿Por qué?
No tengo el suficiente conocimiento de la prensa internacional para valorar lo sucedido con la sentencia de Rotherham, pero sí puedo adelantarle una cosa: esta ciudad ha sido usada durante los últimos años como cabeza de turco. Desde 2014, los medios han centrado su atención en las víctimas que fueron abandonadas allí, pero hay otra docena de ciudades en las que grupos similares han sido encarcelados. Sin embargo, los grandes medios pasan por alto estas noticias y no dan cabida a los testimonios de los afectados.
– ¿Por qué las autoridades esconden estos abusos?
La clase trabajadora en Reino Unido es tratada por la clase política y los medios de comunicación como si fuera escoria. Habitualmente, las noticias británicas muestran a musulmanes, negros y mujeres como protagonistas de las principales noticias. Es prácticamente imposible escuchar hablar de una mujer o un hombre blanco y de clase trabajadora en los informativos.
Un ejemplo: como las opiniones de este grupo social no tienen peso, a mucha gente le sorprendieron los resultados de la votación del Brexit.
– ¿Qué testimonio le ha impresionado más?
Hemos escuchado una parte muy pequeña de los relatos sobre lo ocurrido. Las únicas víctimas que se han atrevido a hablar con los medios de comunicación han sido tachadas de “soplones”. Está el caso de Sara Champion, conocida como «la chivata de Rochdale», que no puede hablar de lo sucedido sin romper a llorar.
Aunque nos quieran hacer ver lo contrario, no hay ninguna razón para pensar que esta trama musulmana de abusos sexuales haya detenido sus actividades en el Reino Unido. Ningún periodista con cierto peso mediático ha reconocido lo que han tenido que sufrir cuatro generaciones de niñas abandonadas por la sociedad en manos de bandas de depredadores sexuales.
– ¿Quién es culpable?
En parte los culpables son los tribunales y los abogados del Estado, que no han llevado los casos a juicio y no han permitido la aplicación de las leyes existentes. Realmente lo que ocurre es que este proceso fallido se retroalimenta y las víctimas en ningún caso han recibido el apoyo de la Policía.
No obstante, los periodistas también tienen su cuota de culpa por ignorar a una parte de la sociedad y las noticias a su alrededor. Han sido décadas de silencio mediático delante de nuestras propias narices.
– ¿Por qué quien denuncia esta situación es considerado racista?
Es lo más fácil y poderoso que la izquierda utilizaba -y aún hoy utiliza- con todos aquellos que tratamos de sacar el tema a la luz. Cuando los productores televisivos finalmente consiguieron realizar un pequeño reportaje sobre este tipo de bandas en 2004,  la izquierda británica se alió con los supuestos enemigos (organizaciones de proxenetas musulmanes) para utilizar el mito del racismo. Es triste, pero todavía estos días hay gente que mantiene este argumento.
– La mayoría de estos abusos eran cometidos por musulmanes. ¿Por qué?
El islam tiene una historia de esclavitud sexual desde los tiempos del profeta Mahoma. El Corán autoriza que los hombres tengan sexo con sus mujeres y también con esclavas. A lo largo de la historia se ha repetido este tipo de prácticas.
Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la Royal Navy luchaba contra las fuerzas nazis, los estados árabes incrementaron la compra de esclavos. Estado Islámico o Boko Haram son versiones más recientes de esta ideología, pero realmente nada ha cambiado. Es un asunto que tiene que ver con su doctrina y que es difícil de entender cuando en Reino Unido el resto de inmigrantes no hace lo mismo.
En nuestro país se han producido los casos más graves, pero el resto de Europa también ha tenido su ración aunque algunos lo hayan olvidado. Europa importó el islam como una religión democrática y eso no es así.
– ¿Tiene esta situación alguna solución?
Todos los profesionales pagados por el Estado, que durante años ignoraron y taparon los hechos, siguen en sus puestos. En el período previo a las elecciones generales de 2015, David Cameron prometió que los conservadores pondrían en marcha una nueva ley para encarcelar a la Policía y a los funcionarios que participaron en este tipo de sucesos. Sin embargo, los medios de comunicación criticaron esta decisión.
La investigación puesta en marcha por el Gobierno buscaba encontrar a los responsables de la organización. No obstante, la población musulmana se dobla cada década, es muy difícil entrar en esas comunidades, y todo eso lleva a que sólo una porción muy pequeña de los delincuentes haya sido encarcelada.
En algunos casos, las comunidades musulmanas no cumplen con las leyes del país y el 21% de los que se encuentran recluidos en prisiones es menor de 21 años. Mi libro ‘EasyMeat’ es sólo un pequeño acercamiento al fenómeno, pero me sentí en la obligación de escribirlo.
– Muchos reportajes han denunciado la vida en varias ciudades británicas como Birmingham, pero las autoridades no están preparadas para hacerle frente. ¿Cómo es la vida en estas ciudades?
He vivido más de 30 años en zonas con gran población musulmana y hasta hace unos años no había tenido mayores problemas. Uno puede vivir ahí siempre y cuando esté preparado para ser respetuoso y admita que la Policía no va a aplicar gran parte de la legislación a los musulmanes. No obstante, la interacción entre británicos y el resto es prácticamente nula.
En mi barrio, grupos de violentos y radicales islamistas atacaron mi casa día tras día después de que mi libro viera la luz. Tuve que mudarme a otro lugar por miedo a que pudiera ocurrirme algo. Las bandas dominan las calles y están armadas en connivencia con la Policía. Es bastante común que cuando se produce un crimen los delincuentes entreguen a dos personas poco importantes de la organización y el resto queden libres.
Asumo que este tipo de alianzas sirve a las autoridades para ahorrar dinero y reducir las estadísticas de crímenes. Existe, a mi parecer, la esperanza de que estos grupos estén en contacto con las células islamistas radicales y que en caso de ataque terrorista dieran el chivatazo.
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