Lo más desconcertante de la política migratoria vigente en casi todo Occidente es que la aplican gobiernos presuntamente democráticos y, sin embargo, es consistentemente impopular en todas partes.
Sí, incluso en los países que de forma más entusiasta han estimulado el proceso, como Suecia o Alemania. En este último país, por ejemplo, una reciente encuesta ha confirmado que la mayoría de los alemanes no quiere que sigan llegando extranjeros procedentes de países islámicos.
Una reciente encuesta eleva la proporción de ciudadanos que no desean que llegue un solo inmigrante musulmán más al 61%. Casi dos tercios de todos los ciudadanos alemanes quieren que el gobierno imponga una prohibición a la inmigración de países predominantemente musulmanes, según reveló una reveladora encuesta realizada por INSA para el Bild.
Quizá hayan sido las multitudinarias manifestaciones a favor de los terroristas de Hamas que han inundado sus calles lo que ha abierto los ojos a los alemanes; lo cierto es que el estudio demoscópico muestra que ese 61% confiesa que ya no se sienten seguros en su propio país y creen que un número cada vez mayor de recién llegados desprecia a la sociedad alemana.
La mayoría de los votantes de todos los partidos políticos, excepto el Partido Verde alemán, apoyaron la prohibición de la inmigración musulmana.