Ya hay una guerra en Europa, y bastante feroz: la iniciada con la invasión rusa de Ucrania, que no tiene visos de acabar en breve y que ya ha puesto patas arriba la economía y la capacidad energética de los países europeos. Así que no debe de referirse a esto el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, cuando dijo en declaraciones a los medios que los residentes alemanes deben empezar a acostumbrarse a la idea del espectro de la guerra en Europa.
«Tenemos que acostumbrarnos a la idea de que puede haber una amenaza de guerra en Europa», dijo en una entrevista transmitida a nivel nacional. «Alemania debe poder defenderse. Debemos estar preparados para la guerra «.
Estaba respondiendo a preguntas relacionadas con la lentitud de Alemania en su rearme a raíz de la guerra rusa en Ucrania, y ahora con la perspectiva de que el conflicto entre Gaza e Israel se extienda a una guerra regional más amplia en Medio Oriente. «Tenemos que ser capaces de luchar», afirmó Pistorius. «Desgraciadamente, todo lo que se ha descuidado en treinta años no se puede subsanar en 19 meses», admitió.
Pero Pistorius rechazó las acusaciones de que el Gobierno federal ha reaccionado tarde al llamado punto de inflexión. Recuerda que no sólo se ha creado un fondo especial de 100.000 millones de euros para la Bundeswehr, sino que también se reformaron los organismos estatales.
Alemania considera que los conflictos en Oriente Medio y Europa del Este están relacionados, siendo Rusia el principal actor que exacerba las tensiones. Por su parte, Rusia dice exactamente lo contrario, que ese papel corresponde a Occidente y, sobre todo, a Estados Unidos en particular.
Este giro de Alemania hacia la reconstrucción de su ejército se lo pone fácil a la izquierda y la derecha radicales. Uno de los partidos que más rédito electoral puede sacar de este rearme es Wagenknecht, partido recién creado por una política del mismo nombre que se escindió de Die Linke (La Izquierda) con otros nueve diputados.
En el totum revolutum en el que se está convirtiendo el espectro político en todo Occidente, paradójicamente, Wagenknecht intenta atraer a un sector de los votantes de la soberanista Alternativa para Alemania (AfD). Gran parte del éxito del partido en las últimas elecciones, afirma, proviene de los alemanes que «no votan por el AfD porque son de derecha. Votan por AfD porque están enfadados». Los intentos de Wagenknecht de desviar a los votantes de protesta de AfD parecen actualmente el único plan viable para mitigar el éxito electoral del partido de derecha soberanista.