«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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CUMBRE DE LAS AMÉRICAS

De cómo el chavismo acabó con la unidad de Iberoamérica con el apoyo del socialismo español

El expresidente José Luis Rodríguez Zapatero junto al tirano Hugo Chávez

Al llegar al poder en 1999, Hugo Chávez dejó clara su intención de acabar con el mecanismo de las cumbres presidenciales. Aunque fue más declarativo que efectivo, se quejó de que las cumbres, según él, no servían para nada. Su frase efectista y demagógica fue: “Mientras los presidentes andan de cumbre en cumbre, los pueblos andan de abismo en abismo”.

Sonaba bien para un redomado enemigo de las instituciones, desde que irrumpió a cañonazos contra la democracia el cuatro de febrero de 1992. Pero en efecto, no era más que seguir la línea castrista, que al no poder imponer sus criterios en los organismos reservados para las democracias, optaba o por salirse o por no participar. Así fue con la OEA, despachada desde el inicio por Fidel Castro como “ministerio de las colonias de EEUU”, al ser expulsada Cuba en los sesenta y negarse posteriormente Cuba a regresar.

Pero si algo puede demostrarse con hechos, es que las cumbres de jefes de Estado y Gobierno realizadas en el marco de los mecanismos de integración regional, dejaron importantes beneficios para la región a lo largo del tiempo. Eso es precisamente lo que el chavismo quiso acabar.

La larga construcción de la unidad regional

La búsqueda de la unidad regional fue un anhelo casi desde el principio del movimiento independentista. Desde el Congreso Anfictiónico de Panamá hasta el propio proyecto colombiano de Bolívar, son prueba de eso. Pero avanzada la creación de repúblicas independientes y estabilizadas además las instituciones nacionales, la proyección de la política exterior de cada nación se orientó siempre hacia esa unidad e integración. Incluso, cuando los EEUU decidieron convertirse en hegemón de la zona, fueron los mecanismos interamericanos los escenarios preferidos de sus políticas.

Fue el siglo veinte precisamente el de mayor avance para esta labor. En principio, la ya sólida existencia de las repúblicas en la región y el crecimiento de EEUU como potencia a partir del final de la primera guerra mundial, permitió que los países de la zona entendieran que era con EEUU con quien había que buscar construir una unidad que garantizara demás la seguridad y defensa. La segunda guerra solo fortaleció ese criterio y gracias a eso se avanzó en la creación de la Organización de Estados Americanos, esfuerzo de institucionalidad que permite establecer una línea directa entre los mecanismos multilaterales interamericanos previos y la nueva organización intergubernamental.

Por supuesto, esta organización no es más que la suma de sus miembros. Si bien el gran error inicial fue sumar a su seno a países que no son del todo independientes por su pertenencia a la Commonwelth y de paso influenciables en su toma de posiciones, la organización se mantuvo en el tiempo como una importante instancia de defensa regional y de posicionamiento a favor de la democratización de las naciones.

El ejemplo europeo y el regreso de España

Los avances de los esquemas de integración en Europa siempre fueron ejemplo a seguir en la región. Además, el recuerdo del proyecto de Bolívar, fueron también las inspiraciones para la creación de mecanismos de unión comercial como el Sistema Económico Latinoamericano, las acciones en el seno de la Comisión Económica para América Latina de la ONU o la creación del Pacto Andino. Fue quizás este último esquema el que mejores avances permitió, dicho sea de paso, con una alianza con Europa que permitió que se avanzara en la creación de la Comunidad Andina con unas perspectivas de crecimiento atadas a las economías de Colombia y Venezuela, sumado a la cada vez más intensa proyección de potencial exportador de Perú.

Fueron años de confección de instituciones. La CAN siguió al pie de la letra las acciones requeridas para convertirse en un mecanismo de integración que iba a avanzar de forma firme a una unión económica tarde o temprano. Un arancel único, una zona andina de operaciones aéreas y la anhelada libre movilidad interna, eran un sueño.

Se creó un Tribunal Andino de Justicia para la solución de controversias y unos comités técnicos que trabajaban todo el año con representantes de cada país para armonizar políticas y legislaciones en materia comercial, tributaria, aeronáutica, industrial, etc. Para el año 2005, se tenía claro que la CAN iría a más en el mediano plazo, emulando a la Unión Europea y con la colaboración institucional de esta precisamente para ese avance. Con todo esto, la CAN fue muy superior en fortaleza institucional que el experimento Mercosur, que nunca logró superar la ambición nacional de Brasil y Argentina.

Paralelo a esto, España auspició junto a Portugal el mecanismo Iberoamericano de las Cumbres de Jefes de Estado y de Gobierno. Desde los años noventa se pudo avanzar en estos esquemas, creando una vía directa de coordinación de acciones a nivel internacional y fortaleciendo lazos entre los participantes. Si la OEA era el mecanismo de interacción con EEUU, el esquema Iberoamericano permitiría el enlace de la región con Europa a través de España, creando una instancia de sumo interés principalmente para la política exterior española.

Y la Cumbre de las Américas no fue más que una respuesta de EEUU a la decadencia de la OEA y a la propia incursión española con las cumbres iberoamericanas. Parece que en España la clase política, tan ajena a los temas de política exterior, se negaron a verlo. Aún hoy, lo eluden en sus programas.

El chavismo mandó a parar

He aquí que nos topamos con la voluntad destructiva del chavismo. En primer lugar, convertir la OEA en campo de batalla ideológica, con una especie de regreso a la retórica de los años sesenta, donde se terminó con la normalidad institucional con la salida de Venezuela primero de la Corte Interamericana de Derechos humanos. Ya esto era una clara señal de la voluntad atrabiliaria del chavismo, que unos años más tarde anunciaría su salida definitiva de la organización.

Con la CAN no se mejoró. En 2006 Chávez en uno de sus arrebatos decidió que ya Venezuela abandonaría el esquema del cual fue fundador y principal beneficiario, para entrar en el Mercosur sin ninguna razón aparente más allá de la politiquería de juntarse con el Brasil de Lula y la Argentina de Kirchner, pues en la CAN estaba en minusvalía con Uribe en Colombia y Alan García en Perú. El evento terminó en lo obvio: destruyeron la CAN y también el Mercosur.

Ni hablar de las cumbres iberoamericanas. Marcadas quedaron para siempre con el incidente del “por qué no te callas” que el Rey emérito le zampó en su rostro al chafarote. Nunca como hoy había una relación más distante entre la región y España, que parece haber abandonado su rol en la región o sus intereses en la integración con las naciones más afines que tiene en el mundo, por razones obvias.

Prueba de que la integración de la región ha sido dinamitada de forma contumaz por el chavismo, es la reciente zozobra que se vio del mecanismo de la Cumbre de las Américas.  Ni siquiera un obsecuente del socialismo internacional como Biden logró convocar, como si lo hizo en su momento Obama. La acción de la vicepresidenta Harris, que se creía más activa en este esquema, pasó sin pena ni gloria. Y el boicot promovido por el régimen de Maduro contó con la adhesión de México, Honduras y Bolivia, que se sumaron a las ausencias de Venezuela, Nicaragua y Cuba como rechazo a los desmanes de sus regímenes.

Siendo así las cosas, más allá de quien fue y quien se ausentó, veamos el resultado. Fue una reunión social y hasta como eso fue deficiente. Ni una declaración afirmativa de avance para la región ni mucho menos una promesa de acción seria ante los graves problemas que mantienen a la región abatida, como la debilidad institucional, la corrupción, el narcotráfico y los grandes movimientos migratorios. Puro fuego de artificio.

A este lamentable panorama se le suma un detalle poco comentado: la ausencia de España. Porque a España se le mantiene en la Cumbre de las Américas como país invitado, en reconocimiento a sus vínculos indisolubles con la zona. Al ministro Albares le pareció mejor ir a Bruselas, en medio de la ya lamentable crisis con Argelia por el contencioso marroquí. En representación de España acudió una funcionaria de tercer nivel, dejando claro el desprecio del gobierno socialista por mantener los vínculos con una región de cuyos vínculos reniega Sánchez y su Ejecutivo, por encima del sentimiento de los ciudadanos de ambas orillas.

¿Se ausentó el ministro Albares de la Cumbre de las Américas por “problemas de agenda” o por seguir los dictámenes del chavismo para boicotear la cumbre? Puede especularse al respecto y pensando mal, de seguro acertaremos. Pero lo que sí es completamente un hecho, es que a los avances del chavismo por acabar con los esquemas de integración de Iberoamérica, el socialismo español asiste con el mismo desprecio de quienes desprecian a la propia España.

Es que si son capaces de negarse como españoles e incluso negar a España ¿Qué es para ellos la negación de esa Iberoamérica donde ni se prohíbe el español ni se niega nuestra historia?

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