El Gobierno de Lula dio pie a un grupo de trabajo para estructurar un futuro “Ministerio de la Verdad” en Brasil. Se afirma que este grupo creará políticas públicas para «combatir el discurso de odio y el extremismo». Esta agrupación está siendo formada por influenciers digitales, políticos y periodistas con una visión alineada con el Partido de los Trabajadores (PT) y dentro del Ministerio de Derechos Humanos y Ciudadanía, liderado por el intelectual marxista Silvio Almeida.
Entre los nombres de este grupo está el youtuber Felipe Neto (quien hizo una intensa campaña a favor de Lula en las últimas elecciones); la diputada comunista Manuela Dávila; y la periodista Patricia Campos, entre otros.
El youtuber e influencer digital Felipe Neto emerge como la estrella de este grupo que pretende controlar la información en diferentes plataformas digitales. Felipe Neto es el típico representante del “hombre masa” descrito por Ortega y Gasset, un tipo que, habiendo logrado el éxito en el marketing digital, se cree capaz de opinar, sobre todo, incluso sin la menor reflexión sobre lo que dice.
Es una personalidad que ganó mucha fama y dinero hablando de tonterías del mundo pop, reality shows (Gran Hermano), reacciones a videojuegos y otras banalidades con la profundidad de un platillo. Con esta fórmula de superficialidad, carisma y capacidad comunicativa consiguió conquistar una audiencia de 44 millones de suscriptores en Youtube.
Su postura en Twitter es agresiva, impulsiva y enfadada con todo lo que no le gusta, y suele utilizar su ejército de trolls para atacar a quienes no están de acuerdo con su opinión. Ya tuvo una fase de maldecir a Lula da Silva y al PT en la época del Lava Jato, y con el tiempo, tras acercarse a la agenda globalista, se fue enfadando cada vez más con el expresidente Jair Bolsonaro.
En las elecciones de 2022 adelantó una feroz campaña a favor del presidente Lula da Silva. Su opinión política en general está formada por un sitio de chismes amigable con el PT llamado “Choquei” que mezcla entretenimiento pop, LGBT y militancia política a favor de las ideas de izquierda y del Partido de los Trabajadores.
Neto fue elevado recientemente a una estrella en ascenso del globalismo cuando fue llevado por la UNESCO a debatir temas de “regulación de redes” (control de redes por parte de izquierdistas que se consideran moderados contra todo lo que consideran “extremistas” desde su cosmovisión).
Varios son los post del eterno influencer adolescente en los que muestra su intransigencia con lo diferente. El 16 de enero arremetió contra la red Joven Pan, llamándola “Joven Klan” y celebró la salida del periodista Rodrigo Constantino y la inmigrante cubana Zoe Martínez de la red de comunicación. Y concluyó: “¡No amnistía! No es suficiente», o sea, busca aún más castigo contra los que no le gustan. Felipe Neto también arremetió contra el periodista de izquierda Glenn Greenwald, quien se pronunció en contra de los abusos del Tribunal Supremo de Brasil y a favor de la libertad de expresión; la posición de Neto es que el Tribunal pueda suspender cuentas de políticos y periodistas bajo el argumento de «combatir las fake news».
Felipe Neto también es un entusiasta de la red de desmonetización “Sleeping Giants”. Este grupo actúa básicamente acosando a las empresas que de alguna manera patrocinan a algún medio de comunicación de derecha. La intención de la agrupación es que los medios de derecha no puedan recibir publicidad como fuente de ingresos. Es una especie de plataforma de linchamiento basada en valores de extrema izquierda y siempre atacando el espectro conservador del debate público y vendiéndose como una organización que “combate la desinformación”.
Así Neto, quien durante mucho tiempo destiló su odio contra el PT y Lula, y antes los maldecía agresivamente, ahora quiere ser el controlador y regulador del odio en el discurso público del país.
Otro miembro de este grupo de trabajo que definirán nuevas reglas de control y censura en las redes es la política comunista Manuela Dávila. Manuela ya ha elogiado a Fidel Castro y a la Unión Soviética en sus redes sociales, y solo por eso no parece la persona más idónea para definir qué es o no “extremismo”.
La periodista Patrícia Campos Mello es otra que es parte de esa mesa de trabajo. Ella es una periodista a la que le gusta parecer imparcial, pero que ha dicho abiertamente que siempre votó por el PT.
Por lo tanto, es difícil esperar una regulación positiva de este grupo de trabajo compuesto por radicales y extremistas de izquierda. Es probable que a partir de este grupo se cree una especie de “Ministerio de la Verdad” en la línea del “1984” de George Orwell, y adaptado a las necesidades del Partido de los Trabajadores.
Lo que se espera son mecanismos para reducir el alcance de las publicaciones de derecha; creación de nuevos delitos por cualquier conducta que viole las normas progresistas; y expansión de la propaganda favorable a la izquierda.
Si bien los impulsores de este grupo de trabajo quieren decir que solo será una regulación imparcial, lo cierto es que cuando se quiere controlar la información y solo se tiene gente de izquierda para definir las reglas, no es difícil avizorar que los “extremismos” y las “noticias falsas” que se combatirán serán de un solo lado.