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Frente a la debacle del PAN y del PRI

El partido de AMLO expande su hegemonía a 22 de los 32 estados de México

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Europa Press

No fue tan sorpresivo: el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), partido fundado por Andrés Manuel López Obrador (AMLO), y afiliado al Foro de Sao Paulo, ganó en México 4 de 6 gubernaturas en las elecciones estatales de este domingo 5 de junio.

Oaxaca, Quintana Roo, Hidalgo, y Tamaulipas, van para MORENA. Aguascalientes, que ya era gobernado por el Partido Acción Nacional (PAN), lo seguirá siendo, ahora con Teresa Jiménez, quien antes ha sido alcaldesa de la capital de ese estado.

Y Durango, que era del PAN, sigue siendo de oposición, pero con un candidato emanado de las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) –Esteban Villegas- ya que el PAN, el PRI y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), se asociaron y conformaron un frente en varios de los estados en juego.

De esta manera, AMLO, quien este lunes anunció que en definitiva no irá a la Cumbre de las Américas -porque Estados Unidos no invitó a las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua-, está gozando que su partido contará ahora, junto con sus aliados, con el control de 22 estados de la República, de las 32 entidades federativas que hay en total.

Así las cosas, Morena se ha instalado en la Ciudad de México, Baja California, Baja California Sur, Sonora, Sinaloa, Nayarit, Colima, Michoacán, Guerrero, Tamaulipas, Zacatecas, Veracruz, Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, Chiapas, Tabasco, Campeche, Quintana Roo, y Oaxaca. Son 20 entidades.

Y hay que sumar San Luis Potosí, gobernado por el Verde y el Partido del Trabajo (PT), y Morelos, gobernado por el Partido Encuentro Social (PES), aliados los tres de Morena. Así suman 22 estados.

El PAN cuenta con seis estados: Chihuahua, Durango, Aguascalientes, Guanajuato, Querétaro y Yucatán. El PRI con Coahuila y el Estado de México. Movimiento Ciudadano (MC) con dos, pero que son los más importantes luego de la Ciudad de México, tanto a nivel económico, como en población: Nuevo León y Jalisco.

El MC, que jugó en las elecciones presidenciales de 2018 junto al PAN y al PRD, apoyando a Ricardo Anaya –quien hoy está siendo perseguido legalmente por el régimen y está fuera de México– ahora en las elecciones del junio 5 de este año decidió competir solo, sin ir en alianzas.

¿El resultado? La estimación del Instituto Nacional Electoral (INE) en “límite superior” para Aguascalientes, fue de 7.4 para MC. 5% para Durango. 3.4% para Hidalgo. 3.8% para Oaxaca. 14.1 para Quintana Roo. Y 3.4% para Tamaulipas.

Eso es lo que consiguió MC al ir solo, con sus propios candidatos: no mucho. Y además, de facto, está dividiendo a la oposición. No hay que olvidar que en elecciones presidenciales previas al 2018 -en las del 2012- MC fue en alianza con AMLO. A quien seguramente sigue queriendo, porque lo que está haciendo es dividir el voto opositor, ayudando al oficialismo.

Dicho sea de paso, el líder nacional de MC, Dante Delgado, salió a criticar al PAN, diciendo que era increíble que “vendieran” como un triunfo el sólo haber ganado 2 estados.  “Frente a quienes desean ver como un triunfo el que de seis gobiernos estatales que tenían, han perdido cuatro y han logrado dos, pues de verdad les digo que siguen confundidos”, declaró.

Se refiere a que los 4 estados ganados por Morena, efectivamente, fueron arrebatados a la oposición, como es el caso de Tamaulipas, que era del PAN; de Quintana Roo, que era del PAN; Oaxaca, que era del PRI; e Hidalgo, que durante 93 años, hasta ahora, había sido del PRI.

Cabe resaltar que algunos de los candidatos con que ganó Morena, antes habían estado afiliados al PRI. Américo Villarreal Anaya, quien ganó en Tamaulipas, estuvo en el PRI de 1983 a 2017. Julio Menchaca Salazar, ganador en Hidalgo, militó en el PRI de 1980 al 2015.

Con estos resultados electorales, la hegemonía de Morena se expande por el país, siendo que ya tenían mayoría en la Cámara de Diputados y en la de Senadores, además del Gobierno federal. Veremos si ahora, envalentonados, no buscan una vez más destruir al INE, casi el último bastión de la democracia electoral en México. El socialismo blando avanza.

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