La bandera de Ecuador amaneció en las pantallas de todos los ordenadores el miércoles. Esto luego de que Google le hizo un «doodle» a la nación sudamericana. ¿El motivo? El homenaje al 10 de agosto, celebrado como el “Grito de la independencia”, que volvió a Quito “Luz de América”.
Pero contrario a lo que muchos creen, el 10 de agosto de 1809 no se proclamó la secesión de España, sino la lealtad al Rey de ese entonces: Fernando VII. Dado que en ese momento José Bonaparte, hermano de Napoleón, pretendía usurpar el trono.
Juraron lealtad al Rey de España
«La tarde del 9 de agosto de 1809 firmaron un acuerdo para establecer una junta integrada por 36 miembros, escogidos entre los vecinos y cuyo fin era gobernar en nombre de Fernando VII. Fue proclamado un nuevo Gobierno integrado por el marqués de Selva Alegre como presidente, el obispo José Cuero y Caicedo como vicepresidente y una junta en la que participaban los miembros dirigentes de la élite de Quito, entre ellos la mayoría de los nobles», explica a propósito de la fecha el historiador ecuatoriano Jaime E. Rodríguez en su obra ‘La Independencia de la América Española’.
Luego de establecer los nombres de los firmantes, el Acta del 10 de agosto de 1809 reza:
“Declaramos que los antedichos individuos unidos con los representantes de los Cabildos de las provincias sujetas actualmente a esta gobernación y las que se unieren voluntariamente a ella en lo sucesivo, como son Guayaquil, Popayán, Pasto, Barbacoas y Panamá, que ahora dependen de los Virreinatos de Lima, y Santa Fe, las cuales se procura atraer compondrán una Junta Suprema que gobierne interinamente a nombre, y como representante de nuestro legítimo soberano, el señor Don Fernando Séptimo, y mientras su Majestad recupere la Península, o viene a imperar».
Como explica el historiador ecuatoriano Jaime E. Rodríguez en su investigación titulada ‘Los Orígenes de la Revolución de Quito en 1809’, “La Revolución de Quito de 1809 no fue un movimiento por la independencia. Lejos de ello, se trató de una reacción local ante la crisis de la monarquía española. Convencido de que España estaba perdida y de que los españoles en Quito traicionarían al reino y aceptarían el gobierno francés, un grupo de quiteños tomó el control del gobierno y puso en práctica un programa que garantizara la autonomía y que promoviera sus intereses económicos”.
Hasta el ídolo del socialismo del siglo XXI en Ecuador reconoció la obra de España
Incluso Eloy Alfaro, presidente idolatrado por los promotores del socialismo del siglo XXI (por la laicidad que logró tras la guerra contra el presidente católico Gabriel García Moreno), reconoció la labor de España cuando colocó la estatua en honor a la gesta del 10 de agosto.
“El pueblo del Ecuador un tiempo formó parte de la monarquía española, a la cual le ligan vínculos de amistad, sangre, idioma y tradiciones. España nos dio cuanto pudo darnos, su civilización, y apagada ya la tea de la discordia, hoy día sus glorias son nuestras glorias y las más brillantes páginas de nuestra historia pertenecen a la historia española”, dijo Alfaro nada menos que el 10 de agosto, pero de 1906.
Hasta ahora el monumento está ubicado en la Plaza Grande, característica de toda ciudad de fundación española. En este caso está en medio de la Catedral de Quito, del municipio y del Palacio (presidencial) de Carondelet.
Argentina, Chile y México también juraron lealtad a Fernando VII
Y es que esto no fue un fenómeno meramente ecuatoriano. Lo mismo se replicó en toda la Hispanidad. No alcanzarían las páginas para los ejemplos en cada nación; sin embargo en esta oportunidad expondremos a tres más
El caso de Argentina se puede encontrar en la obra del Padre Javier Olivera Ravasi, PhD en Historia. Dentro de su serie de libros ‘Que no te la cuenten’, donde busca desmontar mitos iluministas azuzados por la Revolución Francesa y sus sucesores ideológicos, se puede leer sobre este proceso.
Allí le dedica un capítulo a la afamada “revolución de mayo” de 1810 y desmonta tres mitos: no se trató “ni de las ideas de Francia, ni de Estados Unidos con su gobierno y su constitución, ni de Inglaterra con su comercio y su embajador en Río de Janeiro”. De hecho, remarca que la Primera Junta plasmó su lealtad a Fernando VII y lo retrata con un poema de Valdenegro publicado en el diario “La Gazeta de Buenos Ayres” del 28 de Octubre de 1810, año de la denominada “revolución”:
No es la libertad que en Francia tuvieron crueles regicidas vasallos perversos. Si aquellos regaron de su patria el suelo con sangre, nosotros flores alfombraremos. La infamia y el vicio fue el blanco de aquellos heroica virtud es el blanco nuestro.
Allí la anarquía extendió su imperio lo que es en nosotros natural derecho. Nuestro Rey Fernando tendrá en nuestros pechos su solio sagrado con amor eterno.
Por rey lo juramos lo que cumpliremos con demostraciones de vasallos tiernos. Mas si con perfidia el Corso sangriento a nuestro Monarca le usurpase el Cetro muro inexpugnable en unión seremos para no admitir su tirano imperio.
Si la dinastía del Borbón excelso llega a recaer en José 1º, nosotros unidos con heroico esfuerzo no hemos de adoptar su intruso gobierno.
De igual manera sucedió en el vecino Chile. Hasta la fecha celebran a la patria el 18 de septiembre. Fecha en la cual, en 1810, en cabildo abierto, alrededor de 400 ciudadanos juraron su lealtad al rey.
“Cada intervención, cada gesto dentro de esta jornada estuvo marcado por la lealtad de los cabildantes hacia Fernando VII, tal como lo muestran los discursos de José Gregorio Argomedo y José Miguel Infante. Los posibles miembros de la junta habían sido elegidos cuidadosamente por los integrantes del Cabildo de Santiago, con el fin de representar en la persona de cada uno de ellos a cada sector de la sociedad, asegurando así la mantención de un cierto equilibrio. Todos ellos fueron aceptados por aclamación por los vecinos presentes. Mateo de Toro y Zambrano, presidente, representaba al rey; José Antonio Martínez de Aldunate, vicepresidente de la junta, obispo de Santiago, representaba a la Iglesia; Fernando Márquez de la Plata, Consejero de Indias, primer vocal de la junta, representaba a los europeos juntistas; Juan Martínez de Rozas segundo vocal, representaba a la aristocracia de Concepción; Ignacio de la Carrera, tercer vocal, representaba a la aristocracia de Santiago”, destaca la Memoria Chilena, en la plataforma web del Gobierno de Chile.
«El pacto se había dado entre Chile y el monarca, no entre la capitanía general y España; por tanto, en ausencia del rey, la soberanía se revertía al pueblo. La nueva Junta Provisional Gubernativa juró gobernar y defender al reino en nombre de Fernando VII hasta que fuese elegido un Congreso que representara a las provincias de Chile», recoge nuevamente el historiador ecuatoriano Jaime E. Rodríguez en “La Independencia de la América Española”.
También en septiembre México celebra su presunta independencia de España, que en realidad fue un grito de respaldo a Fernando VII ante la invasión de los Bonaparte. “Lo que Hidalgo proclamó en Dolores quizá nunca se sepa. Sin embargo, es razonable suponer que el punto álgido de su discurso incorporaba algo como lo siguiente: ¡Viva Fernando VII! ¡Viva América! ¡Viva la religión! y ¡Muera el mal gobierno!”, explica Hugh Hamill, autor de Historia Mexicana.
Hubo sucesos similares en todas las naciones de Hispanoamérica en la época. No obstante, el debilitamiento de España por causa de la invasión napoleónica dio lugar a la incertidumbre que desencadenó en las guerras de secesión conocidas como “independencia”, aprovechadas y financiadas por los rivales imperiales de la época.