Nuevas filtraciones de corrupción en Perú ha llevado reevaluar el papel de Gustavo Gorriti, excorresponsal de El País, en la prensa y el sistema judicial del país. Un sector lo considera uno de los mejores periodistas de investigación, pero nuevas revelaciones indicarían que en realidad hila poderes en la sombra.
Las últimas informaciones resultaron más contundentes y profundas de lo que en un inicio se previó. Un escándalo que parecía apuntar básicamente contra la suspendida fiscal de la nación Patricia Benavides y su círculo cercano ha terminado embarrando en acusaciones a todos los sectores políticos, judiciales e incluso mediáticos del país, con una especial alusión al internacionalmente laureado periodista Gustavo Gorriti Ellenbogen, a la postre, excorresponsal del diario El País en Perú, sobre quien se han hecho delicadas y extensas acusaciones. Pero analicemos esta historia desde su inicio.
Las facciones enfrentadas
Todo empezó con una lucha de poder entre las facciones más grandes de la política peruana. Desde la caída del Gobierno del golpista Pedro Castillo en diciembre del 2022, la derecha congresal cambió de objetivo de fiscalización: puso el foco en la denominada «izquierda caviar», sector político más urbano, acomodado, aggiornado que el izquierdismo radical y provinciano que representaba Pedro Castillo. Desde hacía años, la derecha peruana acusaba a la «izquierda caviar» de introducirse, controlar e influir en diversas instituciones públicas, a pesar de no poseer mayor respaldo a nivel electoral. El plan del sector derechista era revertir esta situación.
Durante todo 2023, entidades como la Defensoría del Pueblo, la Junta Nacional de Justicia (JNJ) o el Ministerio Público (Fiscalía de la Nación), entre otras, eran objeto de escrutinio por parte de los partidos de derecha. Así, comenzaron a presentar mociones desde el Congreso para inhabilitar a sus miembros (en el caso de la JNJ), inhabilitar a Fiscales Supremos cercanos a la izquierda, o cambiar al defensor del pueblo. La cruenta respuesta de la «izquierda caviar» venía siempre a través de periodistas y voceros afines a sus intereses, y también de ciertas salas de la Corte Suprema del Poder Judicial peruano, que suelen tomar decisiones congruentes con los intereses de la «izquierda caviar» y contrarios a los del Congreso.
El escándalo
El 27 de noviembre del 2023, el país andino amaneció con una noticia inaudita. El Equipo Especial de Fiscales contra la corrupción del poder (Eficoop) en colaboración con Agentes de la División de Investigación de delitos de Alta Complejidad (Diviac) de la Policía Nacional de Perú, detuvieron preliminarmente por 10 días a Jaime Villanueva, asesor principal de la en ese entonces fiscal de la nación, Patricia Benavides.
El motivo de la detención estaba amparado en que Villanueva conformaba una presunta organización criminal «enquistada en la alta dirección del Ministerio Público» y que estaría encabezada por Patricia Benavides. Esta «organización criminal» habría «instrumentalizado» la «persecución penal para beneficio propio». Según la hipótesis fiscal, la ex titular del Ministerio Público y sus operadores tuvieron el objetivo de influir «ilícitamente en decisiones de congresistas» para la remoción de los titulares de la Junta Nacional de Justicia (JNJ), la designación del actual defensor del pueblo, Josué Gutiérrez y la inhabilitación de la fiscal suprema Zoraida Ávalos.
El origen de este caso y el hecho de juzgar a un fiscal de la nación por organización criminal ha levantado suspicacias y muchas dudas de parte de los mayores expertos en derecho constitucional y penal de Perú, pero esa es otra historia.
Pocos días después de la explosión del escándalo, el 6 de diciembre del 2023, en un proceso que brilló por su extrema rapidez, la Junta Nacional de Justicia suspendió a Patricia Benavides del cargo de fiscal de la nación. A su vez, Jaime Villanueva se convirtió en aspirante a colaborador eficaz. Villanueva, también conocido como «el filósofo», comenzó a declarar ante la fiscalía y ha comenzado a decir mucho más de lo esperado, sobre todo para la izquierda.
El titiritero del sistema judicial
A inicios de 2024, la «izquierda caviar» peruana andaba contenta. Se había suspendido a una titular del Ministerio Público que veían como un agente ferozmente contrario a sus intereses. Las investigaciones que emprendió Patricia Benavides fueron determinantes en la caída de Pedro Castillo y, en consecuencia, ella se convirtió en una de las figuras prominentes de la derecha peruana. Además, la izquierda caviar también celebraba porque mediáticamente este caso estaba manchando la imagen de algunos de los congresistas de derecha más importantes, a la par que se les comenzó a perseguir judicialmente. Sin embargo, no contaron con el revés que provocarían las declaraciones de Villanueva, publicadas a inicios de febrero.
«Cuando José Domingo Pérez (fiscal encargado de varias investigaciones del caso Lavajato) toma el caso Cocteles, fuimos en dos o tres oportunidades a IDL y una vez a la casa de Gustavo Gorriti, y ahí Gorriti era básicamente el que diseñaba la estrategia de investigación, el que decía a quiénes se tenía que interrogar, qué tenían que preguntar, dónde conseguir la información», dijo Villanueva a la fiscalía. Leer esta declaración sin contexto no llama la atención; sin embargo, si se comprende el fondo, se puede comenzar a vislumbrar cómo desde una ONG llamada IDL, dirigida por Gustavo Gorriti, se marca el derrotero del sistema judicial peruano.
Vayamos por partes. El caso Cócteles al que hacen mención es uno de los varios casos que saltaron después del mega caso de corrupción Lavajato, en la trama de la constructora brasileña Odebrecht. En este caso se investiga a la excandidata presidencial Keiko Fujimori y a la cúpula partidaria de su partido, Fuerza Popular, por supuestamente «blanquear» dinero de aportes de campaña a través de cocteles. Por otra parte, IDL-Reporteros es la sección periodística de una onegé llamada Instituto de Defensa Legal, una de las instituciones más importantes de la denominada «izquierda caviar». Exministros, exalcaldes, congresistas, académicos, de los más representativos de esta izquierda han dirigido y/o trabajado en la institución, pero ninguno ha tenido tanto impacto como el trabajo de Gustavo Gorriti.
¿Qué se desprende de esta declaración de Villanueva? Pues que la investigación fiscal de Keiko Fujimori estaba liderada por un periodista de la izquierda caviar, en lugar de los fiscales asignados. Recordemos que Keiko Fujimori sufrió tres prisiones preventivas por este caso. Por otra parte, las declaraciones del «filósofo» no acaban ahí.
«Ya expliqué la relación con Gustavo, que era un poco el que dirigía la investigación. Gustavo venía bastante seguido a hablar con Pablo Sánchez, de hecho, Gustavo intercedió y hasta exigió que se contrate al (ex)fiscal (Stefan) Lenz», manifestó Jaime Villanueva. Ahora saltamos de nivel. El mencionado, Pablo Sánchez, actual fiscal supremo, era el fiscal de la nación durante los tiempos (2017-2018) en que esa investigación acaparaba todas las portadas de prensa peruana. Es decir, según Villanueva, Gorriti tenía no solo la capacidad de dirigir una investigación sin ser fiscal, sino también podía exigirle al fiscal de la nación a quién contratar. Repetimos, hay varias revelaciones más.
«Recuerdo que, en una oportunidad, Miguel Girao y yo fuimos a visitar a José Domingo, en el año 2019, a su despacho, ubicado en el edificio Wiese, del Jr. Miroquesada, donde funciona el Equipo Especial Lava Jato, y grande fue nuestra sorpresa de ver instalada en un escritorio, que está reservado para los asistentes en función fiscal a la periodista Romina Mella, de IDL, que estaba revisando carpetas fiscales y escribiendo en una computadora, e incluso, yo le dije a Romina que ahora cambiaste de trabajo, sonriendo ambos, y José Domingo solo también sonrió», contó Villanueva. Ahora se visualiza mejor la situación: Gorriti, según el «filósofo», exigía contrataciones, diseñaba investigaciones y tenía a Romina Mella, jefa de redacción del medio que él dirige, sentada en el despacho de los fiscales como si fuese una.
Las declaraciones de Villanueva sobre Gorriti son mucho más extensas y atañen a muchos otros casos, como el que tuvo de desenlace el suicidio de Alan García, expresidente peruano. Los dichos del filósofo los iremos analizando en las siguientes entregas de esta trama. La pregunta que queremos plantear ahora es la siguiente:
¿Quién es realmente Gustavo Gorriti?
Y la respuesta es múltiple. Para el sector de la izquierda caviar y gran parte de la prensa peruana, Gorriti es uno de los mejores periodistas de investigación del país. Su trabajo habría llevado a encarcelar narcotraficantes y políticos corruptos. Para otros, como para el veterano periodista peruano Aldo Mariátegui, «Gorriti NO es un periodista. Definámoslo correctamente: es un activista político que ha usado al periodismo como herramienta para manipular a la fiscalía en contra de otros. Ha utilizado la data que conseguía no para informar al público, si no para demoler sistemáticamente a los que aborrecía políticamente».
Estas últimas revelaciones del filósofo Villanueva han llevado a confirmar, en primera instancia, lo que el sector derechista siempre denunció: que Gorriti es en realidad un operador político que utiliza el periodismo de investigación. Y en un país con altísimos niveles de politización de la justicia, eso da mucho poder.
La trama y la historia de Gorriti es muy amplia y recorre décadas. Desde los años ochenta investigaba al APRA, partido histórico peruano; en los noventa, fue supuestamente secuestrado por agentes del gobierno de Alberto Fujimori; en los 2000, apoyó públicamente al expresidente Alejandro Toledo y, según diversos testimonios, ayudó a conseguir financiamiento del magnate George Soros. La historia de Gorriti con Soros será motivo de un apartado, ya que se ha rastreado que la ONG en la que trabaja ha recibido sumas millonarias de la Open Society Foundation. También trabajó unos años en Panamá, de donde fue expulsado de mala manera.
¿Quién es Gustavo Gorriti? Pregunta compleja que nos tomará dos entregas más para terminar de responder.