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SE RESIENTE SU IMAGEN ANTE LA OPINIÓN PÚBLICA

La escasez de combustible y de dólares en Bolivia evidencia el descalabro económico de Arce

El presidente de Bolivia, Luis Arce. Europa Press

La economía de Arce y su modelo se derrumba con cada día que pasa. Ha comenzado 2023 con un nivel de reservas -sobre todo en divisas- del Banco Central cada vez más reducido y con necesidades urgentes de dólares para importar combustibles y así satisfacer un mercado interno con elevadísimas subvenciones en todo ámbito.

El régimen ha atribuido la caída de las reservas a un entorno internacional poco favorable de guerra en Ucrania, una inflación muy elevada, que es fruto de los estímulos monetarios de los bancos centrales al menos desde 2020, y el incremento de tasas de interés por parte de los mismos justamente para tratar de controlar toda esa inflación acumulada, lo cual, por cierto, constituye una magnífica ilustración del fracaso de las políticas keynesianas del intervencionismo que abrazó la gran mayoría de gobiernos alrededor del mundo, pero que Arce aplica desde que fue titular de Hacienda de Morales en 2006.

Lo cierto es que la explicación de la escasez de dólares comienza primero con la política de bolivianización o nacionalización monetaria que el Banco Central de Bolivia (BCB) inició ya en 2004, cuando quien presidía el ente emisor era Juan Antonio Morales, un par de años antes de que el Movimiento al Socialismo (MAS) tomara el poder.

Luego, con la nacionalización del gas el primer día de mayo de 2006, que se vio inmediata y casualmente beneficiada por el contexto internacional extraordinariamente positivo para las materias primas y los países que tradicionalmente las producen y exportan (el barril de petróleo pasó de cotizar $65 en enero de 2006 a $134 en junio de 2008), Evo Morales, el MAS y Arce tuvieron la oportunidad de incrementar el gasto público y dilapidar las reservas del BCB como nunca antes en la historia del país.

Más tarde, cuando el precio del barril de petróleo cayó de $105 en junio de 2014 a $30 en febrero de 2016, las reservas comenzaron a estabilizarse no porque Morales y Arce decidieron recortar el gasto público en congruencia con la caída de ingresos, sino porque decidieron sustituir los ingresos del gas con un alarmante incremento de la deuda pública para seguir financiando el mismo nivel de gasto o incluso más.

El asunto es que durante todo ese período sucedió algo que solamente en las últimas semanas el titular de Hacienda de Arce, Marcelo Montenegro, se ha visto forzado a reconocer, que tanto el ‘mar de gas’ del que hablaba Luis Sánchez, el ministro de Hidrocarburos de Evo Morales, era mentira, como que la política de exploración de gas es un auténtico fracaso, a falta de inversión privada extranjera.

Para mayor colmo y descaro, ahora, en algo que parece ser parte de su campaña electoral para 2025, el jefe cocalero también ha reconocido que las subvenciones que arrastró e incrementó durante su régimen son ‘exageradas’. En consecuencia, ahora se prepara para enviar un plan de recuperación económica para ayudar al hermano Arce.

No obstante, Morales tiene razón en algo: Arce Catacora necesita ayuda con urgencia, porque el nivel de improvisación para evitar el colapso cambiario es tan grande como peligroso. El presidente izquierdista ha implementado recientemente cinco medidas para tratar de incrementar las reservas del BCB, entre las que destacan la compraventa de las reservas de oro físico para liquidarlas y obtener dólares, y ofrecer a los empresarios exportadores -que hasta hace muy poco los consideró como enemigos- comprarles sus billetes verdes a “un tipo de cambio competitivo superior al promedio”, o 0,09 centavos más que el cambio oficial.

Con estas operaciones el BCB espera conseguir al menos 1.000 millones de dólares, pero, para darse una idea del desaguisado, la caída de las reservas especialmente en divisas, en 2015 alcanzó un nivel récord de $13.227 millones, y recientemente cayeron incluso hasta los $611 millones. Hoy el oro físico representa un 70% de las reservas netas, mientras el resto son divisas, y solamente la subvención anual a los hidrocarburos es de $1.700 millones. Por si fuera poco, todavía resta financiar el pago de cuotas e intereses de deuda externa.

Aun así, la operación ya está comenzando a generar el efecto exactamente opuesto al que el régimen de Arce busca con la medida, porque lo que hace el BCB es, en realidad, decir que necesita dólares de manera urgente y hasta desesperada, con lo cual, el público solamente tiene el incentivo de poner sus dólares en resguardo todavía mayor. La gente está comenzando a perder la confianza sobre la capacidad de Arce y -esperemos que al menos no todavía- en la solvencia del propio sistema bancario y financiero.

Además, desde hace al menos un par de semanas se registran largas filas tanto de autos particulares como de camiones cisterna en busca de gasolina y diésel, sobre todo en gasolineras de la ciudad de Santa Cruz. Aparentemente, ni Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) ni el BCB tienen liquidez suficiente para garantizar el abastecimiento de combustible en el país. No cuentan con dólares para pagar el traslado de gasolina y diésel desde Paraguay. Así lo ha confirmado Juan Yujra, dirigente del transporte pesado, “el abastecimiento a las estaciones de servicio de combustibles es de la mitad, y ya les han prohibido hablar sobre este problema”.

Por eso tampoco ha sido extraño que Arce no sólo haya ordenado despejar la vereda política en diciembre con el secuestro de Luis Fernando Camacho, gobernador cruceño y uno de los líderes opositores más visibles, o que haya iniciado nuevas demandas contra la ex presidenta Jeanine Áñez, a la vez que desconoce su mandato.

En suma, la debacle del modelo de Arce y, por tanto, de la economía de Bolivia, parece ser cuestión de apenas unas semanas. En el entretanto, buena parte de los representantes de la oposición se aventura en proponer un referéndum para revocar el mandato de Arce y otro para modificar la Constitución Política del Estado para reformar el sistema judicial, asunto que no se se traduce más que en oxigenar al régimen en la medida que éste tenga control del Tribunal Supremo Electoral y del mismo padrón electoral con el que Morales cometió un monumental fraude en 2019. Tanto es así, que Iván Lima, ministro de Justicia de Arce, se ha lanzado a proponer una nueva Asamblea Constituyente para volver nuevamente al punto de inicio de todos los problemas que hoy el país no puede asumir.

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