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Fue protagonista de la 'Navidad Negra' en Colombia

La historia no contada de las masacres ordenadas por Simón Bolívar

Un militar chavista sostiene un retrato de Simón Bolívar. Europa Press

El hecho de que el Rey de España, Felipe VI, se mantuvo sentado mientras pasaba la espada de Simón Bolívar durante la toma de posesión de Gustavo Petro el pasado domingo en Colombia ha dado de qué hablar. Sobre todo porque, en el fondo, permite reflexionar sobre las atrocidades cometidas por Simón Bolívar contra población civil en una región del país sudamericano. En este episodio histórico fueron asesinados incluso mujeres y niños dentro de las iglesias en plena Navidad.

Lo que se conoce como la “Navidad Negra”, del 24 de diciembre de 1822, fue la cúspide de la lista de atropellos y a su vez entre los menos conocidos abusos por parte de quien ha sido enaltecido por quienes hoy promueven el socialismo “bolivariano”.

«Penetraron a caballo a la iglesia de San Francisco y ultimaron a todos los asilados, incluyendo mujeres y niños», cuenta el relato de la serie «Colombia ayer, Colombia hoy». «Se vengaron implacablemente. Unos rendidos, otros heridos, todos fueron muertos. Familias enteras desaparecieron», señala el historiador colombiano Felipe Arias sobre este episodio.

Así Bolívar ordenó una emboscada nada menos que en Nochebuena para poner fin a la resistencia de los pobladores de la ciudad de Pasto (al suroccidente del país). En una sola noche mató a alrededor de quinientos civiles y otros mil fueron sustraídos de sus hogares y llevados a lo que hoy es Ecuador para participar de la gesta «libertadora».

«No podían permitirse volver a perder una ciudad clave en el camino a Quito y al Perú, en plena guerra continental», sostiene sobre este episodio el historiador colombiano Felipe Arias.

«Logramos, en fin, destruir a los pastusos. No sé si me equivoco como me he equivocado otras veces con esos malditos hombres, pero me parece que por ahora no levantarán más su cabeza los muertos», le dijo Simón Bolívar a Santander en una carta enviada desde Quito el 21 de julio de 1823, luego de haber sitiado dicha población.

Un indígena al mando del ejército español en Pasto

Por ello, al sur de Colombia Simón Bolívar todavía es recordado como un genocida. Tanto así que hasta la fecha, cada año, en el Carnaval de Pasto, Bolívar es representado rodeado de demonios. Los carros alegóricos del desfile anual muestran a la población indígena con machetes enfrentando a quien consideran fue comandado por las huestes del mal.

A lo largo de 12 años los pastusos se mantuvieron leales a la corona. Fueron liderados por Agustín Agualongo, un indígena nacido en Pasto que se enlistó en el Ejército español en 1811.

Contrario a lo que alegan los promotores de la leyenda negra contra España, la denominada independencia no fue una lucha de indígenas contra españoles peninsulares. Mas bien fue protagonizada por criollos y financiada con capital británico e inspirado en las ínfulas napoleónicas de Bolívar.

Según explica el propio Arias: “En el conflicto hubo tanto comunidades indígenas realistas como independentistas, al igual que pasaba con los americanos, los criollos, los negros y los mestizos. En Pasto se sostiene una oposición a la independencia porque implicaba la desaparición de una monarquía que protegía sus propiedades colectivas frente a los abusos históricos cometidos por los terratenientes criollos que simpatizaban con la República”.

El Decreto de Guerra a Muerte

Dichos terratenientes se ensañaron particularmente contra los peninsulares (españoles nacidos en la península ibérica). Vale recordar que Bolívar emitió el Decreto de Guerra a Muerte el 15 de junio de 1813 en la ciudad venezolana de Trujillo, el mismo que establece: «Españoles y canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de Venezuela. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables».

Así mismo, como lo acredita el Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Polar, Bolivar llegó a proclamar en aquella oportunidad: “Nuestro odio será implacable y la guerra será a muerte”. Tal es así que los milicianos republicanos tenían la orden de no dejar vivo a nadie del bando contrario que fuese mayor a 7 años.

El odio exacerbado contra todo lo español se evidenció sobre todo en ciudades venezolanas como La Guaira, Caracas y Valencia. Allí, en medio de lo que suponía tal decreto, los presos permanecieron un año y medio hacinados entre sus propias heces. Aquellos que lograron sobrevivir esas condiciones inhumanas (incontables murieron de infecciones y enfermedades causadas por las condiciones insalubres), fueron asesinados en las plazas de estas ciudades. Dada la lucha contra la civilización, la forma de darles muerte fue barbarie pura: a machetazos y a pedradas.

Nuevamente, para constatar el saldo sangriento basta con revisar las propias fuentes bibliográficas de Venezuela. El sitio web Efemérides Venezolanas cita lo sucedido en La Guaira. Solo allí registra 800 ejecutados. En apenas una noche, el 13 de febrero de 1814: “en obediencia a la orden expresa del Excmo. señor General Libertador, para que sean decapitados todos los presos españoles y canarios reclusos en las bóvedas de este Puerto, se ha comenzado la ejecución pasándose por las armas esta noche a cien de ellos”.

Mientras en las demás ciudades de lo que es hoy Venezuela los presos fueron sustraídos de sus celdas y fusilados; un tercio eran originarios de las Canarias. No hubo misericordia ni por aquellos que estaban enfermos. Fueron arrebatados de sus camas y ejecutados en el paredón.

Tal fue el derramamiento de sangre ordenado por Bolívar que el senador colombiano Pablo Victoria tituló su libro al respecto: “El terror bolivariano. Guerra y genocidio contra España en las independencias de Colombia y Venezuela en el siglo XIX”. Precisamente en esta obra destaca la “carnicería fuera de combate que Simón Bolívar desencadenó contra miles de indefensos o inocentes españoles”.

Así el autor llama “genocidio bolivariano” a esas muertes planificadas y selectivas de españoles que decretó Bolívar. Victoria señala al accionar de Simón Bolívar como traición a una España que estaba en plena guerra de Independencia contra Francia. Y es que Bolívar viajó personalmente a Francia y presenció la auto-coronación de Napoleón, lo que probablemente sería luego motivo inspiración para la construcción de su propio proto-imperio: la Gran Colombia.

En resumen, Pablo Victoria acusa que las historias nacionales de Venezuela y Colombia han sido “falsificadas y enmascaradas”. El escritor no escatima al describir los aspectos más bajos de Bolívar que incluyen la traición a sus compañeros de batalla, como ocurrió con el venezolano Francisco de Miranda.

Así, al no ponerse de pie el Rey de España ante la espada que tanta sangre derramó, no consintió reconocer como héroe a quien fue el verdugo de miles de sus vasallos. Y ahora, en la era de la información, son cada vez más los que pueden indagar por qué. El recuento histórico está al alcance de todos, y los mismos defensores de Bolívar lo reconocen: de su puño y letra salieron órdenes de matar sin piedad alguna.  

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