La semana pasada la Internacional Progresista (IP) inició una campaña para apoyar la opción “Apruebo” en el plebiscito del 4 de septiembre, mediante el cual se someterá a consulta la propuesta elaborada por la Convención Constitucional de Chile.
“Economistas y científicos sociales de todo el mundo, elogiamos la convención constitucional chilena y el visionario documento que ha producido”, afirma a través de una nota difundida en su cuenta en Twitter la Internacional Progresista, que considera además, que «el enfoque de género de la constitución supone un gran avance en el modelo económico de desarrollo», a la vez que aplauden el rango constitucional que se le otorga al aborto, disfrazado bajo la figura de «reproducción social y salud de las mujeres».
Ciertamente, la IP tiene motivos para resaltar el enfoque de género, puesto que la palabra «género» aparece señalada 46 veces en el texto, convirtiéndose así en el tema más importante y recurrente de la propuesta constitucional.
Es sorprendente que la Internacional Progresista considere que fomentar el homosexualismo y el transexualismo sea algo «visionario» y que suponga «un gran avance en el modelo económico de desarrollo». ¿Qué tiene que ver la percepción que cada quien tenga de su propio sexo con el desarrollo económico?
En cuanto al aborto, el artículo 61 de la propuesta constitucional chilena señala que el Estado debe asegurar «a todas las mujeres y personas con capacidad de gestar las condiciones para una interrupción voluntaria del embarazo«; es decir, asesinar bebés en el vientre de sus madres. La pregunta que cabe hacerle a la IP en este caso es ¿Qué tiene de visionario matar niños y cuáles son esas personas “con capacidad de gestar” distintas a las mujeres?.
El comunicado de la Internacional Progresista omite deliberadamente mencionar otro aspecto muy grave contenido en la propuesta constitucional -aparte de la ideología de género y del aborto-. Se trata de la concepción plurinacional, según la cual Chile no es una sola nación, sino que «reconoce la coexistencia de diversos pueblos y naciones indígenas preexistentes: los Mapuche, Aymara, Rapanui, Lickanantay, Quechua, Colla, Diaguita, Chango, Kawésqar, Yagán, Selk’nam» (artículo 5).
La Internacional de los Progres apoya el esquema plurinacional -ya sea en Bolivia, Ecuador, Perú, Chile o España- porque éste facilita a las fuerzas globalistas imponer su dominio sobre los estado-nación. No es casual que el partido Catalunya en Comú forme parte de la Internacional Progresista, como informa su propio portal electrónico.
Tampoco es casual que en el Consejo Directivo de la Internacional Progresista se encuentre uno de los más importantes ideólogos del plurinacionalismo iberoamericano, Álvaro García Linera, quien también fue vicepresidente del líder cocalero Evo Morales.
Así las cosas, y de aprobarse el nuevo texto constitucional, la soberanía nacional no residirá en la nación, entendida ésta como la totalidad de la sociedad chilena, sino que se distribuirá o fraccionará entre diversas «naciones», poniendo en riesgo la unidad política del país.