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RESIDE EN UNA ENCUMBRADA ZONA DE LA CIUDAD DE CALI

La lujosa vida de la vicepresidente de Colombia mientras habla de acabar con los privilegios

La vicepresidente de Colombia, Francia Márquez. Europapress

Francia Márquez, la peligrosa vicepresidente de Gustavo Petro, no esconde sus deseos de imponer en Colombia el modelo castrista, que ha provocado miseria y muerte en Cuba. Al mismo tiempo, como también lo hacen los caciques cubanos, se rodea de lujos y opulencia.

En una visita que hizo hace unos días a Cuba a propósito de la Feria del Libro en La Habana, Márquez elogió el sistema castrista y confesó que es lo que quiere para su país: “Yo creo que la experiencia que ustedes han tenido en el sistema de salud, lograr que en Cuba se formen a los mejores médicos cubanos, es parte de la experiencia y el camino de lo que necesitamos en Colombia”.

Luego, en la televisión cubana, agregó: “Estamos proponiendo una reforma a la Salud, donde la salud vuelva a ser administrada por el Estado; claro, esto no va a ser muy fácil”.

“Es quitarles el negocio a las élites, a los sectores privados que volvieron la salud una mercancía”.

Aterra que, a estas alturas, cuando ha quedado más que demostrada la naturaleza asesina y esclavista de la dictadura cubana, un alto funcionario de un país se atreva a plantear la importación del mismo sistema. No sorprende, claro, viniendo de Francia Márquez, una marxista, fundamentalista, con un profundo resentimiento contra la clase media y alta de Colombia.

Solo el odio más exagerado la podría motivar a coquetear con las prácticas cubanas de tortura, que, de aplicarse, terminarían devastando a toda la clase media colombiana. No quedaría ni un atisbo de prosperidad, como también ocurrió en Venezuela, donde el libreto castrista se aplicó a rajatabla.

No habría prosperidad legítima, cabe acotar, porque sí hay algunos que se llenarán los bolsillos. Ya Francia Márquez lo hace, de hecho. Aunque siempre determinó su discurso por su condición de víctima, debido a sus orígenes humildes y maltratados, hoy Márquez vive en una lujosa residencia en Dapa, un sector cerca de Cali donde viven los ricos.

A su casa llegó, en estos días, en un helicóptero Black Hawk, que cuesta a la nación más de 8 mil dólares la hora de vuelo. Ella, la primera mujer negra y ecologista, que no puede sino volar a su mansión en un helicóptero que cuesta miles de dólares poner en marcha.

Márquez acompañó a Petro a Nariño porque su narrativa convenía. Ella, de orígenes pobrísimos, reivindicaba al marginado proletario, al que llama “Nadie”. Su Gobierno sería el Gobierno de los “nadies”. De los pobres, contra las élites. Pero ella, como pasó con los que rodearon a Fidel Castro en aquel enero de 1959, ya es élite. Y, desde su elitista mansión en Dapa, pretende imponer un modelo que le arranque al resto lo que alguna vez tuvieron.

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