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ESCUDÁNDOSE EN CAUSAS FEMINISTAS

Luisa González: la candidata usada por Correa para manejar nuevamente el poder en Ecuador

El expresidente de Ecuador Rafael Correa y la candidata presidencial Luisa González. Ecuador Comunicación

Una mujer es obligatoria en la fórmula presidencial del Ecuador. La denominada «paridad de género» es ya parte activa del código de la democracia y se extiende en la región. Y, al igual que en casos previos, queda al descubierto que este accionar no dignifica a la mujer ni le da más acceso al poder, sino que permite que sean utilizadas por hombres en política. Un caso puntual lo destaca más que otros.

Al ser prófugo de la justicia el expresidente Rafael Correa ejerce su influencia política por medio de intermediarios. Esta vez a través de una mujer. De forma explícita la candidata del socialismo del siglo XXI, Luisa González, declaró: «A partir del 20 de agosto la presidenta de Ecuador voy a ser yo, pero no gobernaré sola. Somos un equipo de trabajo…Y mi principal asesor va a ser Rafael Correa».

Dado el uso y abuso de esta norma en México se denominan «Juanitas». Son las mujeres que ocupan cargos políticos de esta manera. Pues sirven como pantalla para que otros ejerzan el poder por medio de ellas. A menudo son las esposas e incluso amantes de estos. A González le han pretendido adjudicar lo mismo, que es amante de Correa, pero ella insiste en que esto no es así.

Lo que sí está claro es que ella misma admite que será él parte activa de su equipo de trabajo, en caso de ganar. Hasta ahora es la única candidata mujer a la presidencia del Ecuador. Los demás candidatos han insertado a la mujer de su fórmula en la vicepresidencia. Y la mayoría encajan en el mismo perfil: ambientalistas alineadas con la agenda de la ONU.

Ya que el Ecuador es un país atravesado por la cordillera de Los Andes, el regionalismo es muy marcado a nivel geográfico, cultural e incluso político. Por eso la convención tácita es que el binomio presidencial sea compuesto por un «serrano» y un costeño. En el caso del binomio del socialismo del siglo XXI, la candidata a presidente es costeña y el candidato a vicepresidente es serrano.

Provida: una postura que divide al feminismo

Algo que ha distinguido al socialismo del siglo XXI en Ecuador de sus pares es que sus líderes no han sucumbido al aborto y Luisa González no es la excepción. Al contrario, durante su tiempo como legisladora portó el pañuelo celeste provida.

Esto la ha vuelto objetivo de todo tipo de ataque y caricaturización (literal) por parte de sectores feministas. Quedando así expuesto que no buscan promover a mujeres en el poder sino obediencia ciega a sus agendas. Paralelamente quienes sí la han apoyado han demostrado que no lo hacen ni por ella ni por el hecho de ser mujer, sino por su funcionalidad al socialismo del siglo XXI.

Un dato que mucho pasan por alto es que «patriarcado» significa el gobierno de los padres. Y, aunque el feminismo alega combatirlo, en la práctica muestra construir uno propio. No donde sean los padres de familia los que gobiernan, ni tampoco una figura eclesial. Por el contrario, buscan desplazar la figura paterna y sustituirla por su propio macho alfa: el Estado, y que este suplante el rol tradicional del padre, protector y proveedor.

No es un dato menor que bajo el socialismo del siglo XXI la Corte Constitucional declaró al Estado “salvador externo” en caso que los padres se opongan al adoctrinamiento en materia sexual de sus hijos. Es decir, los mismos promotores del «Estado laico» le dieron potestades mesiánicas. Y no sólo eso: antagonizaron la relación de los padres y sus hijos. Lograron que el Estado sea no garante de la patria potestad sino inhibidor de la misma.

De manera que no se puede esperar que el binomio que busca el poder tenga una óptica «Profamilia». Comenzando por el hecho de que el aspirante a la vicepresidencia, Andres Arauz, es abiertamente proaborto. Sobre todo, es miembro de la Internacional Progresista y el Grupo de Puebla.

El vuelco del socialismo del socialismo del siglo XXI a su variante progresista es resultado del triunfo de Jair Bolsonaro en Brasil, a la par del obtenido por López Obrador en México. La llegada de Bolsonaro al poder desplazó al Foro de Sao Paulo de la palestra y llevó a buena parte de la izquierda al Grupo de Puebla, donde los prófugos de la justicia del Ecuador encontraron su refugio.

Ahora el socialismo del siglo XXI, que es el tentáculo más visible del globalismo en la región, es la continuidad de un proyecto político e ideológico que ha confrontado por siglos a la primera globalización: la Hispanidad.

La doctrina bolivariana, que fragmentó a la Hispanidad en el siglo XVIII, hoy lo hace por medio del socialismo. La nueva izquierda se alimenta del feminismo para ahondar la división en la sociedad. Pero lo cierto es que no ha aumentado el acceso al poder de la mujer, sino que la ha usado.

Y no termina ahí. Ahora un hombre que se declara mujer y ha fecundado a dos mujeres que se identifican como hombres es el rostro de la lucha LGBT. Enfrentó al alcalde de Guayaquil -que no autorizó la marcha del orgullo de este año- y logró que éste se retracte.

A poco tiempo de las próximas elecciones presidenciales, esto sirve para medir a su electorado y a éste para saber de qué son capaces sus gobernantes. En el tiempo que queda, el socialismo del siglo XXI deberá afirmar una posición o jugar a ambas puntas para ampliar su electorado.

Pues durante su mandato tenía fuerte oposición de sectores «progresistas». Pero con el tiempo los incorporó en sus filas. Las semanas siguientes definirán qué rumbo tomarán los pupilos de Rafael Correa como propuesta electoral.

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