«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La ONG Foro Penal cifra en 1.800 los presos políticos de la dictadura

Palizas, descargas eléctricas, perforación de uñas, intoxicaciones… las torturas del régimen de Maduro a los presos políticos

Nicolás Maduro. Europa Press

La ONG Foro Penal cifra en 1.800 los presos políticos del régimen de Nicolás Maduro hasta el pasado 30 de diciembre y denuncia las torturas que sufren en las cárceles y los centros de detención, mientras recibe testimonios de familiares que alertan de la desaparición por motivos políticos de seres queridos.

En una muestra más de su carácter criminal, la dictadura secuestro este jueves —en medio de las multitudinarias marchas del pueblo para exigir la libertad en Venezuela— de María Corina Machado, adalid de la lucha frente a la dictadura.

«Mi corazón está con el venezolano que fue herido de bala cuando las fuerzas represivas del régimen me detuvieron. Yo estoy ahora en un lugar seguro y con más determinación que nunca antes de seguir junto a ustedes hasta el final», declaró tras ser liberada, antes de señalar que «el bravo pueblo demostró cómo se vence al miedo». «Nunca me he sentido tan orgullosa de ser venezolana (…). Venezuela será libre», agregó.

La dictadura trata de intimidar siempre con la ayuda de Cuba, cuyos oficiales participan en la represión, planificación, inducción y ejecución de crímenes de lesa humanidad en Venezuela, y sumir al país en un clima de terror en el que cualquiera puede ser víctima del aparato represor.

Entre sus técnicas de tortura exportadas está la perforación de uñas en manos y pies para pasar los cables de las descargas eléctricas, el uso sistemático de bolsas de plástico para asfixiar a los torturados, la intoxicación con sustancias psicotrópicas desconocidas, etc.

Los detenidos sufren violencia sexual (desnudos, intentos de violación); palizas (muchas veces con objetos contundentes), puñetazos en el rostro o cortes en las plantas de los pies; son encapuchados o vendados durante semanas… un método que genera pánico en la víctima: «No ves donde estás ni quienes te rodean, no ves en qué momento llegan a golpearte». Se reportan descargas eléctricas por todo el cuerpo, incluso también en los genitales; colgamientos durante los interrogatorios; y disparos cerca del oído para torturarles psicológicamente y producirles una pérdida de audición.

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