Salvador Allende Castro y Laura Gossens Uribe tuvieron seis hijos. El mayor de ellos, Salvador Allende Gossens nació en Santiago el 26 de junio de 1908. Dos de sus antepasados fueron médicos destacados de la naciente historia nacional. Su bisabuelo Vicente Padín fue Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile entre 1863-1864 y fundó el Hospital San Vicente[1].
El también médico y abuelo paterno de Allende, Ramón Allende Padín, sería de los familiares más influyentes políticamente en el futuro Presidente. El Dr. Allende Padín también perteneció a la Masonería y llegó a ser Gran Maestro, promovió activamente la separación de Iglesia y Estado. Representando al Partido Radical fue Diputado en dos periodos y Senador en uno. Se desempeñó como Jefe del Servicio Sanitario del Ejército en Campaña durante la Guerra del Pacífico, cargo ejercido gratuitamente, que fue reconocido por el Ejército por salvar centenares de vida y curar otros tantos heridos. Procuró el desarrollo de la investigación en Salud Pública y fundó la primera maternidad en la capital. Atendía gratuitamente a los pobres, les entregaba —sin costo— medicamentos y hasta ropa y alimentos, pagados por él mismo[2]. Además fundó la primera escuela laica, Blas Cuevas, promovió la creación de cementerios laicos y editó la revista Guía para el pueblo y el deber. Falleció tempranamente a los 39 años.
Su padre, Salvador Allende Castro, no fue médico, sino abogado y notario. Sí mantuvo los vínculos políticos de la familia, ya que era militante radical y masón. Luchó en la Guerra Civil de 1981, en la Guerra de Concón, en el bando contrario a Balmaceda. Participó de la comisión que negoció los límites con Perú, en 1900, resolviendo la situación de Tacna que hasta ese entonces era parte del territorio chileno. No ejerció un rol político público, pero siempre mantuvo vínculos, como su amistad con Arturo Alessandri Palma, a quien conocía desde su tiempo de estudiante en la Universidad de Chile. En 1897, en Valparaíso, se casó con Laura Gossens Uribe hija de un inmigrante belga católico y conservador.
Salvador Allende vivió en varias ciudades de Chile durante su infancia y adolescencia, debido al trabajo de su padre. Estuvo en Tacna, Iquique, Santiago, Valdivia y Valparaíso. Mientras estuvo en Santiago, fue estudiante del Instituto Nacional en 1919. Luego terminó sus estudios secundarios en el Liceo Eduardo de la Barra en Valparaíso, donde fue Presidente del Centro de Alumnos. Se destacó como buen alumno, con liderazgo, interés por el deporte —fue campeón nacional juvenil en natación y decatlón— y una prolífica vida social. Desde joven llamó la atención su interés por el buen vestir y su intensa vida amorosa[3].
Al terminar el colegio, en 1925, realizó el servicio militar en el Regimiento Coraceros de Viña del Mar y luego en el Regimiento Lanceros de Tacna.
Sus intereses académicos siempre estuvieron marcados por sus antepasados médicos, como su bisabuelo y su abuelo, pero también por el Dr. Joaquín Aguirre. Así como por la conciencia social que podía desarrollar a través del estudio de la medicina. También lo hacía porque reconocía allí un desafío intelectual: «Los estudiantes de medicina éramos los más avanzados», dijo en una entrevista[4].
En 1926 ingresó a estudiar medicina en la Universidad de Chile. Desde el segundo año en la Casa de Orates o Manicomio Nacional, el primer establecimiento médico dedicado a la atención de pacientes psiquiátricos, fundado en 1852. Allí llegaría a ser Jefe de Internos. Destacó su interés por la anatomía, de hecho en cuarto año fue ayudante de los profesores Benavente y Muñoz Pal. Debido a sus actividades políticas y gremiales, en 1931 fue suspendido de sus estudios, sin embargo aprobó sus asignaturas de sexto año en 1932, luego de ser reincorporado a la universidad debido a sus buenos antecedentes académicos.
En mayo de 1933 pudo obtener su título de médico-cirujano luego de aprobada su tesis de grado, titulada Higiene mental y delincuencia, calificada con distinción media. El interés de Allende en estos temas surgió en torno a su experiencia como interno en la sección reos de la Casa de Orates, donde estudió las causas de la criminalidad con los médicos de la Liga de Higiene Mental. Dentro de aquellas causas se incluían la herencia innata y su interacción con factores sociales y ambientales. En consecuencia con aquello, propuso en su tesis la corrección de factores ambientales negativos y la esterilización de los insanos, para prevenir la transmisibilidad de la criminalidad a los descendientes[5]. Posteriormente, estos postulados generaron cierta polémica por el pensamiento eugenésico allí descrito, aunque aquellos postulados eran en la época en países como Alemania y Estados Unidos.
Al poco de iniciar sus estudios en la Escuela de Medicina, Allende se inició en el acercamiento a las ideas del marxismo-leninismo. No obstante que en su adolescencia tuvo cercanía a las ideas anarquistas, producto de su amistad con el zapatero Juan Demarchi. Según relató, en su época universitaria eran los estudiantes de medicina —por tradición— y no los de filosofía o humanidades los más aventajados en el estudio de los textos clásicos de la izquierda revolucionaria. Muchas veces, en las noches, se reunían a leer en voz alta a Marx, Lenin y Trotsky. Este último, ícono intelectual que los socialistas gustaban enrostrar a los comunistas que tenían prohibido conocer.
Una autorreferencia que hace Allende sobre esta época, lo describe bastante adecuadamente: «Nosotros no teníamos fronteras. Yo sé perfectamente bien que no hay acción revolucionaria sin teoría revolucionaria, pero esencialmente yo soy un hombre que ha actuado. Desde estudiante estoy en la primera barricada y eso me ha enseñado mucho»[6].
Además de su formación profesional, durante su vida universitaria fue un destacado líder estudiantil de izquierda. Fue parte de la directiva del Centro de Estudiantes de Medicina, en su segundo año de carrera y cursando quinto fue vicepresidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile. También fue miembro del Consejo Universitario.
En 1929 ingresó formalmente a la masonería y al grupo socialista Avance. En 1931, durante el régimen de Ibáñez, fue sometido a cinco procesos judiciales y alguna vez estuvo en la cárcel por su activismo político opositor en las protestas contra el General. En 1932 sufrió la decepción del fracaso de la República Socialista chilena de Marmaduque Grove, no obstante contribuyó con entusiasmo a la unificación del Partido Socialista en 1933, bajo el liderazgo del Dr. Oscar Schnake Vergara, como Secretario General de la naciente colectividad. En 1935 fue relegado a Caldera por 5 meses, ya que el Partido Socialista fue considerado un grupo revolucionario durante el gobierno de Alessandri.
Y aunque después lo calificaría como un pecado de juventud, en 1940, junto a destacados correligionarios como Óscar Schanke, Allende formó parte de la Milicia Socialista, como oposición a la Milicia Republicana. Las milicias eran expresiones de las juventudes políticas, que habían nacido en varios países europeos que, uniformados, cantaban por las calles vítores revolucionarios.
Una vez egresado, fue médico de enfermedades de transmisión sexual y ayudante de anatomía patológica en el Hospital Carlos Van Büren de Valparaíso. Tuvo problemas para ejercer la medicina, por sus antecedentes como activista de izquierda durante su vida universitaria. De hecho, fue rechazado cuatro veces consecutivas en un concurso de un cargo hospitalario, a pesar de haber obtenido la mejor calificación. En 1934, también se sumó al consultorio médico denominado Socorro Socialista.
También fue redactor de la revista Medicina Social y el Boletín Médico de Chile, por cinco años. Participó de diversos congresos médicos donde expuso sobre temas relativos a las enfermedades venéreas, la organización de la salubridad nacional y la estructura de los servicios de salubridad[7].
No obstante, en la década de 1930, lo más relevante en la vida de Salvador Allende es su decisión de consagrar su trabajo profesional a la política activa. Uno de los momentos más emotivos en torno a esa decisión la relata él mismo en su famosa entrevista con Régis Debray, el 16 de marzo de 1971. Cuando recordaba las detenciones que sufrió en el primer Gobierno de Ibáñez, comentó que en medio de una de ellas fue autorizado para visitar a su padre, gravemente enfermo. Al ver su grave estado de salud, supo que esta al borde de la muerte. De hecho, falleció al día siguiente. En el funeral de su padre, Allende sostuvo, que habló para decir: «Que me consagraría a la lucha social, promesa que creo haber cumplido»[8].
Y a eso se dedicó incansablemente. Antes de los 30 años fue Secretario General del PS en Valparaíso, luego Vicepresidente del Frente Popular de esa región y en 1937 dio inicio a su carrera política dentro de las instituciones del Estado, al ser electo como Diputado por Valparaíso y Aconcagua en la lista del Frente Popular. Dentro de las iniciativas que impulsó en esa legislatura destacan el proyecto de Protección de la Madre y el Niño y la ampliación del Seguro Obrero.
Su participación en la cámara baja sería breve, ya que en septiembre de 1939 sería nombrado Ministro de Salubridad y Previsión Social en el gobierno del Presidente Pedro Agrirre Cerda. Allí publicó el texto La realidad médico-social chilena, donde describe la cruda situación del Chile de esa época. Era campante la grave desnutrición, la altísima mortalidad infantil, la adicción al alcohol, las precarias condiciones de salubridad asociadas al hacinamiento, la falta de agua potable y alcantarillado, la escuálida red de salud, así como la endeble red de protección social y sanitaria. Además, desde su cartera promovió proyectos como la reforma del Seguro Social, el nuevo Estatuto Médico Funcionario, las Juntas Escolares y leyes de protección de la maternidad y de la infancia.
Más adelante, durante el mandato del Presidente Juan Antonio Ríos, se desempeñó como Vicepresidente Ejecutivo y Administrador de la Caja de Seguro Obligatorio. En 1943 fue Secretario General del Partido Socialista de Chile y en las elecciones parlamentarias de 1945 fue por primera vez electo senador, cargo que desempeñaría por 25 años representando a distintas regiones del país. En el periodo de 1945 a 1953 fue electo por las regiones australes desde Osorno hasta Magallanes, luego entre 1953 y 1961 a las nortinas Tarapacá y Antofagasta, posteriormente entre 1961 y 1969 representó a la región de Valparaíso y Aconcagua, y finalmente, entre 1969 y el 4 de noviembre de 1970 nuevamente fue senador por Chiloé, Aysén y Magallanes, hasta que fue nombrado por el Congreso Nacional como Presidente de la República. También fue Presidente del Senado entre 1966 y 1969, así como Vicepresidente en 1961.
Durante sus cinco lustros en la cámara alta, impulsó leyes como la alfabetización campesina, el mejoramiento de la situación de los habitantes de conventillos, la creación del Consejo Superior de Protección a la Infancia y la Adolescencia, de Sociedades Mutualistas, del Colegio Médico de Chile, el estatuto para los médicos cirujanos, farmacéuticos o químicos-farmacéuticos y dentistas, el Servicio Nacional de Salud y Servicio de Seguro Social, y la extensión del ámbito de acción de la Universidad de Chile a la zona norte.
Como señala Eduardo Cruz-Coke, durante su período senatorial: «Allende era el médico-político más influyente del país, llegando a dirigir el Colegio Médico de Chile, de 1949 a 1963, y contribuyendo a la expansión del estado benefactor en la salud pública nacional»[9].
A nivel internacional, en 1967 presidió la delegación del PS que participó en la celebración del quincuagésimo aniversario de la Revolución de Octubre, en la URSS. Más tarde, ese mismo año, participó en la Conferencia Tricontinental celebrada en Cuba, que reunía a los representantes de África, Asia y América Latina. Allí propuso la creación de la OLAS (Organización Latinoamericana de Solidaridad), que en el quinto punto de sus conclusiones señalaba: «La lucha revolucionaria armada constituye la línea fundamental de la revolución de América Latina», asegurando luego que «todas las formas de lucha deben servir y no retrasar el desarrollo de la línea fundamental, que es la lucha armada». Asimismo, planteaba la inevitabilidad de la violencia, como también quedaría reflejado en el Congreso de Chillán de 1967 del Partido Socialista.
Al año siguiente, inmediatamente después de la muerte de Ernesto Ché Guevara, y siendo Presidente del Senado, Salvador Allende acompañó hasta Tahití a un grupo de guerrilleros que había combatido con el líder revolucionario argentino en Bolivia, y que habían buscado refugio en Chile, con el objetivo de garantizar su seguridad. En 1969 también realizó profusos viajes a territorios gobernados por autocracias de izquierda. Fue a Corea del Norte, Laos, Camboya y Vietnam, donde incluso se entrevistó con Ho Chi Minh.
Así mismo, era de las figuras más prominentes del socialismo, siendo candidato Presidencial en 4 oportunidades. En 1952 fue apoyado por el Frente del Pueblo, representando una facción del PS junto al Partido Comunista, contra Carlos Ibáñez del Campo, obtuvo un 4,5% de los votos. En 1958 fue apoyado por el Frente de Acción Popular (FRAP), fue el segundo de cinco candidatos, detrás de Jorge Alessandri Rodríguez, con un 28,5% de los sufragios. En 1964, luego del evento político-electoral conocido como «el Naranjazo», donde hubo una sorpresiva victoria de un diputado izquierdista en Curicó, produjo una alineación casi completa de la derecha con el democratacristiano Eduardo Frei Montalva, quien obtuvo la mayoría absoluta de los votos con un 55,6% de los votos, frente al 38,5% de Salvador Allende, quien nuevamente había sido respaldado por el FRAP.
La última elección fue el 4 de septiembre de 1970. Allí, por primera vez en la historia se dividirían las preferencias en prácticamente tres tercios. Siendo la más grande para Allende, con un 36,6% versus un 34,9% de Jorge Alessandri, lo que representaba poco más de 39 mil votos. En tercer y último lugar, sin llegar a un 28%, quedaba el oficialista Radomiro Tomic de la Democracia Cristiana. Esta última, luego de que la Unidad Popular aceptara las reformas constitucionales conocidas como el Estatuto de Garantías Constitucionales o Pacto de Garantías Democráticas, entregó los votos en el Congreso para que fuera electo Salvador Allende Gossens como Presidente de la República[10].
Al poco tiempo de comenzado su mandato, en un discurso en el Teatro del Sindicato de Trabajadores del Cobre en Chuquicamata, el El 21 de febrero de 1971, el Presidente Allende sostuvo una frase que finalmente sería muy gráfica y señera de lo que terminaría siendo su mandato: «Yo no soy el Presidente de todos los chilenos desde el punto de vista político y desde el punto de vista programático»[11].
En su primer Mensaje a la Nación, el Presidente Allende describió sus intenciones en torno a las políticas de salud, sosteniendo que: «La salud la concebimos como un proceso dialéctico, biológico y social producto de la interacción del individuo con el medio ambiente, influido por las relaciones de producción en una sociedad dada que se expresa en niveles de bienestar y de eficiencia física, mental y social. La salud es un problema de estructura económica y social, de niveles de vida y de cultura. Sólo el gobierno popular, que construirá una sociedad socialista, podría solucionarlo integralmente»[12].
Durante su vida parlamentaria impulsó el proyecto de nacionalización del cobre, sin éxito. No obstante, consiguió la aprobación de este por unanimidad en el Congreso durante su primer año de gobierno. Así mismo, logró la aprobación de la Ley Indígena, la que concedía personalidad jurídica a la Central Unitaria de Trabajadores y la ley que mejoraba el Código del Trabajo en lo relativo a la protección de la maternidad.
Debido a los graves problemas económicos generados por las políticas del gobierno, se generó hacia fines del tercer año de mandato una inflación superior al 600%, múltiples conflictos gremiales que consolidaron una creciente oposición social que se había iniciado con la marcha de las cacerolas vacías el 71, continuó con el paro de camioneros de octubre del 72 y se consolidó con el paro de la minera El Teniente de Codelco en el 73. La escasez de alimentos, la destrucción de la economía, la inestabilidad política y la consistente intención de sectores importantes de la Unidad Popular de Avanzar sin transar hizo que cada vez se agregaran más componentes que solo seguían degradando la convivencia nacional, como sucedió con el impulso de la Escuela Nacional Unificada, que consiguió que hasta la Iglesia Católica tomara una postura claramente opositora al Gobierno en este tema.
También el área de la salud se vió afectada por la crisis económico-social. Se destruyó la disciplina, la jerarquía y el orden innato al buen ejercicio de la profesión que debe existir en los servicios asistenciales de salud. Hubo déficits de abastecimiento de equipamientos e insumos, producto de la intervención de los laboratorios privados. En 1973 se había reducido tanto la calidad como la cantidad de atención a nivel primario y hospitalario: «En el último mes del gobierno socialista, muchos hospitales no disponían de los insumos mínimos para trabajar»[13].
A pesar de las múltiples instancias que pudieron haber resuelto la crisis política, económica y social, ninguna de ellas prosperó. La elección municipal de marzo del 73 terminó en un verdadero empate catastrófico, porque si bien ganó la oposición, esta no obtuvo los dos tercios para deponer constitucionalmente al Presidente. Por su parte, la UP no obtenía la mayoría absoluta de los votos, que le permitía avanzar legalmente con sus reformas, pero se ufanaba de tener más votos, más diputados y más senadores que en la última elección parlamentaria. Nada decía de la disminución de votos con respecto a la municipal anterior, dentro del primer año de gobierno de la UP, donde obtuvo más del 49%.
Tampoco prosperaron las conversaciones con la Democracia Cristiana, propiciadas por el Cardenal Silva Henríquez, entre Allende y Patricio Aylwin. El Presidente del PDC sostenía que el Primer Mandatario debía decidir entre seguir la línea revolucionaria del MIR y el PS o atenerse a la constitución y las leyes. Allende nunca se impuso. Probablemente por el método que tenía la UP para tomar decisiones. No era potestad del Presidente, sino de la Unidad Popular, y por unanimidad. De hecho, el Partido Socialista respondió consistentemente que «no» a cada alternativa que Allende solicitaba fuera evaluada para resolver el evidente conflicto político. Incluso frente a la posibilidad de ofrecer alternativas, le respondieron con una certera sentencia: «Ninguna».
Otra alternativa hubiera sido que Allende renunciara, como lo habían hecho otros jefes de estado en nuestra historia. Lo hizo O’Higgins («aquí está mi pecho»), Alessandri en 1924 y 1925 e incluso el propio Ibáñez en 1931, quien argumentó hacerlo entre otras cosas, para evitar el derramamiento de sangre producto de una eventual guerra civil. No obstante, Allende decide no renunciar, decisión que mantendría hasta el momento último de su propia existencia. Para algunos prueba de convicción y valentía, para otros de obstinación y falta de generosidad.
Otra opción, fue la que el propio Presidente Allende denominó como la última alternativa para superar la crisis que se estaba viviendo en el país en ese momento: el denominado Gabinete de Salvación Nacional. A los pocos días, esa estructura ministerial fracasó.
El 22 de agosto de 1973 la Cámara de Diputados denuncia el grave quebrantamiento de la Constitución y las leyes que ha realizado persistentemente el Gobierno de la Unidad Popular, por lo que hace un llamado al Presidente de la República y a los ministros miembros de las Fuerzas Armadas, que además eran las máximas autoridades de cada una de las ramas castrenses, a deponer esta situación y restaurar el estado de derecho.
A esta declaración se sumaron otras en la misma línea —denunciando el quebrantamiento de la legalidad vigente— de la Corte Suprema, la Contraloría General de la República y los Colegios Profesionales, entre los que destacaba el Colegio Médico de Chile, del que Salvador Allende fue impulsor y presidente.
El 11 de septiembre de 1973, se produce la intervención militar. La Moneda es bombardeada. Allende llama a los trabajadores a no enfrentarse con los uniformados y sostiene que «superarán otros hombres este momento triste y amargo». En todos sus discursos no menciona a la UP ni a su partido. De hecho reprende a aquellos ministros que le preguntaban por qué hacer, cuando nunca antes le habían hecho caso. Pasadas las 11 de la mañana se suicida con la ametralladora que le había regalado Fidel Castro.
[1] Edmundo Serani Pradenas, Salvador Allende: una biografía política, pp. 15-16. En Salvador Allende. Vida política y parlamentaria 1908-1973 (Santiago, Ediciones Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, 2008).
[2] Gonzalo Vial Correa, Allende. Diario La Segunda, viernes 1 de agosto de 2003, pág. 20.
[3] Carlos Jorquera, El Chicho Allende (Santiago, Ediciones BAT, 1990), pp. 42-43.
[4] Régis Debray, Allende habla con Debray. Entrevista con Régis Debray. Revista Punto Final, Nº 126, 16 de marzo de 1971.
[5] Ricardo Cruz-Coke, “Síntesis biográfica del doctor Salvador Allende G.”, Revista Médica de Chile, Vol. 131 (2003), p. 810.
[6] Régis Debray, Allende habla con Debray. Entrevista con Régis Debray. Revista Punto Final, Nº 126, 16 de marzo de 1971.
[7] Ismael Edwards Matte, “Con el Dr. Salvador Allende”, Hoy, 19 de octubre de 1939. p.11
[8] Régis Debray, Allende habla con Debray. Entrevista con Régis Debray. Revista Punto Final, Nº 126, 16 de marzo de 1971.
[9] Ricardo Cruz-Coke, “Síntesis biográfica del doctor Salvador Allende G.”, Revista Médica de Chile, Vol. 131 (2003), p. 810.
[10] Alejandro San Francisco (ed.), Historia de Chile 1960-2010. Tomo 5. Las vías chilenas al socialismo. El gobierno de Salvador Allende (1970-1973), (CEUSS, Ediciones USS, 2019)
[11] https://www.marxists.org/espanol/allende/1971/febrero21.htm
[12] Ricardo Cruz-Coke, “Síntesis biográfica del doctor Salvador Allende G.”, Revista Médica de Chile, Vol. 131 (2003), p. 810.
[13] Ricardo Cruz-Coke, “Síntesis biográfica del doctor Salvador Allende G.”, Revista Médica de Chile, Vol. 131 (2003), p. 810.