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EL PRESIDENTE DE BRASIL, COLABORADOR DISCRETO DEL CHAVISMO

Una delegación de Lula da Silva estrecha lazos con Maduro en Caracas

Nicolás Maduro junto al director de la Agencia Brasileña de Cooperación, Ruy Pereira. Twitter

Una delegación del Gobierno brasileño estuvo a mitad de semana en Caracas, para reunirse con el dictador venezolano Nicolás Maduro y «establecer, nuevamente, el intercambio de espacios de diálogo fluido», en medio del relanzamiento de relaciones que viven el gigante sudamericano y Venezuela desde que Luiz Inácio Lula da Silva llegara a la presidencia, en enero pasado.

Aunque no con la misma intensidad mediática que su par colombiano, Gustavo Petro, el presidente izquierdista brasileño ha venido urdiendo la recomposición de los vínculos con Caracas a través de distintos emisarios; todo ello después de que por varios años el expresidente Jair Bolsonaro encabezase la oposición regional a Maduro, al punto de haber roto relaciones diplomáticas con la tiranía chavista en 2019.

Por ejemplo, en marzo estuvo también en la capital venezolana Celso Amorim, uno de los principales asesores políticos de Lula. En esa oportunidad el comunicado oficial del régimen venezolano reseñó el encuentro como uno con miras a «acentuar las relaciones diplomáticas» entre ambos países. Las relaciones de Amorim con el chavismo son de larga data, ya que tuvo un rol muy activo de amistad con el régimen venezolano durante su pasantía por la Cancillería brasileña, entre 2003 y 2010.

La reestructuración de relaciones Venezuela-Brasil ha abarcado los más amplios aspectos. En abril pasado también estuvo en Caracas el embajador nombrado por Lula para atender lo relativo al «cambio climático», Luis Alberto Figuereido. En esa oportunidad el funcionario se entrevistó con Maduro en el Palacio de Miraflores para debatir sobre la situación de la selva amazónica y cómo ésta está siendo golpeada por «el sistema capitalista depredador».

Ahora bien, esta semana estuvieron presentes en el palacio de Gobierno caraqueño el director de la Agencia Brasileña de Cooperación, Ruy Pereira y el encargado de negocios de la Embajada de Brasil en Caracas,Flavio Helmold Macieira, así como el propio dictador venezolano, su hijo, Nicolás Maduro Guerra, el canciller venezolano Yván Gil y el viceministro chavista para América Latina, Rander Peña.

Aunque hasta la fecha Maduro y Lula da Silva no han logrado coincidir personalmente en ningún foro desde que el líder izquierdista brasileño volvió al poder, la cooperación entre ambos es innegable. Desde enero el presidente brasileño ha ventilado la idea de que sólo el «diálogo» entre factores del régimen y de la oposición permitirá a los venezolanos salir de la crisis política que sufren desde hace años.

Tras haber llegado al Palacio de Planalto por primera vez en 2002, el presidente brasileño ha sido testigo de excepción de todos los intentos de diálogo y negociación que se han hecho en Venezuela para lograr darle cauce a las demandas de democracia y libertad que la ciudadanía ha enarbolado durante años; sin embargo, a esta altura el mandatario prefiere mantener la línea de la complicidad con la tiranía chavista intentando esconderla bajo una precaria mascarada de neutralidad.

Si Gustavo Petro se ha convertido por la vía de los hechos en el canciller de Nicolás Maduro en el mundo, haciendo gestiones ante Estados Unidos para que sean desmontadas las sanciones económicas contra los jerarcas del régimen venezolano, Lula ha optado más bien por el camino de la colaboración discreta, enviando periódicamente emisarios a Caracas para recomponer palmo a palmo las relaciones entre ambos países. Es la vieja triquiñuela del policía bueno y el policía malo, donde cada uno tiene un papel en la trama de la normalización de la dictadura chavista ante los ojos de la comunidad internacional.

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