Miguel Pajares, de la Orden de San Juan de Dios, está siendo presentado como un héroe, con derecho incluso a avión especial para repatriarle, por haber contraído el ébola en África. Y ello me parece una estupidez más de los medios de comunicación. Porque contagirase de esa enfermedad es un accidente, una mala suerte, una posibilidad pero nada más. Y por haber contraído el ébola no se merece una calle en su pueblo natal, una estatua en África ni más publicidad que la de los otros más de mil, al parecer, no sé bien si ya muertos o contagiados.
Miguel Pajares, y otros muchos y muchas como él, no es un héroe por haberse infectado de ébola o por morir, Dios no lo quiera, de esa enfermedad. Lo es, sin embargo, por otro motivo. Por haberse quedado allí, en vez de marcharse, asumiendo la posibilidad de contagiarse y de morir. Eso sí que es meritorio y no haberse contagiado después. Por eso él, y tantos otros y otras, son merecedores de calles, estatuas y loas. Clérigos y laicos, africanos o extranjeros. Todo aquel que pudiendo irse asume el riesgo de hasta perder la vida por amor a Dios y a los hermanos, o sólo a los hermanos porque pudiera haber alguno que lo haga desde el agnosticismo o el ateísmo, es un héroe. Independientemente de que contraiga o no la enfermedad.
Luego está lo del avión que puso el Gobierno de España para repatriarlo. En eso no entro. Ni alabo ni critico la medida. Creo que nuestro Gobierno debe hacer todo lo que pueda en la protección de los connacionales. Siempre que sea posible y procurando llegar a todos. Con justicia distributiva. Independientemente de que sea clérigo o laico. Nadie por ser cura, del PSOE, del PP, periodista o bombero tiene preferencias sobre un turista, un trabajador de la construcción o un anciano del INSERSO. Pienso yo.
