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¿Vale la pena? ¿Sirve para algo? Aparte, claro está, de despedir a Sistach gloriosamente?
Estamos en plena exhibición de gastos de senadores que no pagan ellos sino todos nosotros. ¿Ocurre algo similar con la alta jerarquía eclesial? Porque no creo que ese alarde, ad maioren Sistachi gloriam, lo pague el cardenal de su bolsillo. Parece que uno de los senadores viajeros a quien le pagábamos los españoles sus viajes a ver a una novia, pareja, amiga o lo que fuere, no sabemos bien si exclusiva o compartida, ha renunciado al cargo. Tampoco sabemos si la renuncia fue voluntaria o aconsejada. Eso en la Iglesia no suele darse.
Si al que parece que ya es un ex le acompañara en la condición de renunciado el señor Monago, que también le tomó a Tenerife un especial amor, de nuevo pagado por todos, según dicen, pues por mi parte, alegría considerable. En cuestiones muy importantes para los católicos él se desmarcó pública y notoriamente. Por lo que yo me siento absolutamente desmarcado del señor Monago. Y si le fuere muy mal, qué le lloren otros.
