http://www.salamancartv.com/contributorpost/las-vidrieras-por-dentro-o-por-fuera/
Y así lo expresa en un medio salmantino. Está en todo su derecho.
Lo de las vidrieras de la catedral de León me parece un poco artificioso pero cada cual se busca los ejemplos que quiere. Nada que objetar.
Respecto a los nicks, evidentemente yo no lo tengo y así lo reconoce, no se trata de ninguna peculiaridad de este Blog sino que es fenómeno general. Y en ocasiones de lo más comprensible. Porque represalias, como las meigas, haberlas, hailas.
Trauma de infancia, como apunta, no tuve ninguno salvo el fallecimiento de mi padre cuando yo, el mayor de seis hermanos, sólo tenía 14 años. Pese a ese palo, que lo fue, tuve una infancia feliz. Y nunca daré suficientes gracias a Dios por haberme dado también, hasta hoy, una vida feliz. Familiar, profesional y socialmente feliz. Podría decir incluso que muy feliz. Bendito sea Dios por ello. Además tampoco tengo el trauma de llamarme Policarpo. Caso de que lo sea. En mi Vigo natal una de las principales calles se llama Policarpo Sanz. Y el cardenal Policarpo. Pero, por si acaso. Que si me tocan las narices puedo contestar con los pies. Poco evangélico, por supuesto. Pero uno es así. Y con escaso propósito de la enmienda. ¿O es que aquí el único que tiene que enmendarse soy yo?
El delegado de Pastoral Universitaria de Salamanca, de imagen policarpiana más que sacerdotal, aunque tenga los mismos carpos y metacarpos que todos, por lo que con el poli exagera, ha hecho algo que debo agradecerle. Publicidad al Blog. Aunque no esté necesitado de ella. Creo no exagerar si digo que creo que me lee mucha más gente a mí que a él. Pero si publicidad con publicidad debe pagarse aquí está la mía de su artículo. Para que mucha más gente sepa de ese Policarpo.
Entiendo perfectamente que un sacerdote salga en defensa de su obispo. Y si es con nombre y apellidos, mejor. Mejor para el sacerdote. Si la alabanza fuera con seudónimo, salvo tal vez que éste fuera Policarpo de Esmirna, el capo, licencia que me tomo en la expresión, no sabría a quien agradecer el elogio. Aunque el de marras lo tenga bien agradecido con su alto cargo diocesano. En la Iglesia se utiliza el incienso. Generalmente en poca cantidad. Su maravilloso olor no suele llegar a la mayoría de los fieles que asisten a una celebración incensada. Y aquí me voy a permitir la mención a un queridísimo amigo sacerdote al que siempre digo que nadie inciensa mejor que él. El de Policarpo es otro incienso. Que ni huele bien ni va dirigido a Dios. Aunque bien sé que también se inciensa al obispo en las celebraciones litúrgicas. Hablo evidentemente de otro incienso.
Y aquí algo que viene impuesto por mi torpeza internáutica. Tengo que ir a buscar un texto incensatorio, del mal incienso, por lo que los lectores madrugadores se encontrarán interrumpido el artículo. Enseguida continuará.
Ya lo encontré. Recomendación dirigida a los malvados comentaristas del blog y supongo que también a mí. Directamente o por alojarles:
«Que entren, que entren, al menos por unos minutos en la calidad espiritual y humana de nuestro obispo, en su sagacidad y misericordia, en su lucidez y humildad. Se quedarían sorprendidos, aunque, claro, no todos los días el sol entra a raudales por la catedral de León, ni por el estado de ánimo de cualquier persona».
Pues algo exageradillo ya parece. Seguramente el mismo obispo, de tanta calidad humana y espiritual, tan sagaz, lúcido y humilde, aunque sin un solo seminarista, con lo que la sagacidad y la lucidez quedan bastante deterioradas, habrá pensado: Este chico se ha «pasao».
Don Policarpo, seguramente tiene usted muy buena voluntad y le desborda un corazón agradecido. Pero tampoco hay que exagerar. Que las exageraciones perjudican al exagerante y al exagerado. Tiene usted un obispo de lo más mediocre que a lo mejor quiere pero que ni sabe ni puede. Es posible que hasta muy buena persona pero que en salamanca lo está haciendo fatal. O que no está haciendo nada. Y el que sea la única diócesis de España que hoy no tiene ni un seminarista pues, qué quiere que le diga. Salvo que es verdaderamente penoso. ¿Se debe ello a que los delegados de pastoral vocacional y universitaria no dan la talla? Pues también responsabilidad del obispo. Pienso yo. Cierto que su diócesis es pequeña, unos trescientos mil habitantes, su obispo con notables carencias, ustedes con las que tengan pese a sus conocimientos vitrales, pero ¿cero seminaristas? ¿La peor diócesis de España habiéndolas con menos de cien mil habitantes? Pues la luz no entra por sus vidrieras. Tal vez por estar atoradas por excrementos de palomas. A limpiarlas pues.
No estoy dispuesto «debatir fraternal y civilizadamente» con usted. Porque la agónica situación de la diócesis salmantina no tiene debate. A charlar fraternalmente cuando usted quiera. Y civilizados seguro que somos los dos. Aunque cada uno lo seamos a nuestro modo. Y ambos sin seudónimos. Cuando usted quiera. En Madrid o en Salamanca. Que su ciudad siempre es un gozo visitar.