Adolfo Nicolás Pachón, más bien chihuahua o pekinés, tiene los días contados. Anunció que se iba y eso está ya muy próximo. A comienzos del año que viene.
Nadie perderá nada con su marcha. Ni la Compañía de Jesús ni la Iglesia. Su nombramiento fue un error monumental de los electores que el mismo Nicolás se encargó en poner de manifiesto en cuanta ocasión se le presentó. De una mediocridad absoluta en todo daba la impresión de que al frente de los jesuitas estaba el más inútil de ellos. Jansens, Arrupe, Kolvenbach, unos genios al lado de este patán castellano que el mismo se ha dado cuenta de su impresentabilidad y que ha anunciado su retirada. Hay veces en las que, tras los resultados de una elección, sería como para pensar si estarían bebidos o hartos de marihuana los electores. Nicolás ha sido uno de ellos. Hay más.
Los mismos jesuitas, sector progre, son los primeros que sostienen que a esta acémila hay que sustituirla cuanto antes. Y los pocos que quedan del bando contrario piensan lo mismo. Pues este bobo con balcones a la calle, en vísperas de su retirada, se nos descuelga con la siguiente mamonada: «puede haber más amor cristiano en una unión irregular que en una pareja casada por la Iglesia». Y se quedó tan fresco tras esta monumental parida. Pues claro que sí. ¿Y qué? Puede haber más amor a Cristo y a su Iglesia en un pederasta que en el P. Nicolás. ¿Y qué, si así fuere? ¿Legaliza eso la pederastia? Lo único que pondría de relieve sería el nulo amor a Cristo y a su Iglesia de esta calamidad jesuítica que por inescrutables designios de Dios y prueba fehaciente de la traición ecesial de muchos jesuitas ha llegado a la cabeza de la orden. Que tras eso bien se entiende como va.
Seguramente eligirán los jesuitas como general a otro casi tan malo como este pachón sin dientes. Igual o peor será imposible. Pues allá ellos si quieren suicidarse. Otro Nicolás terminaría de acabar con ellos. Yo hasta les animaría que eligieran a Masiá.
