Parece ser que muy notable. Y que hay un gran descontento entre quienes fueron sus votantes. Hasta el punto de que no pocos se manifiestan dispuestos a no volverles a votar.
Seguro que en el momento último habrá quien aun con la mano en la nariz vuelva a votar PP pero como una parte considerable de los descontentos de hoy se mantenga en su opinión, adiós Rajoy y hasta es posible que adiós PP. El actual presidente se lo habría ganado a pulso.
Tiene ante él unas primeras elecciones, las autonómicas y locales, que no asustan tanto y en las que podría sufrir un batacazo superior al que ha tenido en las europeas. Que le dejaría todavía más tocado ante las legislativas. ¿Adelantará a estas para que el miedo a Podemos influya también en las primeras? ¿Qué le aconsejará Arriola?
Los católicos no tienen nada que agradecer y sí mucho que reclamar a este político de sangre de horchata y duda metódica. Donde está se lo buscó a pulso. Y si se hunde, también. Por mi parte ni una lágrima ni un voto. Ese no es de los míos. Ni aun en el caso en el que no encontrara míos.
Si lo fiaba todo en una recuperación económica esa es tan mínima que parece no arrastrar a nadie. El PSOE se lo había puesto en bandeja con una corrupción desaforada pero una similar le ha estallado entre sus manos. El voto católico que daba por seguro por aquello del mal menor da la impresión de que en buena parte le abandona. Apenas le queda Arriola, directo responsable de haber llegado a donde está Y la Mato, inutilidad donde las haya. Que ni se daba cuenta de los coches que había en su garaje.
Los católicos, por mal que vengan dadas, no van a echar de menos al directo responsable de su fracaso. ¿Qué con él se van Montoro, Wert, Margallo, Morenés, Catalá, Arenas, Monago, Cifuentes, Soraya, Cospedal, Sánchez Camacho…? Como para descorchar champán.
Crudo, más bien lo tiene. Y había llegado con mayoría absoluta. Tras el desastre Zapatero. Pero la dilapidó.
