«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La mañana de ayer en Añastro

Era la despedida del cardenal Rouco como presidente de la Conferencia Episcopal Española. Enorme expectación. Cuando llegué a Añastro en la acera de la calle había numerosísimos informadores con cámaras, micrófonos… Saludos y espera al cardenal de Madrid que esa mañana celebraba una misa en su catedral por las víctimas del 11M. Llegó muy sonriente y nueva acumulación de informadores ante la mesa presidencial. 

El discurso creo que no respondió a la expectación suscitada. Fue una historia, larga, de la Conferencia Episcopal desde que se creó. Treinta y trés páginas en formato de bolsillo. Un conocido informador  nos dice que «en su despedida, volvió a su hoja de ruta de siempre: familia, vida y defensa de la clase de religión. Y una descripción en blanco y negro de la situación de España, «amenazada por posibles rupturas insolidarias».

No estoy de acuerdo con esa descripción. Rouco mucho más que exponer sus ideas se limitó a decirnos el contenido de los documentos que había, a lo largo de estos años, presentado la CEE. Y claro que en ellos se hablaba de lo que dice el informador y así lo expresó el cardenal pero también expuso lo de otros documentos como la exigencia de la libertad religiosa, el sindicalismo, los derechos humanos, el voto, la misión de la Iglesia en la sociedad, el terrorismo, la crisis económica, la inmigración… Todo eso estuvo en boca del arzobispo de Madrid pero no como su pensamiento sino como el de los obispos españoles. Creo por tanto que es una reducción injusta la presentación que he transcrito en el párrafo anterior. De acuerdo, en cambio, en el tono monocorde. Aunque me da la impresión de que en cuestión monocórdica no vamos a cambiar mucho en el futuro. Aunque el próximo sea menos ronco.

A mí me pareció un discurso poco comprometido como lo es toda exposición histórica. Y como el cardenal no da puntada sin hilo pienso que ese tema se buscó expresamente para dar una larga cambiada a la despedida. Que ni la mencionó. Sin las posteriores palabras del nuncio, un observador que no estuviera al tanto de lo que se ventilaba no se habría enterado de que era el último discurso de Rouco como presidente de la Asamblea Episcopal. Los segundo de aplausos no los medí. Me parecieron normales.

Obispos vi muchísimos, estarían todos los que tienen derecho a voto, tal vez con alguna ausencia, y unos cuantos eméritos. Entre ellos el Yanero Solitario, que no se pierde asamblea. En la mesa presidencial cuatro cardenales, Rouco, Sistach, Estepa y Sebastián, el arzobispo vicepresidente, el nuncio y el nuevo secretario.

Martínez Camino estaba naturalmente en el puesto que le correspondía entre los obispos. Se colocan por antigüedad en el episcopado. Le vi muy sonriente y con buen aspecto. Si había nostalgias no se le notaban. Un conocido informador religioso hizo notar que llevaba un pectoral dorado al contrario de la mayoría de los obispos que lo llevaban plateado. Yo no me había fijado en ese detalle. Creo que el brillante, por no pocos conceptos, periodista se dejó llevar de su declarada antipatía al obispo exsecretario, yo en eso no entro porque a mí también hay obispos que me caen muy antipáticos, al señalar como el asturiano se significaba contra el estilo del Papa Francisco. Pero hoy veo que otro muy cualificado informador religioso nos dice que ese pectoral es precisamente el que el Papa Francisco regaló a los obispos españoles en su visita ad limina.

El obispo de Orense llevaba cuello romano. Si algún otro lo llevaba no me di cuenta. Vi otro en la Asamblea pero no era de un obispo sino de un canocido sacerdote con cargo importante en Añastro.

Los obispos a los que saludé, intercambiándonos alguna o algunas frases amables, o con los que tuve una breve conversación, son secreto del sumario. Jamás presumí de amistades o conocimientos episcopales y en eso no voy a cambiar. Si algún obispo es amigo lo sabemos él y yo. A los obispos que no me tienen simpatía, cosa por otra parte muy comprensible, ni me acerco. Uno de ellos pasó por mi lado. Casi con roce. ¿Me reconoció? No lo sé. Pero sí contaré dos anécdotas que me ocurrieron. Estaba yo hablando con un obispo cuando se acrcó otro a saludarle. Y a mi me tendió la mano. Y naturalmente hice gesto de besársela. Y me dijo. ¿Usted quién es? ¿Le conozco? Ante esa interpelación tan directa, aunque recientemente había criticado una actuación suya, no me quedó más remedio que identificarme. Inicial cara de sorpresa e inmadiatamente una sonrisa clara y fresca. Ah, es usted el del Blog. Y estuvo simpatiquísimo el par de minutos que tuvimos de charla. Quedé encantado con ese obispo. Con el otro me ocurrió todo lo contrario. Tiene una diócesis difícil y la tiene además hecha unos zorros. En alguna ocasión dije que algún día me acercaría a saludarle para que viera que el león no era tan fiero como lo pintan y alguien me dijo que el obispo estaba dispuesto a esa entrevista para que conociera las cosas como son y no como me las contaban. Recordando eso ayer me acerqué a saludarle y comprobé que le molestaba muchísimo. Descuide, señor obispo, jamás volveré a hacerle pasar un mal rato con mi presencia. Ni yo volveré a pasarlo con la suya. Escribiré de su diócesis lo que crea que debo escribir sin preocuparme lo más mínimo si le molesta o no. Precisamente en estos momentos me llegan noticias de un nuevo escándalo sacerdotal en su jurisdicción. Como me conste que es verdad usted se enterará al tiempo que los lectores del Blog. Como comprenderá no voy a molestarle de nuevo con mi tan desagradable presencia. Por cierto, comentando el encuentro con un hermano suyo en el episcopado, éste me dijo. Ese se tragó una escoba de pequeño y aún sigue con ella. No me pareció inexacta la descripción.

En minutos se conocerá el tapado que parece ya muy destapado. Hablaremos de ello en otro post.  

TEMAS |
Fondo newsletter