Confieso que estas monjas están entre mis favoritas. Con las Hermanas de la Cruz, las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, las carmelitas «maravillosas», las clarisas de Soria, Iesu Communio… Claro que para gustos se pintan colores y los míos son eso: mis propios gustos. Otro prefieren el adefesio. A mí no se me ocurre menospreciar a los perros por su debilidad por los malos olores. Allá ellos si no disfrutan de los buenos. Lo que ya entiendo menos es el enfado de algunos por discrepar mis gustos de los suyos. O lo entiendo muy bien. Sus preferencias agonizan y eso es lo que les cabrea. ¡Y cómo! Pues recomendarles el socorrido ajo y agua.
Estas religiosas son de fundación recientísima y como segregación de una fundación francesa. En el año 2000 eran 272 religiosas y apenas un proyecto de vida en un mar de dificultades. A 1 de enero de 2012 eran ya 511. Y siguen creciendo. Cuando tantas se hunden, de las adefesios, todas, estas tienen un crecimiento, en diez años. espectacular. Casi han doblado las que eran. Claro que los esos números pueden ser engañosos. Si dos religiosas de un instituto pasaran a ser cuatro habrían doblado sus efectivos y segurían siendo una insignificancia. Pero casi doblar 272 monjas es algo muy serio. En tiempos de derrumbe general. Y con un añadido. Que molesta todavía más a los de siempre. Es una congregación con una media de edad bajísima comparada con los adefesios. Y con postulantes y novicias todos los años. ¿A ver si es que mis gustos coinciden además con la vida y los de los otros con la muerte?
Qué el Señor las siga bendiciendo y a las otras, y a quienes se identifican con el adefesio, les ilumine para corregir su carrera acelerada hacia el abismo. O la desaparición. Que está en las puertas de muchas congregaciones antaño cargadas de méritos y de santidad.
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