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LA GACETA DE LA SEMANA

De la fiesta chavista con las poses de Zapatero y Monedero al regalo del PSOE a Cataluña

José Luis Rodríguez Zapatero. Europa Press

No son demócratas. Ante el magnífico pucherazo del conductor de autobús bolivariano, Zapatero y Monedero posaban en Venezuela ante la cámara. Elocuentemente, juntaban sus manos y sonreían al objetivo. Fiesta chavista, música, bailes y golpe de Estado adornado de fraudulenta jornada electoral. Misión cumplida para ambos sujetos, con quienes el régimen se ha mostrado siempre muy cálido y generoso. Mientras, la inmensa mayoría de venezolanos se veía privada de voluntad política, estafada, despreciada. Ganaron los buenos, los demócratas auténticos, el pueblo tantas veces invocado por esas elites extractivas. Pero de nada sirvió. De momento.

Maduro manodura. Cometida la pantomima electoral, Maduro ha dado orden de reprimir toda protesta. Y, de paso, liquidar a la oposición. María Corina Machado ha tenido que esconderse al temer por su vida y algunas denuncias hablan de unos 1.200 detenidos y diecisiete muertos. Aquella amenaza del mostrenco de causar un baño de sangre si no resultaba vencedor se estaría cumpliendo. Porque, efectivamente, no ganó. A todo esto, las reacciones internacionales no pasan de declaraciones más o menos institucionales, tuits o silencios miserables, como el de Zapatero. Por cierto, nuestro embajador sigue en Caracas.

El vodevil. Resultaría cómico si no fuera trágico que el futuro del entero sistema autonómico español dependa de unos 8.500 militantes de ERC. Teniendo además en cuenta que se trata del partido histórico de los catalanes más bobos, cuando no peligrosamente enajenados. Macià, Companys, Junqueras. El viernes noche conocimos el voto republicano, favorable a la investidura de Salvador Illa: 53,5% a favor (3.397), 44,8% en contra (2.847) y 105 abstenciones (1,7%). Sin embargo, nos falta saber qué decidirán las juventudes esquerretas, friquis con vida propia que podrían aguarle la fiesta al próximo tripartito (estarán en el ajo también los de Colau, tan hambrientos de carguitos). Guardián de las esencias, la muchachada no le perdona al socialista haber apoyado la aplicación en Cataluña del 155, número diabólico y erotizante entre el nacionalismo más rancio. Y a todo este tinglado, del que es autor intelectual y promotor un hombre que habita las estancias de Moncloa, debemos sumar la incógnita Puigdemont. Ha prometido presentarse cuando la investidura. Yo me imagino la escena, ese pelazo apareciendo tras las cortinas del salón de plenos y la confusión general. Espectacular resumen del vodevil que es la política catalana y española. Haría las delicias de Lubitsch.

Simbolismos que matan. Todavía hay comentaristas de pata negra antinacionalista que escriben en favor de un govern Illa. Les conmueve el simbolismo de ver a un president no nacionalista. Algunos de esos opinantes crearon Ciudadanos al comprobar que en el PSC de las dos almas siempre ganaba la catalanista en lugar de la otra, que no se sabe todavía bien cual era. De aquello hace dieciocho años. Y de la victoria de Arrimadas, siete. Conmovedor. Tanto como lo es el pacto que hará al socialista inquilino de Palau: prevé que Cataluña salga del régimen común y que la Agencia Tributaria Catalana gestione, liquide, recaude e inspeccione todos los impuestos (comenzando por el IRPF). La puntilla romántica la da la creación de un Departamento de Política Lingüística, o política monolingüística, para entendernos. ¡Pero tendremos un president no nacionalista!

¡Qué huevos! Las olimpiadas, escaparate mundial de valores como el sacrificio y la competición, han sido atacadas por el wokismo. Con el beneplácito del COI, algunos hombres se han colado en pruebas femeninas. Por encima de la biología, los sentimientos parecen tener más peso que la realidad. Y esto tiene consecuencias penosas e injustas. Un boxeador argelino se dedicó a golpear con la fuerza de un machote a la italiana Angela Carini, quien se retiró antes de ver destrozada su cara. La primer ministro Giorgia Meloni se manifestaba de este modo sobre la cancelación de la mujer que el feminismo está procurando: “Desde hace años intento explicar que algunas tesis llevadas al extremo corren el riesgo de impactar especialmente en los derechos de las mujeres”. Otro hombre, llamado Rodrigo Pereira de Abreu, forma parte de la selección brasileña femenina de voleibol. Desde su estatura de 1,94 y un peso de 84 kilos, ha dicho sonriente no tener ninguna ventaja respecto a las féminas. ¡Qué huevos, muchacho!

No beberás y serás feliz. El comunismo del siglo XXI guarda una diferencia con el del XX. Se aplica de un modo sibilino, refinadamente orwelliano, no con tanques, grandes purgas y fusilamientos al amanecer. Eso sí, toda norma que implanta tiene una justificación optimista, por el bien de la sociedad, del hombre nuevo y tal. El último ejemplo nos lo ha procurado la ministro de sanidad, Mónica García, ricachona del madrileño Retiro. Pretende prohibir el habitual mobiliario, sombrillas y toldos con publicidad de marcas de cerveza que se encuentren a menos de 200 metros de zonas frecuentadas por menores. La ocurrencia tendrá un impacto negativo en los hosteleros, que en adelante deberán pagarse esas terrazas patrocinadas. Por otra parte, y no menos importante, supone un paso más en la gradual prohibición del alcohol que esta izquierda tiene en mente. Aunque en sus saraos y eventos se descorche champán y Vega Sicilia. Lo de siempre entre la nomenclatura comunista. 

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