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LA GACETA DE LA SEMANA

De la «memoria» de Bildu y ETA al silencio en los medios sobre la avalancha migratoria

Acto de Bildu esta semana. Europa Press.
Acto de Bildu esta semana. Europa Press.

Bildu. Esta formación luce una irreprochable memoria histórica, como llaman al artefacto cultural (hecho ley) de adoctrinamiento. Así, rezuma Bildu el orgullo de criatura racial trendy, su genealogía política y pasado de acción terrorista como brazo electoral de ETA, bajo la marca Herri Batasuna. Los chicos, ya talluditos pero de indeleble hachazo capilar, criados en submundos nacional-marxistas, en la kale borroka o el secuestro (Arnaldo on fire) se disponen ahora a arrebatarle la ikurriña a un PNV que, como la boba burguesía catalana, se ha rendido a la fascinación del ocaso. El detalle memorialesco lo observamos en un cartel que juguetea, qué salero, con el logotipo y acrónimo de la vieja banda. Cuenta La Gaceta: «Con el lema «Erabaki aldaketa» —en castellano, «cambio de decisión»—, el candidato de Bildu a lehendakari esconde el logo de la banda terrorista. La serpiente de ETA simula ser una letra «E», a la que siguen, precisamente, «ta», formando la palabra «ETA»».

Los cachorros votan. Luego está el hacia dónde va, o pretende Bildu que vaya, la sociedad vasca en particular y la española en general. No habría grandes dudas, el nítido mensaje cautiva a buena parte de la juventud mejor preparada de la historia, bolsa de votantes neófitos educados primero (escuela y domicilio mediantes) en el romanticismo vascuence de las bonitas montañas y el olentzero y, después, en el grosero radicalismo filoetarra. La idea fuerza, resolutiva, que identifica a España con los fantasmas recurrentes: «Proclamar que somos un pueblo, defender los derechos de los pueblos sin estado, hacer frente a la ola de autoritarismo y fascismo que se extiende por Europa frente a los llamamientos al militarismo y a la guerra, reivindicar la paz”, airean los bilduetas. Es el original francés del «no pasarán» renovado, una vez más, a la española.

Emparejamientos naturales. La sensualidad de los particularismos, es decir, de sentirse mejor que los demás y formar parte del selecto club nacionalista, anima a tener roces endogámicos. No es nada nuevo, desde su mayoría de edad, en el primer tercio del siglo veinte, el catalanismo encontró interesante forjar amistades con prohombres galleguistas y vasquistas. Informa La Gaceta que «las bases de EHBildu votarán este miércoles si ratifican el preacuerdo con ERC y BNG para concurrir conjuntamente a las elecciones europeas y repetir, por tanto, la coalición ‘Ahora Repúblicas’ con el objetivo de «profundizar en el trabajo conjunto y en la defensa de los derechos de los pueblos sin estado»». El momento actual reproduce viejas situaciones y, aunque sean más bien inocuas porque luego cada cual va a lo suyo y reclama lo suyo, las urgencias de Sánchez traen inusuales temores.  

Amigos políticos. Siguiendo la larga trayectoria del PSC, quinta columna del nacionalismo en Cataluña, el PSOE sanchista va acomodándose en los chanchullos de los nacionalismos periféricos. La desigualdad entre ciudadanos sería un principio fundamental del socialismo del siglo veintiuno. Que el partido entregó Pamplona a Otegui es conocido, no tanto los elementos privados (o secretos) del cambalache. Pero todo iremos viéndolo, cual pira del régimen democrático. Y, aunque el Gobierno no pueda aprobar los Presupuestos del Estado (pelillos a la mar), en la capital navarra va todo viento en popa: con el apoyo del PSOE, «el Pleno del Ayuntamiento de Pamplona, gobernado por EH Bildu, aprobaba este miércoles el proyecto de Presupuestos municipales para 2024», leíamos en este medio.

Tabú. Quizás sean imaginaciones mías, pero percibo una afonía general de los mass media respecto a la inmigración ilegal. Llega, desde hace unos meses, en número extraordinario: más de 30.000 han entrado en territorio europeo durante enero y febrero, según el informe de FRONTEX. Detalla Rubén Pulido que «sólo España ha recibido casi el 45% de todo ese flujo», 13.959 personas. Más allá de los titulares y de algunos detalles sobre alojamientos en hoteles de cuatro estrellas y vuelos hacia la península desde Canarias, conocemos muy poco las vidas de esas personas aquí. Tampoco sabemos mucho de esas denominadas mafias que trafican con humanos, quiénes son, cómo se financian, si disponen de alguna cobertura legal, etcétera. El debate sobre este grave asunto ha sido preventivamente cancelado. Así que no hay ni habrá información clara, elemento indispensable para la deliberación pública, como correspondería a una democracia madura. En cualquier caso, sobre el pico de Rubiales disponemos ya de una inabarcable hemeroteca. Todo es entretenimiento.

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