Cristianos sin Papa. Mientras un misil de Hezbollah alcanzaba Nazaret, la ciudad de Jesús, Francisco se mostraba consternado por la población libanesa. «Me entristecen profundamente las noticias que llegan desde Líbano: bombardeos, muerte, destrucción. ¡Que la comunidad internacional haga todo lo necesario para detener esta terrible escalada. Es inaceptable. Expreso mi cercanía al pueblo libanés, que ya ha sufrido demasiado», dijo. Habría que recordarle a este señor que, desde la década de 1970, los fieles al Islam fueron atacando y desplazando a los cristianos que vivían en muchas zonas del país, sobre todo en la capital, Beirut. Hezbollah es una organización terrorista de larga y sangrienta historia. Representa ese drama contra los cristianos libaneses, la toma del país por la barbarie islamista. Respecto a sus vecinos del sur, desde el fatídico octubre ha lanzado sobre Israel más de 8.000 misiles, cohetes y drones explosivos, causando la muerte a niños, mujeres y ancianos. Medio millón de israelíes han tenido que abandonar sus hogares para no morir bajo las explosiones del grupo terrorista. Pero claro, se trata del pueblo de Israel y eso a un montonero se la sopla, hablando en plata.
Foliada. Hace prácticamente un mes que 126 varones procedentes en su mayoría del África subsahariana llegaron al pueblecito de Monterroso, provincia de Lugo, o Lugoslavia según la retranca coruñesa. Son ya varios los pequeños municipios que reciben la visita de inmigrantes ilegales custodiados por oenegés. Se les suele alojar en hoteles o en colegios y sin posibilidad de oposición de la autoridad, que a veces ni es siquiera informada. Monterroso tiene 3.500 habitantes, bueno, ahora 3626. La anécdota recogida esta semana es que algunos aldeanos de buena voluntad y seguramente sobrados de inocencia rousseauniana organizaron un evento de bienvenida. Consistió en una foliada do encontro. Dicen que algunos inmigrantes al oír foliada pensaron en otra cosa, pero no, sólo danzaron y cantaron.
Plantón en Nueva York. Mientras los trenes seguían acumulando averías y retrasos, el ministro del ramo, Puente, estaba ocupado en sus cosas. Es decir, o jugando a golf o comentando la actualidad en X. Se había anunciado que el gran jefe viviría un hecho histórico en su visita a EEUU, ya saben, hay cónclave de la organización más corrupta del planeta, por detrás del Partido Socialista. Sobre el anunciado momento Óscar publicaba: «Dios mío. Esto no se [sic] si lo va a superar Feijoo. Anne Hathaway entregará un premio a Pedro Sánchez la próxima semana en Nueva York». Sin embargo, la Hathaway no se presentó al acto, enviando en su lugar a una señora anodina. Entre el desastre ferroviario y el premio fallido, habría que sospechar sobre la naturaleza gafe de nuestro ministro.
En el mejor de los mundos. Cuando la RDA, las viejitas de orden se dedicaban a enviar cartas a la autoridad competente si veían algo que pudiera mejorarse, fuera un paso de cebra, los columpios en un parque o la calidad de aquella marca de mermelada. Más o menos, semejante comida de coco es la que se intuye como deseo histórico de nuestro gobierno progresista: conseguir formar a un ciudadano militante, entusiasta por vivir en el peor de los regímenes. Un país de proveedores esclavizados (los que trabajan por cuatro duros), mayores felices (pensiones insostenibles) y jóvenes enchufados a la pantalla (futuro prometedor).
Pedros. En El Mundo, un periodista preguntaba a Almodóvar si le daba miedo llegar al declive. Y el manchego contestaba que «lo que me aterroriza es no darme cuenta yo». Posteriormente, se refería al líder socialista como «Mr. Handsome o Mr. Guapo», señalando que «hay muchas cosas que pedirle a una persona de esas características a nivel político y a nivel físico». No estaría de más que alguien, con delicadeza, le dijera al director que quizás ese declive ha llegado.
Llover sobre mojado. Con todas las nefastas y variopintas leyes de educación (cada gobierno de turno tiene la suya y siempre es la mejor) se ha hecho un esfuerzo institucional por destruir tanto el aprendizaje y el respeto a la autoridad del maestro como el sentido crítico de los chiquillos, que llegan en deplorable condición intelectual a la edad adulta. El paso a la universidad, antes centro del saber, no soluciona las cosas. La vieja institución es un hoy un agente dedicado a que nadie sepa nada, excepto aprenderse los mitos fundacionales del siglo idiota y repetirlos como la tabla de multiplicar. Ahí sí vemos un esfuerzo memorialístico.
Despreciables blancos heteros. López Iturriaga, apodado el comidista y siempre condimentado con esencias neocom, reseñaba un artículo de una señora, una tal Mariola. Ésta señalaba lo realmente importante de la guerra televisiva entre Broncano y Motos. ¿Y qué sería lo importante? ¿Entretener, informar, ofrecer un espectáculo, entrevistar a alguien? No: lo verdaderamente importante es siempre regurgitar la papilla ideológica, como diría Gustavo Bueno: La Revuelta y El Hormiguero están «ambos liderados (y nutridos) por hombres blancos heterosexuales y con amigos ídem: son el 90% de los invitados, bromean juntos, tienen lugares comunes, manejan un mismo esquema mental».