«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu

Del discurso de Armengol a un país de zombies

La princesa Leonor (1d) durante el acto de jura de la Constitución ante las Cortes Generales. Europa Press

El felón (tomado de Galdós): «Fue el monstruo más execrable que ha abortado el derecho divino. Como hombre, reunía todo lo malo que cabe en nuestra naturaleza; como presidente, resumió en sí cuanto de flaco y torpe pueda caber en la potestad presidencial». 

Armengol, poetisa. La presidenta del Parlamento pronunció, con motivo de la jura constitucional de la princesa Leonor, un discurso adornado al gusto de la izquierda. O sea, refractario a esta democracia que sobrevive admirablemente y ajeno a cualquier sentido de la belleza. No desperdició la señora, sensible nacionalista, para decir sus cosas cursis y guerreras. Incluso citó a unos cuantos poetas que nadie conoce ni ha leído (por salud mental, supongo), como una tal Xohana Torres, autora de esta pieza literaria llamada a la inmortalidad: «Yo también quiero navegar». Así nos va, naufragando en el viscoso mar de nuestros mandamases. 

Maximalistas. Ya han asomado el hocico, como era de esperar. Son las filas más puras de la tradición indepe. Toda conversación con el enemigo ‘España’ les parece sometimiento. Y así lo expresan, que quede constancia: «Es un acuerdo que en el mejor de los casos servirá para perpetuar a Catalunya [sic] dentro de España, con una reforma estatutaria o de financiación». Para eso, concluyen, no se hizo el «referéndum» del uno de octubre.

El precio de España. Se van sabiendo cosas, después de un secretismo propio de la esencia sanchista, afín a los regímenes totalitarios. La subasta española cuenta con varias pujas. Una: el Estado condonará hasta 15.000 millones de euros de deuda del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) a Cataluña. Dos: el servicio ferroviario de Rodalies (Cercanías) será traspasado a la Generalidad. Tres: se habla ya de una cesión de la legislación, la recaudación y la inspección de los impuestos existentes en España. Cuatro: un sindicato policial advierte que se está pactando entre el PSOE y los nacionalistas la expulsión de la policía nacional (CNP) y la Guardia Civil de tierras catalanas, vieja aspiración de Colau (Sumar).

Te lo digo con música. Se rumorea que la canción más escuchada estos días en los despachos de Junts y ERC es aquella que cantaban Los Ronaldos: «Adiós papá, adiós papá, consíguenos un poco de dinero más. ¡Más dinero!».

Una idea brillante que desliza Hughes. «La vía catalana permite boicots muy concretos: anunciantes y empresas mediáticas podrían conocer así la existencia de aquello que silencian. Todo esto está validado. También organizar una votación alternativa con ánimo constituyente. Sacar urnas de plástico en todos los colegios de España. Una mezcla de Cádiz y procés. ¿Por qué no hacerlo, si es completamente legal? La vía catalana queda expedita para que el resto de españoles se organicen así. El genio catalán es digno de imitación». Yo apunto: esto debería comenzar en Cataluña. Que fuéramos los catalanes no nacionalistas quienes hiciéramos relucir ese genio con las más diversas y teatrales iniciativas. No aceptemos nuestra muerte civil, revolvámonos cual gato panza arriba.

¿Para qué un relator? El PSOE ha comprado el argumentario, del todo grotesco, que el notario Burniol y el lacayo Juliana escribieron y todos los medios catalanes siervos del nacionalismo publicaron en 2009 como un editorial conjunto. Una cosa de régimen orwelliano, vamos. Ahora, podemos leer en el pacto con Esquerra: «[Se] entró en una fase especialmente crítica a partir de la sentencia del Tribunal Constitucional del año 2010 que anuló algunas disposiciones del Estatut de Autonomía de Catalunya aprobado por el Parlament y las Cortes Generales y ratificado por el pueblo catalán. Esto llevó el debate a una situación de conflicto en el que convivían distintas legitimidades que operaron en direcciones opuestas: una legitimidad parlamentaria y popular con una voluntad manifiesta concretada en ese texto y una legitimidad institucional y constitucional». Estando, por tanto, tan de acuerdo Gobierno y Govern en el meollo populista, esa interpretación digna de un Robespierre, ¿para qué coño hace falta un «relator»? Que contraten, si eso les pone cachondos, a un juglar libidinoso que cante los roces y los líquidos que el fin de España provoca entre socialistas y republicanos. 

Solidaridades hispanas y solidaridades árabes. Mientras el Gobierno reparte por la geografía a los africanos llegados en pateras (con un criterio digamos discutible: casi todos son apeados en los pueblos del PP), el primer ministro egipcio, Madbouly, responde así a la idea de dejar entrar a los hermanos palestinos en la tierra de los faraones: «Estamos dispuestos a sacrificar millones de vidas para garantizar que nadie invada nuestro territorio».

Estado de la cuestión. Sería una cosa decimonónica, con élites políticas jugando a cargarse el Estado, farolillos que son ministros del inconstitucionalismo y periodistas con las tragaderas de un Pantagruel. O mejor, con la prodigiosa garganta de Linda Lovelace.

Un país de zombies. El programa First Dates, creado desde un admirable espíritu celestino y quizás con ánimo de deprimir el ambiente general, podría darnos la clave de la realidad social en el nuevo siglo. Un mundo habitado por zombies solitarios que desean encontrar a otros zombies solitarios. Pero todo es política, así que votan (¿qué votan?). Y su voto vale lo mismo que el usted, querido y esforzado lector. 

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