«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
LA GACETA DE LA SEMANA

Del giro marxista de Feijoo al amor de la izquierda por Franco

Feijoo asiste al congreso de UGT. Kike Rincón

A las barricadas, populares. Estos días han pasado cosas raras en el PP. Aunque, con un poco de trabajo neuronal y sensual, la verdad acaba brillando. Primero vimos a Feijoo entre sonriente y coqueto mientras le cantaban La internacional, quizá llegara a emocionarle la estrofa que dice «del pasado hay que hacer añicos». Esto ocurrió en el cónclave ugetista, con Pepe Álvarez Fulares de eterno líder. Unos días después, el partido conservador (perdón) andaluz presentó unas enmiendas al proyecto de presupuestos de la comunidad para 2025 que contemplan compensaciones económicas a los sindicatos, con cifras para chuparse los dedos liberados: 1.770.761 euros para cada uno de los sindicatos CCOO y UGT. Pero el giro social, o marxista, del PP de Feijoo lo confirmaba una noticia chispeante: rendirá tributo a las diputadas que formaron parte de las Cortes Constituyentes entre las que figuran la comunista Dolores Ibarruri, ya saben, La Pasionaria, la niña mimada de Stalin.

La destrucción de Cataluña. Aunque pueda sonar a viejo título de libro, de libro antinacionalista quiero decir, la historia de esta muy sensible comunidad autónoma ha seguido tal rumbo. Por supuesto, queriendo ser más nacional que racional, hasta la última hostia que el procés representó. Pero, como decía, la perseverancia catalana por su propia demolición es una cosa magnífica. Y si la independencia ya no le sirve, tira de otros monstruos al alcance. Me refiero a la pérdida de una identidad cristiana, católica para más detalle. Por contraposición a Aznar, que prefería inmigrantes hispanoamericanos (misma lengua, misma religión), el catalanismo, desde las instituciones, comenzó a emitir una llamada a los habitantes del Magreb, especialmente de Marruecos. Hoy tenemos un Raval musulmán y una capital situada ya segunda en la liga de urbes más peligrosas en Europa. Tenemos también, estos días navideños, un belén desaparecido y luces callejeras con figuras de mujeres tapadas con el hiyab. Si esto no es la substitución de una civilización por otra, que baje Dios nuestro señor y lo vea. Esta misma semana, contaba La Gaceta que Salvador Illa ha asumido las palabras de su predecesor, republicano con pedigrí franquista, Pere Aragonés: «No hace falta que se integren en Cataluña porque sois en Cataluña», manifestó en referencia a la morería.

Monolingüismo. Me hacían gracia los siempre impolutos constitucionalistas, o setentayochistas si se prefiere, cuando las últimas elecciones catalanas. Todo tipo de sintagmas y curvaturas literarias iban a parar a un mensaje central: Illa, sí. Y, además, porque uno es muy caprichoso y gusta pedir, con el apoyo táctico del PP. El argumento era que, de esa forma, el independentismo quedaría enterrado. Y ahí yo me preguntaba, y sigo haciéndolo retóricamente, qué coño es el independentismo, sino un instrumento que, en diferentes épocas, las elites políticas catalanas han sacado del baúl centenario si les convenía. El independentismo, concluyo, no es un fin, sino un medio. Y, hablando de medios, las políticas (reales) del actual president no se alejan ni un milímetro del régimen construido por Pujol y mejorado por las izquierdas catalanistas (PSC). Esta semana conocíamos que el bilingüismo real continuará siendo censurado en escuelas y demás cosas públicas. Así, el Institut Català de la Salut ha negado una plaza fija a 212 sanitarios por no acreditar el nivel de catalán requerido. 

El español, ni en el patio. En su labor represiva de la lengua común, la española, la que usa aquí la oligarquía en privado, el nacionalismo más rancio y reaccionario (PSC, Junts, ERC, Comunes y CUP) ha registrado esta semana una propuesta para forzar que el catalán sea habla única, grande y libre en la escuela, tanto en aulas como en patios o comedores.

Tertuliano. Elemento capital del sistema dicho democrático. Tiene en los grandes medios tanta presencia como los políticos con cartera y su locuacidad y dominio de cualquier tema supera lo imaginable. El tertuliano es un ser temeroso, vive siempre bajo la sombra de la cancelación, así que procura mantener la coherencia adecuada para cada momento, aunque le lleve en general a una alegre incoherencia. Estrellita de la SER, Bob Pop, que en tiempos de la movida de Macnamara, Ceesepe, La Mode, Verano Azul, Umbral o Panero —no digamos durante la movida republicana del Frente Popular— hubiera sido considerado un despojo intelectual, decía: «Quiero que con mis impuestos haya funcionarios suficientes para que se regularice a miles de extranjeros en España, me da igual si quieren trabajar o dedicarse a una vida contemplativa».

Franco. El año 2025 será celebrado por el Gobierno con toda suerte de fiestas infantiles, charlas de expertos y fastos del trinque, pues se cumplirá medio siglo desde la muerte de Francisco Franco. Hoy es el personaje histórico más querido por la izquierda; el que mayor inspiraciones de todo tipo provoca, incluso aquella morbosa de la exhumación. El discurso zurdo llevaba cuarenta años insistiendo en la naturaleza derechista (facha) del anterior régimen, si bien esto ha sido disimulo, una estratagema para ocultar su verdadero carácter socialista. Tal es la luz guiadora del general que el actual Gobierno va a resucitar el instituto nacional de vivienda, una de las obras más destacadas del excelentísimo. Un marxista televisivo lo expresaba hace poco con contundencia: «Lo voy a soltar, Franco fue más socialista que el PSOE». Del mismo modo, Evaristo, miembro (perdón) de La Polla Records decía: «Veo a Franco más de izquierdas que a algunos que hablan ahora».

La nueva Colau. Si en Inmaculada hallamos una cima del fenómeno trepador y nepotista, que en su momento llamaron nueva política, un postrero personaje parece querer emularla. Se trata de Carme Arcarazo, musa de la izquierda caviar. De buena familia, de esas con muchas propiedades inmobiliarias, y estudiante en un colegio para elites, ha saltado al ruedo mediático en representación de un «sindicato» de inquilinos que pretende la ruina de los rentistas. Nadie dude que, en próximos comicios, habrá quien la vote. Ya sucedió con la vieja okupa y alcaldesa de Barcelona, portento en el cometido de cargarse una ciudad modélica.

Dimitir. Verbo arcano casi nunca conjugado por los cargos públicos. Se tuvo una vez noticia de un dimitido, pero fue en tiempos remotos y, sin duda, el sujeto no estaba en sus cabales.

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