«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Abe es reelegido en Japón y tratará de modificar la Constitución

El primer ministro nipón, Shinzo Abe

Es probable que Abe utilice la contundente victoria en los comicios para impulsar su anhelada reforma constitucional


En ocasiones, la decisión de adelantar elecciones para sacar rédito electoral se revela fructífera. No en vano, el político del PLD nipón Shinzo Abe ha sido reelegido como primer ministro de su país; reelección que tornará el suyo en el mandato más duradero de la historia japonesa de la posguerra. También contará Abe con una mayoría de dos tercios en la Cámara Baja, algo que le permitirá gobernar con menor rendición de cuentas y sacar adelante su anhelada reforma constitucional.
De este modo, el partido del recién reelegido primer ministro, que convocó las elecciones con afán de aprovechar las disensiones existentes entre los partidos políticos de la oposición, ha superado los 300 escaños (en una cámara de 450). Un excelente resultado al que no se acerca, ni de lejos, el progresista Partido Constitucional Demócrata de Yukio Edano, que no ha alcanzado ni siquiera los setenta parlamentarios.
Por su parte, el Partido de la Esperanza – en el que milita la gobernadora de Tokio, Yuriko Koike, y que se postulaba como alternativa al dominio del PLD – no ha podido obtener nada mejor que una humilde tercera posición que evidencia el desgaste de la formación ante los electores japoneses.

Reforma constitucional

Como ya se ha señalado, es probable que Abe utilice la contundente victoria en los comicios para impulsar su anhelada reforma constitucional; una reforma que tiene como propósito alterar el carácter pacifista de la Carta Magna japonesa. De esta manera, Abe, acuciado por los grandes retos a que ahora se enfrenta la región Asia-Pacífico, quiere modificar el artículo noveno del texto constitucional, en el que se renuncia al derecho de declarar la guerra y a tener un ejército profesional (sólo permite la creación de unas fuerzas de defensa).
Esta pretensión de reformar la Constitución está claramente alentada por dos factores: la indisimulada beligerancia norcoreana, que se ha plasmado en ingentes ensayos balísticos incompatibles con la legislación internacional; y el auge de China, superpotencia que desde hace años exhibe impúdicamente su aversión a Japón y con la que éste mantiene diversos conflictos territoriales en el llamado ‘Mar de China’.
Desde el final de la II Guerra Mundial, Japón no es enteramente responsable de su seguridad y defensa (lo que se ha traducido en una marcada falta de independencia). No en vano, en 1952, cuando concluyó la ocupación estadounidense y la actual Constitución ya se había promulgado, el país asiático optó por subcontratar su seguridad a Estados Unidos a través de la entonces bautizada ‘Yoshida Doctrine’.

‘Abenomics’

En el ámbito económico, el recién reelegido primer ministro nipón continuará con su estrategia dirigida a alentar el crecimiento (las denominadas ‘Abenomics’) y a acabar, de ese modo, con el estancamiento del país, que dura ya más de dos décadas. Así, Abe continuará promoviendo una política monetaria liberal para impulsar las exportaciones y mejorar los registros de la balanza comercial.
Además, la mayoría obtenida en las elecciones permitirá a Abe proseguir con la aplicación de la subida de impuestos sobre el consumo prevista para 2019. A pesar del cariz impopular de la medida, el primer ministro nipón la considera indispensable para reducir el déficit fiscal y sufragar un gasto público que habrá de apuntalar la todavía frágil recuperación económica.
En este sentido, la lucha contra el envejecimiento de la población, que no pasa sino por incrementar la tasa de natalidad, será otro de los grandes objetivos de Abe durante su mandato.

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