¿Tiene Assad armas químicas? ¿Las tienen sus enemigos? ¿Las tienen los dos? ¿No las tiene ninguno? Paciencia.
Lo tengo dicho: si en tiempo de paz ya es difícil determinar lo que de verdad está pasando en el panorama internacional, en tiempos de guerra es poco menos que imposible. Eso de que la primera baja en cualquier guerra es la verdad va a misa.
Una alianza de tres de las mayores potencias de la tierra -Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia- protagonizó un ataque con misiles contra Siria por un vídeo del que apenas se sabe otra cosa que el hecho de proceder de los Cascos Blancos, una ONG que para unos es una sociedad de ángeles sin alas y para otros, el servicio de propaganda y relaciones públicas del ISIS. En el vídeo puede verse una caótica escena de hospital en la que, se supone, son tratadas las víctimas de un ataque del Ejército sirio con armas químicas contra Duma, uno de los últimos bastiones de los insurgentes.
Y solo con eso, sin esperar a que los inspectores del organismo pertinente, la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPCW, de sus siglas en inglés), investigaran las alegaciones, se produjo el ataque.
El presidente francés, Emmanuel Macron, asegura tener pruebas de que se usaron armas químicas en Duma, pero las pruebas en cuestión solo convencen a los previamente convencidos.
El ataque, por lo demás, es también visto por muchos informadores con escepticismo, alegando que fue cosa de mucho ruido y pocas nueces, un ‘show’ concertado con los rusos para que Trump escapara al acoso de los ‘halcones’ empeñados en derrocar a Assad.
Hay, desde luego, detalles extraños. En el parte oficial americano se dice que entre los objetivos -en cuya selección se ha tratado de minimizar las víctimas civiles y ‘extranjeras’ (rusos)- hay centros de elaboración y almacenamiento de armas químicas. Pero, ¿a quién se le ocurre bombardear un almacén de armas químicas y arriesgarse a desencadenar una catástrofe?
El periodista británico Robert Fisk ha estado en Duma y cuenta en The Independent lo que le han contado allí: que sí, que el vídeo es genuino y no un montaje o una actuación. Solo que no sobraba gas, sino que faltaba oxígeno como consecuencia de la deflagración producida por el bombardeo. Pero un ‘casco blanco’ gritó «¡Gas!» y cundió el pánico.
No se vayan, que aún hay más: la agencia Interfax informa que el ejército ruso ha descubierto un laboratorio de armas químicas propiedad de los rebeldes en Duma. Según el Ministerio de Defensa ruso, se habrían encontrado muestras de producción de gas mostaza y cloro.
Un momento, no he acabado: ahora los aliados -Estados Unidos et al.- dicen que si los inspectores no encuentran rastros de sustancias prohibidas en el lugar del bombardeo es porque los rusos las han borrado, mientras que los rusos acusan a los americanos de no permitir que los inspectores hagan su trabajo y demuestren así que el ataque fue una violación en toda regla del derecho internacional.
¿Tiene Assad armas químicas? ¿Las tienen sus enemigos? ¿Las tienen los dos? ¿No las tiene ninguno? Paciencia. Hay demasiado en juego en esta partida como para que cada bando intente manipular como pueda a la opinión pública, y no es probable que la verdad se conozca de modo indudable hasta que sea, en un sentido o en otro, demasiado tarde.
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