Esta llamada a la delación se ha producido en un momento en que la monarquía saudí ve cómo la oposición contra ellos crece de manera notable
Las autoridades de Arabia Saudí, ese régimen que cuenta con una posición de importancia en la defensa de los derechos humanos en el seno de la ONU, ha conminado a todos los residentes del país a denunciar, a través de una aplicación de móvil, cualquier actividad que pueda atentar contra los intereses de la oligarquía wahabí. Así se desprende del mensaje publicado en Twitter por el Ministerio del Interior del país islámico: ‘Cuando te encuentres una cuenta en las redes sociales que publique ideas terroristas o extremistas, por favor informa inmediatamente a través de la aplicación #Todos somos seguridad’.
A priori, denunciar actividades terroristas es una acción moralmente sana que todo ciudadano ejemplar debería ejercer. No obstante, el problema estriba en el significado que los saudíes conceden al término ‘terrorismo’. No en vano, la ley antiterrorista que entró en vigor a principios de 2014 en el Estado wahabí no sólo considera terroristas a quienes se sirven de la violencia para alcanzar fines políticos, sino también a grupos islamistas críticos con el poder establecido, tales como los Hermanos Musulmanes (que, por otro lado, no son mucho más deseables que la monarquía saudí) o los reformistas.
Para que no quedase ninguna duda respecto al verdadero propósito del mensaje publicado por el Ministerio del Interior, el fiscal general saudí ha tuiteado poco después un párrafo de dicha ley que establece como delitos de terrorismo ‘poner en peligro la unidad nacional, obstaculizar la Ley Básica o algunos de sus artículos y dañar la reputación o el estatus del Estado’.
Tensión en el seno de la monarquía wahabí
Esta llamada a la delación se ha producido en un momento en que la monarquía saudí ve cómo la oposición contra ellos crece de manera notable. Sin ir más lejos, el próximo viernes tendrá lugar una manifestación contra el Gobierno convocada por un grupo de opositores en el exilio; concentración cuya causa es la detención, en las últimas fechas, de prominentes clérigos, intelectuales y activistas proclives al establecimiento de una mayor libertad política en Arabia Saudí.
Entre la docena de arrestados, figura el conspicuo clérigo wahabí Salman al Awdah, quien pese a no ostentar ningún cargo oficial en el país islámico, goza de una notable influencia en las redes sociales (sus catorce millones de seguidores en Twitter así lo acreditan).
Las detenciones de activistas coinciden con los rumores, difundidos por diversas agencias de información internacionales, de una pronta abdicación del actual monarca, Salmán Bin Abdulaziz, en su hijo Mohammed Bin Salmán, príncipe heredero tras el confuso golpe palaciego del pasado mes de junio. Es a éste a quien se atribuye el plan económico para diversificar la economía saudí – hogaño demasiado centrada en el petróleo –, la fracasada intervención del país en la guerra de Yemen, y la decisión de imponer un bloqueo al vecino emirato de Qatar, el cual se ha acercado sobremanera a Irán en los últimos meses.
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